UNAM estudia causas y consecuencia de los «contaminantes emergentes»

Ciudad de México, México, 01/08/12, (N22).- Un equipo de investigación de la Facultad
de Química (FQ), encabezado por Araceli Peña Álvarez,
desarrolla un método de identificación y determinación
de contaminantes emergentes en vegetales como la lechuga, el perejil
o la espinaca.

Se trata de un proceso con múltiples
ventajas sobre los que ya se usan. Entre ellas, la considerable reducción
del tiempo de análisis, la sensibilidad y la realización
simultánea del estudio de todos los compuestos, aunque sean
de diferente naturaleza o polaridad.

La científica explicó que un
contaminante emergente es cualquier producto antropogénico
y genobiótico utilizado por las personas para cubrir necesidades
generales de la vida diaria, de cuidado personal o con motivos cosméticos,
que se desechan y se hallan principalmente en aguas residuales.

A diferencia de los desechos tóxicos,
que sí están regulados, los emergentes se tiran sin
control: fármacos, cosméticos caducos y fragancias,
entre otros, que a la larga, podrían generar daños a
la salud, aunque eso no se ha probado; además se liberan a
través de la orina, aclaró la experta.

Las plantas de tratamiento están diseñadas
para remover otros compuestos, pero no los de este tipo. En México,
el agua residual tiene diferentes usos después de ser tratada;
entre ellos, la recarga de lagos artificiales y el riego de cultivos.
De ese modo, los vegetales comestibles podrían contaminarse.

En agua y sedimentos de plantas de tratamiento,
Peña Álvarez y su equipo hallaron fármacos y
desinfectantes como ibuprofeno, naproxeno, diclofenaco, carbamazepina
e, incluso, estrógenos como estrona. De éstos, los identificados
en las muestras vegetales provenientes de cultivos de Xochimilco fueron
el bisfenol, y en mayores concentraciones, el triclosán, desinfectante
de uso común en dentríficos, jabones y talcos.

La universitaria aclaró que es el
primer trabajo que hacen al respecto, y que aún se requiere
llevar a cabo un muestreo representativo. “El análisis
es preliminar, pero sí encontramos este compuesto en concentraciones
muy bajas”, del orden de 0.5 nanogramos por gramo, es decir,
partes por billón.

Ante la importancia del problema, se requiere
no sólo el desarrollo de métodos para identificación,
sino de cuantificación y, posteriormente, para determinar los
efectos tóxicos.
Para llegar a esos resultados, “propusimos
el método de extracción con barra magnética (SBSE,
por sus siglas en inglés), que consiste en colocarla recubierta
con una sustancia que absorbe ese tipo de compuestos. Después,
ya concentrados, se desorben y se inyectan en el sistema de identificación,
que en este caso es cromatografía de gases acoplado a espectrometría
de masas (CG-EM)”.

A diferencia de otros métodos, como
cromatografía de líquidos, éste tiene ventajas,
como el tiempo de análisis (de hasta más de 16 horas
de acuerdo con el tipo de compuesto, a sólo una) y los pasos
mínimos de preparación de las muestras.

Las matrices vegetales elegidas fueron lechuga,
perejil y espinaca, que primero requieren ser liofilizadas, es decir,
deshidratadas. De ahí se pasa al análisis, se toma una
cantidad de miligramos y se adiciona una mezcla de disolvente para
hacer una extracción previa con ayuda de una sonda ultrasónica.
Después, se coloca la barra magnética, se ajusta el
pH y se hace la extracción por alrededor de media hora.

Luego, abundó, se retira la barra
y se adiciona un disolvente, en este caso acetona, y se desorben los
analitos (compuestos contaminantes).

Antes de inyectarlos en el equipo de gases-masas,
se derivatizan, es decir, se modifica su estructura química
con una reacción para que sean volátiles. Todo el proceso
hasta la obtención de resultados dura alrededor de dos horas.

Peña reconoció que se pudieron
identificar los compuestos, pero no cuantificarlos de manera adecuada,
porque están a una concentración muy baja, “lo
que indica que tenemos que bajar los límites. La precisión
debe ser mayor, con un coeficiente de variación menor, para
que sea confiable”.

Esa meta no se ha alcanzado porque no se
entienden bien a bien las interacciones existentes entre las matrices
vegetales y los analitos. “No hemos encontrado cómo resolver
esas relaciones y que nuestro método sea más preciso.
Falta mucho por mejorar”.

Los primeros resultados de esta investigación
ya fueron presentados en el XXV Congreso Nacional de Química
Analítica. Además de ser parte de una tesis de maestría,
será dada a conocer en artículos de revistas especializadas
en cromatografía o preparación de muestras, finalizó
la científica.
Foto: http://bit.ly/NUFpGZ


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