Claudia González/CDMX
Flores, abejas, colibríes, el canto de pájaros y el amor pululan en la primavera una de las cuatro estaciones en las que se divide el año y es considerada una de las más bellas.
Inicia con el equinoccio de primavera, que tiene lugar los 22 y 23 de septiembre en el hemisferio sur, y 20 y 21 de marzo en el hemisferio norte.
Es la estación que se asocia con la juventud, alegría, renacimiento y el amor, en ella los días duran más, los paisajes se llenan de color, los campos de verde, todo está vivo, las personas están más alegres e inspira a crear obras artísticas y musicales como Las cuatro estaciones de Vivaldi.
La palabra primavera, es posible que provenga del vocablo “Ver primum” que quiere decir «estación previa del verano» o “a la entrada del verano”.
Puede también derivar del término en latín “primaevitas” y “primævus”, los cuales, según Virgilio, tienen como significado estar en la flor de la edad. Precisamente por esta razón, se usa el término “primavera de la vida”.
Esta estación ha jugado un rol importante en la cultura y mitología de los pueblos, los griegos, por ejemplo, contaban que el surgimiento de las estaciones se debe al rapto de Perséfone por el dios del inframundo, Hades.
Se cuenta que Perséfone, la hija de Deméter, diosa agrícola y de la tierra, fue llevada por la fuerza al mundo de los muertos, la diosa se entristeció tanto y fue tan infeliz, que a Hades no le quedó más remedio que llegar a un acuerdo, llevando a Perséfone seis meses con él bajo tierra, correspondientes al otoño e invierno y seis meses de vuelta a su casa con su madre, que corresponden a la primavera y verano, Deméter de pura alegría hacía florecer las plantas.
La primavera también se celebraba en otras culturas y pueblos como los celtas, un conjunto de pueblos más o menos parecido, ágrafos y de religión animista, que cada solsticio se reunían para festejar el retorno de la fertilidad y del calor al mundo.
Desde un punto de vista astronómico, las estaciones se deben al movimiento de inclinación del eje de la Tierra, que ocasiona un reparto desigual de la luz solar entre ambos hemisferios, invirtiéndose cada seis meses.
Sea cual sea su nombre, la realidad es que la primavera inyecta energía a todos y es una época de celebración.