Freddy Mercury: alguien a quien amar

  • El célebre cantante de la tesitura andrógina y dulce, cumpliría hoy 66 años

Por Noé Cárdenas

Ciudad de México, México, 05/09/12, (N22).-  “Alguien a quien  amar” de Queen sonaba insistentemente en La Pantera y en Radio Éxitos en la frecuencia de amplitud modulada; y en frecuencia modulada, Radio Hits, Rock 101 y W FM –que empezaban a dominar las preferencias de los radioescuchas en los radios de transistores (aún no existía el término “gadget”)-, acaso comenzaron a imponerse como apuesta radial cierta junto a la música Disco con propuestas, si bien comerciales, al menos muy distintas y ya espectaculares que tenían al rock como base fundamental. Promediaba la década de los 70 del siglo pasado.

“Alguien a quien amar” resultaba inmediatamente atractiva por la voz masculina que alcanzaba tonalidades sumamente agudas sin perder firmeza al conseguir una dulzura inquietante en ciertos pasajes solamente asequibles por tesituras femeninas, pero no: se trataba de Freddy Mercury, un súper cantante con una carga carismática pocas veces vista en la historia del rock.
“Alguien a quien amar” era uno de los éxitos de A Day At The Races, el quinto álbum en el historial de Queen. 
Los cuatro álbumes anteriores –que se conocieron en México sólo hasta después de las ventas de A Day At The Races- muestran a un cuarteto muy eficaz de rock duro que supo aprovechar las influencias de cuartetos como The Who, los Beatles, así como lo más esencial de corrientes como el glam rock de T. Rex y otras más barrocas como el progresivo; y –poco más tarde- la experiencia escénica de súper grupos de estadio como Led Zeppelin, atmosferas en las que pronto Queen sería el maestro: baste mencionar el himno «We Will Rock You”, sólo entendible en esos espacios masivos y, paralelamente, “We Are The Champions”.
Freddy Mercury, nacido para ser rockstar, era un solista paradójico que no podía ser él mismo ni funcionar sin el resto del grupo. Los cuatro eran excepcionales y atrevidos en la apuesta glam –o francamente bisexual u homosexual- de su estilo que pronto se convertiría en sello propio. Hay que escuchar los coros de “Funny How Love Is” o de “Rapsodia bohemia”, por ejemplo, para apreciar el grado excepcional de coros andróginos en donde poco importa el género de los ejecutantes.
El sonido Queen no sería tal sin la guitarra modificada del virtuoso Brian May, ni tampoco sin las percusiones francas y escenográficas de Roger Taylor o los bajeos del más joven del grupo, Roger Deacon. 
Era legendaria la presunción de la banda en sus primeros discos de prescindir absolutamente de sintetizadores, cuando buena parte de los grupos de rock los utilizaba, y así fue como consiguieron, si no unirse –ya no estaban en edad-, sí sortear la oleada punk de la segunda mitad de los 70 con un sonido franco y luminoso que se coronaba en los espectáculos masivos, para los que Queen parecía estar hecho en gran medida por el peso escénico y los encantos de Freddy Mercury.
Poco a poco, Queen se convirtió en un grupo de éxitos más que de álbumes, más de pop que de rock. Varias generaciones corean aún “Don’t Stop Me Now”, “Another One Bites The Dust”, o “I Want To Break Free”, rolas que aún hoy suenan tan frescas como cuando fueron lanzadas.
Acaso Freddy Mercury no sea el mejor modelo para usarlo de protector de pantalla, pero su voz –madurada por el gusto de los escuchas desde hace ya 40 años- consigue decir mucho más de lo que ya las letras de por sí emotivas dicen, y eso hace de Freddy Mercury un ánima perdurable.
12AM

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