Yoko, la contemporánea visible

Ciudad de México, México, 15/02/13, (N22).-

“Ella se legitimó y se sigue legitimando a partir
de una idea icónica, idealizada y romántica que hay detrás. Creo que de forma oportunista se insertó en un círculo cultural,
más allá de ser esposa de John Lennon, entró a prácticas que en los sesenta
rompieron esquemas y cobraron visibilidad en el mundo del arte”, comentó la   artista visual Ibari
Ortega.

Yoko Ono presentó el día de ayer en el Museo Schirn de Frankfurt una
exposición retrospectiva con la que también celebrará su cumpleaños número
ochenta. Ibari Ortega es maestra por El Colmex, con especialidad en  estudios de Asia y África.
Agencia N22, recurrió a cuestionarla sobre la obra de  Yoko Ono y su presencia dentro
del arte contemporáneo.

 “La más célebre de las artistas desconocidas”

Su infancia transcurrió entre Japón y Estados Unidos por las
actividades profesionales de su padre. Yoko fue la primera mujer en ser
admitida en la exclusiva Universidad de Gakushuin, pero pronto la abandonó y se
trasladó con su familia a vivir a Nueva York y estudió en el Sarah Lawerence
College. 

Ono comenzó su recorrido artístico con el movimiento Flux en los años sesenta al lado de John Cage y Na June
Paik. Este movimiento tomó sus raíces en los fundamentos estéticos y de crítica
filosófica del movimiento Dada de principios de siglo.
“Éstos artistas rompieron las barreras institucionales del esteticismo, que
implantó el modernismo de post guerra y el expresionismo abstracto. Ellos
llevaron más allá de los muros institucionales estas prácticas al espacio
público, rompieron esta idea de barrera entre el arte y la vida, se trataba de
involucrar una idea de público más abierta”, explicó Ortega.

Su primera exposición como artista plástica fue
realizada en 1961 en la AG Gallery de Nueva York. En 1962, tras divorciarse de
su primer marido, regresó a Japón y contrajo matrimonio con A. Cox. Regresó a la gran manzana y en 1966 conoció a John Lennon, tres años después se casaron en
Gibraltar.

Es autora de películas como Cut Piece, Fly y Bottoms. En colaboración con su esposo John creó piezas
como el cartel “La guerra terminó/Si ustedes quieren” y filmes como Apotheosis, Clock,
Freedom Films e Imagine.

“En los noventa comenzó a hacer activismo social e incluyó en sus piezas
de instalación elementos orgánicos, trabajó con árboles, hizo intervenciones en
espacios públicos. La idea del árbol es una referencia cultural, para el
sintoísmo y el budismo hay árboles sagrados en los templos, y se les cuelgan
peticiones; ella tomó estos referentes y los llevó a sus instalaciones
artísticas, jugando con el diálogo filosófico entre oriente y occidente. Esto
se le ha criticado, tomar principios filosóficos ya considerados relevantes de
Asia cuando hay mucho más que cuestionar”, abundó Ibari.

¿Referente contemporáneo?

Yoko Ono no ha dejado de producir obras plásticas y música. La artista
sigue manteniendo los temas de la paz, el sexo y el racismo como referentes de
su producción.

Ortega, también curadora del Museo Carillo Gil, explicó que “es muy
difícil cuestionarnos si es una artista representativa del arte contemporáneo nipón, lo que invito a
cuestionar es la idea de ¿qué es lo japonés?”.

Ono pertenece a una generación de japonenses que arribaron a los  Estados Unidos y  criticaron a las  sociedades de consumo. Artistas
como Yayoy Kusama, Masami Terakoa y Ono, trabajaron una crítica
institucional hacia el mundo occidental, observaron el arte desde la política.

“Habría que hacer una revisión el arte contemporáneo en Japón, hay una
gran diversidad de propuestas más allá de Takashi Murakami, a quien se le
atribuye como ícono, más bien ha institucionalizado la idea de este arte
japonés. Hay que tomar muchos aspectos culturales que pueden deconstriur
nuestra idea  tan general
sobre el arte Japonés contemporáneo”, concluyó.

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