Redacción/CDMX
Cuando algunos animales, como los gatos, se asustan pueden aparentemente aumentar sus dimensiones al erizar su pelaje.
El mismo efecto parece aplicar cuando los humanos, que alguna vez estuvimos cubiertos de vello, reaccionamos ante un estímulo, como al sentir el toque de un cubo de hielo en la nuca.
Entonces la piloerección es una respuesta para tratar de ahuyentar a los depredadores.
Esta respuesta orgánica aún está presente en parientes cercanos como los chimpancés, aunque en los humanos no es tan evidente porque hemos perdido mucho pelo.
De tal forma, la piel de gallina es un reflejo vestigial que, a pesar de ya no cumplir la función de espantar depredadores, lo que hace es activar el sistema nervioso simpático del cuerpo que coordina y regula nuestras funciones corporales inconscientes.
Un estudio de 2020 examinó que este mecanismo, y descubrió que las fibras nerviosas simpáticas podrían provocar que las células madre generaran cabello nuevo durante un periodo prolongado de frío.
Algunas personas son más propensas a que se nos ponga la piel de gallina que otros cuando imaginamos cosas o escuchamos música, puesto que las personas que sienten escalofríos en la columna tienen más fibras que conectan su corteza auditiva con áreas cerebrales asociadas con el procesamiento emocional.
(Con información de Iflscience)