La cinta gira en torno a Francisco, un cincuentón que padece autismo y que vive arrimado con su hermano y su familia, hasta el día que decide adoptar una rata que encuentra en el parque y lo corren de la casa, enviándolo fuera de la ciudad, con otra hermana, cuyo novio lo desprecia y humilla. Pero Francisco decide escapar al bosque, donde sufre un accidente y es rescatado por un ermitaño llamado Modesto, quien lo enseña a sobrevivir.
En entrevista concedida después de la proyección del filme, Bernardo Arellano comentó que el estreno en México de Entre la noche y el día, a partir del 18 de enero, representa la culminación de un ciclo después de haber obtenido desde 2010 diversos premios, entre ellos el de Mejor Guión del Festival Palmarés XVIII de la Mostra de Cine Latinoamericano de Catalunya, el Premio SIGNIS del Festival Internacional de Cine de Amiens, Francia, Mejor largometraje mexicano ópera prima del Festival Internacional de Cine de Guanajuato 2011
y el Premio Cine en construcción de la industria del LVIII Festival de San Sebastián.
«Es una historia que todos realizamos con el corazón, con las entrañas, y con el deseo de aprender de nuestros semejantes», afirmo Bernardo Arellano, quien también es autor del guión y confeso que antes de escribir, trató de ponerse en los zapatos de quienes viven con autismo y al mismo tiempo comprender la gran capacidad, sensibilidad e inteligencia que tienen estas personas, quienes solo necesitan de un poco de estimulo y cariño.
La película cuenta con las actuaciones de Francisco Cruz, quien interpreta el rol principal y aporta mucho de su condición personal al personaje, además de los actores Gabino Rodríguez, Carmen Beato, Arcelia Ramírez, Joaquín Cosío, Irineo Álvarez y Daniel Soraya Barraza, así como Modesto Velázquez, quien se interpreta a sí mismo, como el generoso habitante de una apartada cabaña en el bosque.
A medida que transcurre la trama, se crea una gran conexión entre Francisco y Modesto, quien le enseña a su invitado a bajar naranjas y plátanos de los árboles, a encender una fogata y bañarse en el río, mostrando a cada momento diversos simbolismos sobre el verdadero conocimiento de la condición humana, fuera de los círculos urbanos colmados de velocidad, indiferencia y egoísmo.
A sus 31 años de edad, Bernardo Arellano logra en esta primera película de largometraje un fuerte vínculo con el espectador, obsequiando actuaciones sobrias y creíbles y aprovechando al máximo los dotes histriónicos de Francisco Cruz, quien sin ser actor, transmite momentos de gran emotividad, así como un gran registro expresivo sin el uso de palabras.
El director, quien es egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica, con una especialidad en guion en Barcelona, cuenta entre su filmografía con los cortometrajes Dos días (2005), La Unión (2007),Zoogocho (2008) y Un giro inesperado (2009).
«El bosque se convierte en una presencia recurrente en la mente de Francisco como símbolo de esa condición sin ataduras a la que aspiramos todos, sin embargo, al enfrentarse con la realidad, se da cuenta que aun tiene mucho que aprender».
Y esa es precisamente una de las conmovedoras frases de agradecimiento que le expresa Francisco a Modesto en uno de sus pocos diálogos a lo largo de la película: «He aprendido mucho con usted, me siento muy a gusto», afirma, mientras la excelente fotografía de Damián Aguilar, convierte a los parajes naturales en un personaje más, donde la humedad, el verdor, y los rayos del sol, hablan sutilmente de la esperanza.
Entre la noche y el día, de Bernardo Arellano, se proyectará del 18 al 31 de enero en la Sala 8 Hermanos Rodríguez, de la Cineteca Nacional; del 18 al 30 de enero en el Cine Lido y el Centro de Cultura Digital Estela de Luz; el 19 de enero en el Centro Cultural España y del 18 al 24 de enero en Lumiere Reforma.