Un premio chileno a un disperso mexicano

  • Juan Villoro reconoció en entrevista que escribe en todos los géneros literarios para no repetirse.   
Por Marcos Daniel Aguilar

Distrito Federal, 06/09/12, (N22).-  
Juan Villoro sube las escaleras de una casa en la colonia Roma. En el cálido ascenso, el productor del nuevo programa que el escritor mexicano conducirá próximamente en Canal 22 le felicita por su nuevo premio. Se trata del Internacional Iberoamericano de Letras “José Donoso”. Villoro dice que ya está «viejito» pues este galardón se lo otorgan al conjunto de su obra. Yo lo estaba esperando desde hacía media hora. Largo y sonriente, el autor de Los Culpables conversa por algunos minutos acerca del “José Donoso”, de su carrera literaria y de sus nuevos proyectos.

-Juan Villoro, dices que es un premio para viejos; sin embargo, el jurado acaba de valorar el conjunto de tu obra, que es vasta, por cierto.  ¿Cómo te sientes de ganar este reconocimiento, el cual, está relacionado con el nombre del escritor chileno?
-En cierta forma te sientes un poco viejo, pero desde luego estoy contento. Pero digo viejo porque es un premio que se otorga a trayectorias, a la obra que he escrito, en este caso, hasta este año 2012. Es un largo trayecto que valoró el jurado del premio asociado a José Donoso, un escritor que conocí personalmente. Tendría 20 años cuando participé en una mesa con Sergio Pitol. Era una serie de conferencias que se llamaba “Encuentro de generaciones”. Sergio Pitol llegó ahí pensando que era el escritor joven, porque la literatura es suficientemente generosa para que un escritor de 50 años sea más o menos joven, y se encontró con la sorpresa de que él era el escritor consagrado y que había un escritor joven que era yo.
Pitol me presentó con José Donoso. Él estaba en el público y me encontré a una persona sumamente divertida, con un sentido del humor muy especial. Tuve una amistad con él, una amistad lejana, pero suficientemente continua para vernos antes de su muerte. Yo presenté aquí en México su libro Donde van a morir los elefantes y ahí conocí a una persona dicharachera. En sus reuniones contaba la vida íntima y prohibida del boom, era un hipocondriaco ejemplar.

«Si me pierdo, búsquenme en Santiago»

-Estabas en Santiago cuando ocurrió el terremoto que ocasionó destrozos mayúsculos en el país sudamericano. E incluso escribiste un libro en torno a esa experiencia, pero, ¿cuál es tu relación con este país hispanoparlante?, ¿qué te evoca Chile?
-Escribí un libro sobre la experiencia de haber pasado por el terremoto en Chile: 8.8. El miedo en el espejo. Y al principio del libro comento la relación con ese país. Yo creo que cada generación tiene a su villano ejemplar, el de la mía fue Augusto Pinochet. La primera manifestación en la que yo participé fue en apoyo a la Unidad Popular y al gobierno legítimo de Chile. Estaba en la preparatoria y ahí llegaron muchos refugiados chilenos. Todos nos enamoramos alguna vez de alguna chilena.
Algunos de los primeros autores que leí fue a Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Nicanor Parra. La primera nota que escribí fue sobre los cuentos de Antonio Skármeta. Después me hice amigo de Roberto Bolaño en México, que fue un escritor decisivo para mí, fuimos muy cercanos hasta su muerte en 2003. Luego me fui a vivir a Berlín oriental en donde vivían muchos chilenos; mis mejores amigos en Berlín fueron chilenos, entre ellos el escritor Carlos Cerda que adaptó al teatro algunas obras de José Donoso.
Con decirte que después del terremoto no podíamos salir de Chile porque uno de los pocos edificios importantes que se dañaron fue el aeropuerto, entonces mi esposa me estuvo hablando con tal insistencia que en el aparato de teléfono de mi casa opción redial, remarcar, si tú lo oprimes ahora marca directamente al que fue mi hotel en Chile y me quedé vinculado telefónicamente con Chile, no he querido cambiar el aparato porque me parece que hay que respetar esa seña del destino, si me pierdo y no me encuentran que me busquen en Santiago.
-Hablas de Neruda, de Donoso, de Cerda que cultivaron la poesía, la prosa e incluso el teatro, y tu literatura es así, plural, pues has escrito novelas, cuentos, ensayos, practicas la crónica y el periodismo, ¿por qué esta diversidad de géneros?
-Trabajar en distintos géneros te permite sortear esquivar obstáculos. La verdad es que no me diento cómodo con ningún género, en todos, de alguna manera, me siento inquieto. Enfrento un desafío diferente al pasar de un género a otro, lo que me permite no repetirme, no caminar por el mismo camino. Yo termino una novela para adultos y comienzo una para niños. Si concluyo un ensayo entro a una obra de teatro y así entro a un universo que me da fuerza para sacar reacciones muy distintas. En el caso de escribir en el mismo género me dejaría llevar como diría André Gide, por el “impulso adquirido”, un poco de nadar de muertito y dejarse ir por el mismo camino. También responde a una personalidad, soy una persona dispersa, me gustan cosas muy variadas.

