- A 105 años del nacimiento del bailarín de la técnica y las pasiones
Por Alizbeth Mercado (@alizbeat)
Distrito Federal, 11/01/13,(N22).- Si viviera tendría 105 años. Sin embargo el cáncer detuvo sus pasos en 1972. Si viviera quizá estuviera pensando en algún personaje épico para montar una coreografía, si José Limón viviera… tal vez estaría en Nueva York.
La historia del bailarín y coreógrafo comenzó en Culiacán, Sinaloa, un 12 de enero de 1908. De niño aprendió a tocar el órgano. Durante la Revolución mexicana la familia Limón se mudó a California y el joven José decidió ser pintor.
Nueva York llegó a la vida de José y viceversa. Vivir en la Gran Manzana lo hizo cambiar las artes plásticas por la danza. Cuando llegó a esa ciudad tuvo varios trabajos, desde elevadorista hasta modelo. Conoció a la bailarina Doris Humphrey, quien junto a Martha Graham y Charles Wiedman desarrollaron nuevas ideas sobre la danza moderna en Norteamérica.
El adalid de dos nacionalismos
Entró al estudio Humphrey-Weidman, el único que -en esos años- aceptaba varones. Ahí comenzó el viaje dancístico de José. La disciplina que tuvo durante los años de formación desembocó en lo que ahora se llama la “Técnica Limón”.
En 1951, Miguel Covarrubias invitó a José para visitar México; este gesto abrió una puerta para la creación coreográfica de Limón; asimismo convirtió al bailarín en adalid de dos nacionalismos (el mexicano y estadounidense).
Limón es considerado el mayor bailarín de su tiempo, un referente para la danza moderna y contemporánea. A través del movimiento dignificó la figura del cuerpo masculino en la danza.
Un bailarín entre guerreras
Para abundar en el relato, la maestra Elizabeth Cámara, directora del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza «José Limón» (Cinedi), respondió una serie de preguntas a N22.
–José Limón fue un personaje inmerso entre tres conflictos: la revolución de México, la Guerra Civil española, la Segunda Guerra mundial ¿esto influyó en su obra?
-Pues en relación con la salida de su familia rumbo a Estados Unidos, sí, efectivamente está ligada con los acontecimientos de la Revolución, incluso hay anécdotas de su traslado por tren a California, dónde él vive, hasta que se va a Nueva York en 1928.
Sobre la Guerra Civil española no creo que haya afectado su obra ni personalidad, era un momento importante para todos los artistas, pero ¿que de manera directa afectara el trabajo de Limón? No. La Segunda Guerra, pues más que afectar, durante su servicio militar hace funciones de recreación para los soldados norteamericanos, como parte de su labor, porque él tenía la nacionalidad y la obligación de prestar servicios, pero lo hace a través de lo que él sabía hacer, presentar espectáculos recreativos para los soldados.
New York al Limón
–¿Cuál fue la relación entre Nueva York y José Limón?
-Le abrió la visión sobre lo que él en realidad quería ser, para dejar las artes plásticas; sin embargo, su inclinación con la música y las artes, que era con lo que inicialmente tuvo contacto, fueron muy útiles en su carrera.
–Vivir en México y en los Estados Unidos quizá resultó un lenguaje transcultural que manejó. ¿Qué piensa al respecto?
-Él crea una obra con tintes nacionalistas mexicanos, eso lo desarrolla a partir de que visita México, antes había hecho algunas cosas para explorar su pasado mexicano, pero las cosas que más trascienden a nivel coreográfico es cuando visita México en 1951, invitado por Miguel Covarrubias. Digamos que tomar temas de compositores mexicanos, todo eso hace que se le ubique como un coreógrafo propio del nacionalismo de esa época.
Similitudes o diferencias entre la figura corporal
-Su figura corporal es muy atractiva, fuerte, bien formado, con una gran proyección escénica, mucha energía en el escenario y éstas son condiciones que, tanto entonces como ahora, son para que un bailarín se consagre como solista.
–¿Qué tenía Limón que lo hizo destacar?
-Un gran talento artístico que cultivó desde niño. Como su padre fue músico, él recibió formación musical y desarrolló su sensibilidad. Conjugó la música, la danza y las artes plásticas, con un físico individual muy interesante y atractivo, mas el hecho de que Doris lo formara como su pupilo más importante.
Todo eso se conjugó con el momento que estaba viviendo Estados Unidos como una potencia forjada. Eso hizo que se desarrollaran talentos como Limón. Entonces se conjuntaron históricamente cosas alrededor de la figura de José. Lo que había desarrollado Doris sobre la investigación del movimiento y la danza, esta danza moderna norteamericana, pues fue muy fuerte, muy vigorosa, y se forma como los elementos que constituyen el nacionalismo norteamericano que permiten que se conjuguen con esta necesidad de contar con una danza nacionalista mexicana.
Yo creo que hubo momentos muy afortunados y eso sucede cuando esos momentos se dan cercanos a una personalidad talentosa y trabajadora, así lograron productos como el de Limón.
…¿Y si Limón se hubiera quedado en México?
-Quién sabe, por la proyección que tuvo en los Estados Unidos. Pensó quedarse, pero finalmente la escuela donde trabajaba estaba allá, en E.U., y Covarrubias murió, él era, en todo caso, quien hubiera resuelto esto.
Un coreógrafo muy cercano a la literatura
–¿Cuál fue la aportación como humanista y artista, la sensibilidad que trasmitió?
-Su trabajo está muy cercano a las pasiones, a las fortalezas, y a las debilidades humanas, el mismo hecho de La Pavana del Moro, de interpretar un Otelo con un celo desmedido, coreografías que tienen que ver con el poder.
Acercarse a la gran literatura clásica para desarrollar personajes, le permitieron explorar las diferentes emociones y rutas por las que transita el ser humano, y en su repertorio se revela. Por ejemplo, en Antígona, es una obra que creó en México con música de Carlos Chávez y prólogo de Salvador Novo; Redes con la música de Silvestre Revueltas, El emperador Jones, pieza basada en la obra de Eugene O’Neill sobre el poder y el despotismo. Todo el tiempo trabajó muy cerca a las emociones y pasiones humanas. Missa brevis, una de sus creaciones más importantes, es un canto poético.
Los olvidados, la hizo sin música, es de los pocos coreógrafos que ha hecho coreografías sin música; se trata de varios jefes de tribus norteamericanas que él representa a través de bailarines masculinos, y también habla de estas características. También está ahí Carlota, donde habla de la locura.
Bailar sin música, pero con mucho ritmo
–¿Cómo fue posible la construcción de coreografías sin música?
– En Los olvidados es muy difícil sostener el ritmo porque necesita tener un tiempo personal muy claro para que todos estén bailando al mismo tiempo, sin que la música marque el ritmo, es a través de los odios de los cuerpos, del golpe de los pies en el piso, así es como él logra sostener las entradas y salidas de los personajes para que se muevan al unísono, sin que se desbarate la obra, por no tener la guía musical.
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Para José Limón el cuerpo tenía un lenguaje que necesitaba ser expresado. La danza moderna norteamericana no era un estilo o un idioma, era una idea potente. Limón falleció el 2 de diciembre de 1972, en New Jersey.
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