Restauran objetos del Galeón de Manila hundido hace 400 años

Distrito Federal, 04/12/12 (N22).-
Media docena de objetos metálicos que estuvieron a bordo de un galeón de Manila que se hundió en costas de Baja California, hace más de 400 años, fueron restaurados por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), quienes lograron eliminar la corrosión que los deterioraba y ocultaba información de su procedencia.

Se trata de dos monedas de plata, una llave y un fragmento de mecanismo de pistola, ambos de bronce; una pesa, una bala y un trozo de la lámina que recubría el casco del galeón —todos ellos de plomo—, que fueron intervenidos durante varios meses en las instalaciones de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC), al sur de la Ciudad de México.

Dichos objetos, que datan de mediados del siglo XVI, son una muestra mínima de los cerca de mil 500 fragmentos rescatados en 12 años por el Proyecto Galeón de Manila, a cargo de la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH. Entre tales restos sobresalen restos de porcelana china de la Dinastía Ming (del periodo del emperador Wanli), monedas del reinado de Felipe II y placas de plomo.

El arqueólogo Roberto Junco, responsable del Proyecto Galeón de Manila —que también se desarrolla con apoyo del Centro INAH-Baja California e investigadores estadunidenses—, hizo entrega de esta muestra representativa de materiales metálicos a la restauradora Luisa Mainou, con el objeto de establecer los procesos de conservación más adecuados para estas piezas que estaban afectadas por gruesas y duras capas de corrosión.

La especialista de la CNCPC comentó que las monedas de plata fueron los objetos que requirieron más tiempo y cuidado en el tratamiento; al menos dos meses de trabajo y una vigilancia constante.
 

Debido a que los arqueólogos requieren tener información precisa, por ejemplo, sobre la acuñación de las monedas, no fue suficiente con erradicar los cloruros presentes en las capas de concreción, por lo que Luisa Mainou utilizó un método más complejo en la atención de tales piezas metálicas.

Ahora se puede observar que se trata de monedas de cuatro reales que en el anverso lucen el escudo de Felipe II, y en el reverso un cuartelado de castillos y leones dentro de una orla de ocho lóbulos.

Estas piezas de factura y apariencia burdas, troqueladas a golpe de martillo en trozos de metal de forma y grosor irregulares, datan de la segunda mitad del siglo XVI, cuando para satisfacer la demanda del imperio español, comenzaron a ser acuñadas en la Casa de Moneda de México (que se identifica por la sílaba Mo).

Debido a que muchos países no tenían plata ni casas de moneda, adoptaron las piezas mexicanas como medio de cambio mediante un resello o recorte. Así, la moneda mexicana se convirtió en una divisa que reinó en los mercados internacionales por más de tres siglos.

Por otra parte, en el caso de las piezas de cobre y plomo que también presentaban oxidación, se utilizó quitosano, el cual —explicó Luisa Mainou— es un producto que se obtiene de los exoesqueletos de los crustáceos, entre ellos camarones y langostas.

“Ante los metales, el quitosano ‘secuestra’ productos de corrosión, lo que permite realizar la limpieza y eliminación de algunas concreciones sin la necesidad de usar bisturí o productos químicos que dañan la salud del restaurador y afectan al medio ambiente”.

El resultado del trabajo de conservación y restauración fue satisfactorio debido a que ya puede tenerse una lectura precisa de los objetos metálicos, desde los datos de acuñación en el caso de las monedas, hasta aquellos relativos a la técnica de manufactura, por ejemplo del fragmento de mecanismo de pistola o las piezas de plomo, en las que se observan las huellas de la fundición.

Para su futura preservación se necesitará mantenerlos en un ambiente seco y fresco, además de manipularlos con guantes. La restauradora Mainou concluyó que los materiales adquirirán con el tiempo una pátina natural que los protegerá de la agresión atmosférica de la ciudad.

Por su parte, el arqueólogo Roberto Junco comentó que el Proyecto Galeón de Manila, se ha enfocado este año en mantener en las mejores condiciones (en el Museo Histórico Regional de Ensenada, Baja California) los materiales obtenidos en distintas temporadas de campo, a través de su registro y la adquisición de mobiliario adecuado para su resguardo.

Asimismo, junto con el historiador náutico Edward Von der Porten, el doctor Junco trabaja actualmente en la edición de un libro que publicará el INAH con los resultados de esta importante iniciativa de investigación de la Subdirección de Arqueología Subacuática.

12MAG

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