Advertir las heridas más fuertes de un país, primer paso para interesarse en un país

-Uno de los géneros que trabajas es la crónica literaria y periodística. Recientemente acaba de salir una crónica del periodista Diego Enrique Osorno titulada La guerra de los Zetas, que tú prologaste, ¿qué nos puedes decir sobre este tipo de trabajos periodísticos y sobre este tema tan complejo que ocurre en el país?
-En La guerra de los Zetas de Diego Enrique Osorno se mete en un tema muy difícil de cubrir, desde el periodismo, vemos que en México las investigaciones relacionadas con el narcotráfico tienen que tener ciertos límites, de acuerdo con Reporteros Sin Fronteras estamos en el país más peligroso parta ejercer el periodismo, superando incluso a Irak. Diego Enrique está escribiendo una historia perdurable de un México roto, dramático, pero que tenemos que conocer para cambiarlo, creo que la primera señal de interés por tu país es advertir cuáles son sus heridas más fuertes.
Cuando Mario Vargas Llosa escribe al principio de Conversación en la catedral “en qué momento se había jodido el Perú”, no quiere decir que sea un país tan negativo que no debamos interesarnos en él. Tan se interesa en ese país que nos propone leer una novela de 500 páginas. Se trata de eso, de señalar que tu país está mal, es un indicio de que las cosas pueden mejorar.

Piedras que hablan

-Además, estás haciendo un trabajo sobre arqueología para Canal 22 que se llamará Piedras que hablan, ¿de qué tratará?, ¿por qué te interesa la arqueología?
-Siempre me ha interesado este tema. La arqueología y sus hallazgos han aparecido en varios de mis libros como en El disparo de Argón, también en mi novela Arrecife, y tengo una novela ilustrada en donde también manejo este tema, en La calavera de cristal. Para Canal 22 la intención era hacer una serie de crónicas en las en los principales sitios arqueológicos de México, cuando uno dice los principales sitios nunca son todos. Este país tiene una riqueza extensa de las distintas culturas prehispánicas. Hicimos 13 programas en más de 20 sitios arqueológicos y el objetivo es demostrar la permanente novedad del pasado, muchas veces pensamos que lo que ocurrió en el mundo mesoamericano clásico es algo ya clausurado. Las pirámides están ahí, ya se sabe lo que ocurrió, lo interesante de los arqueólogos es que te ponen en contacto con novedosos esenciales, es un mosaico que se está reinterpretando constantemente.

***
Sólo tuve algunos minutos para conversar con el autor de El testigo. Preguntas y temas se han quedado en el bolsillo. Por ejemplo, sobre su reciente publicación, las cartas cruzadas con Martín Caparrós o sobre ese lúcido ensayo sobre Luis Villoro, su padre, que publicó en la revista Orsai bajo el título “Mi padre el Cartaginés”, en donde enlaza la historia de México con la historia de su familia. Será para otra ocasión.

Juan Villoro nació en la Ciudad de México en 1956. Entre sus premios está el Xavier Villaurrutia, el Mazatlán de Literatura, el Premio Herralde, entre otros. Por el “José Donoso” recibirá 30 mil dólares en el mes de octubre durante la Feria Internacional del Libro en Santiago de Chile.

Imagen: http://bit.ly/QhIijx

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