UNAM advierte sobre el consumo de sustitutos de azúcar

DISTRITO FEDERAL, México, 30/03/12. (N22).- Cada vez más, jovencitos de bachillerato y secundaria, e incluso niños de primaria que no quieren incrementar su ingesta de calorías, consumen sustitutos de azúcar, sin saber que podrían constituir un riesgo innecesario para la salud, aseguró Patricia Ramos Morales.
La encargada del Laboratorio de Genética y Toxicología Ambiental, y coordinadora del Banco de Moscas de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM, explicó que en la especie Drosophila melanogaster (mosca del vinagre, que comparte muchos genes con los humanos), los edulcorantes modifican en mayor o menor medida su desarrollo; lo más grave es la afectación de la diferenciación genital.
En un principio, esos sustitutos son alternativas para personas que tienen problemas de diabetes u obesidad; se trata de una opción que busca dar una mejor condición de vida a esos pacientes, pero en quienes no tienen esos problemas podrían ser dañinos.
De las marcas comerciales, una de ellas contiene aspartame, sustancia que no se sugiere para personas que padecen fenilcetonuria, enfermedad metabólica donde se generan sustancias derivadas, como la fenilalanina; entonces, no pueden degradarla y les produce una reacción tóxica. En niños, puede llevar a una afectación irreversible del sistema nervioso, comentó la universitaria.
Ese producto está diseñado para consumirse en alimentos ya hechos, pero si se utiliza en un proceso de cocción y se somete a temperaturas elevadas, o a condiciones de acidez como la de un jugo de naranja, se rompen sus moléculas y se produce metanol.
Este alcohol produce ceguera; más adelante se puede generar formaldehído, tóxico para el sistema nervioso, afecta las funciones motoras y es cancerígeno.
Por todo ello, “para quienes no tienen por qué ocuparlo, pero lo usan como alternativa para no subir de peso, podría ser un riesgo”. Además, hay que considerar los efectos de un consumo sostenido y a largo plazo.
Ramos Morales utiliza las moscas de Drosphila melanogaster, organismos de ciclo de vida completo. Es decir, a 25 grados centígrados, las hembras ponen un huevo y a las 24 horas sale una larva, que es muy voraz y acumula gran cantidad de energía para efectuar un proceso de metamorfosis que lo llevará a ser un adulto con alas.
En las larvas es posible observar una parte de la formación de tejidos y órganos, abundó la académica. Las que se cultivan con azúcar y con la marca comercial de edulcolorante se convierten en adultos en apariencia iguales; no obstante, luego de ser sometidas a pruebas de coordinación motriz, conducta, coordinación, orientación y resistencia, surgen las diferencias.
Por ejemplo, las que provenían de larvas cultivadas con azúcar vuelan al contacto con el agua; las alimentadas con edulcorante no se mueven, no nadan, no salen. Ello, no debido a un problema de falta de energía, sino, al parecer, de orientación, resultado de la metabolización del compuesto y la producción de metanol y formaldehído.
También, se estudió si el efecto podría ser hereditario o si se afectaba la fertilidad, «y vimos que la diferenciación genital sí puede ser alterada, aunque –aclaró– sólo en las moscas más sensibles».
Se continuó el estudio para determinar qué pasaba con la conducta y cómo se impactaba en otras características, como la tendencia a desarrollar procesos cancerosos. «El edulcolorante comercial mostró una débil actividad de inducción de mutación somática; el problema no es que sea artificial, sino que en el proceso de metabolización genera sustancias que en determinado momento pueden ser tóxicas».
Por ello, aclaró, es importante conocer para cualquier alternativa alimentaria y farmacéutica cuáles son las consecuencias de su uso a corto, mediano y largo plazos, y en diferentes concentraciones y condiciones del consumidor.
Lo ideal, continuó, es usarlos en las cantidades y concentraciones que los individuos requieren, no en toda la población, porque no hay información que indique cuáles pueden ser las posibles consecuencias.
El estudio de Patricia Ramos pasará ahora de ser cualitativo (identificar a las moscas sensibles), a cuantitativo. «Queremos mostrar con números, con datos duros, hasta dónde el modelo es sensible y muestra el efecto del tratamiento».

Foto: http://bit.ly/HnXg9d
121MAG 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *