Distrito Federal, 24/10/12 (N22).-
Elizabeth Mejía Pérez Campos, coordinadora del Proyecto Arqueológico Toluquilla, informó que esta antigua ciudad, localizada sobre una meseta cercana al municipio querétano de San Joaquín, consta de 120 edificios distribuidos en su cima. Cuartos, plazas y templos se hallan alrededor de sus cuatro canchas de Juego de Pelota.
El nombrado Juego de Pelota 1 que se interviene actualmente, mide 40 m de largo por 9 de ancho, y se ubica en el área de acceso al sitio prehispánico. El espacio está formado por dos paramentos, el edificio de remate, la cancha y un patio al lado oeste.
“En Toluquilla los paramentos son muy rectos y no tienen huellas de haber sostenido aros, por ello, y de acuerdo con los datos que han arrojado las exploraciones, se supone que esta modalidad de juego usaba marcadores de piso.
“Los templos que lo rematan son los más importantes del sitio. El conjunto termina con un patio elevado, cuyas actividades se relacionaron tal vez con los ritos de este juego, que en la época prehispánica tenía un carácter ritual, de lo que se infiere que el pueblo fue un santuario”, explicó la investigadora del Centro INAH-Querétaro.
Elizabeth Mejía detalló que los trabajos de restauración se enfocan en los paramentos de la cancha (de 3.70 m de longitud) y en el edificio de remate, los cuales muestran pérdida de argamasa. Con el fin de consolidarlos, se procedió a la numeración de las piedras que componen los muros y su registro; después se desmontan y vuelven a colocarse ordenadamente usando una variante de la mezcla original.
La construcción de los edificios de Toluquilla en la época prehispánica, se hizo a base de una argamasa de arcilla roja (por su contenido de óxido de hierro) con un poco de cal. “Para la restauración aplicamos materiales afines. De esa manera la conservación queda garantiza por 15 años”, anotó la arqueóloga del INAH.
Elizabeth Mejía Pérez Campos destacó que “en sitios de la Sierra Gorda se han registrado 30 juegos de pelota, todos distintos, sea en cómo remata el edificio, si tienen adosados uno o dos cuartos al paramento, algunos tienen acceso lateral y otros no. Fray Bernardino de Sahagún escribió que cualquier ciudad prehispánica con lustre tenía un juego de pelota, en Toluquilla existen cuatro y en Ranas —un asentamiento cercano— hay tres, lo cual nos habla de la importancia que tuvieron ambos”.
Tanto los habitantes de Toluquilla como de Ranas, dijo, además de dedicarse a la caza y a la agricultura, explotaron el sulfuro de mercurio conocido como cinabrio, el cual era muy preciado en toda Mesoamérica. En Palenque y Copán, ciudades mayas, como en Teotihuacan, se han encontrado restos humanos cubiertos con este polvo rojizo.
Ello hizo de la minería un factor importante en el desarrollo del sur de la Sierra Gorda de Querétaro, ya que pudo realizar la comercialización o el intercambio de ese producto con otras regiones mesoamericanas, acciones evidentes en Toluquilla por los materiales foráneos que se han hallado en las excavaciones de este sitio.
De acuerdo con la doctora Elizabeth Mejía, a lo largo de las investigaciones en Toluquilla han sido excavados los restos óseos de 197 individuos, los cuales se hallaron repartidos en 27 entierros. Varios de ellos —desde neonatos hasta adultos mayores— se localizaron en el llamado Edificio del Espejo, en el área habitacional de la zona arqueológica.
Las pruebas realizadas a las osamentas encontradas en el Edificio de los Espejos, sugieren que los habitantes prehispánicos de Toluquilla inhalaron, ingirieron en agua o alimentos y acumularon en sus huesos el mercurio a lo largo de su existencia.
“Algunas de las muestras, correspondientes a niños, e incluso a fetos, arrojaron contaminación por metales. La pregunta obligada es cómo ocurrió esto, de modo que parte de las investigaciones se han encaminado a conocer si el mercurio fue inhalado, si se consumió mediante alimentos contaminados, o si fue por ingerir agua.
“Actualmente estamos en contacto con especialistas del Centro de Ciencias de la1 Atmósfera de la UNAM, quienes nos ofrecerán una alternativa para profundizar la investigación. Consideramos que los habitantes dedicados a la minería, subían el cinabrio al sitio y aquí lo almacenaban, por lo que la contaminación se dispersaba por varios medios”, explicó Elizabeth Mejía.
Con aproximadamente tres mil 500 visitantes al año, Toluquilla representa asimismo un proyecto autosustentable. Desde su apertura al público hace 15 años, el abastecimiento de agua a la zona arqueológica es gracias a la captación que se da en periodo de lluvias. Además con la instalación de celdas solares también se dispone de luz directa y alterna.
12MAG