El autor israelí no piensa que estos meses sean para pausar la vida y continuar cuando todo esto termine, busca seguir de la mejor manera posible
Ohmar Vera / Ciudad de México
Para Etgar Keret, escritor de cuentos cortos y guionista israelí —considerado el máximo exponente de la narrativa moderna en hebreo, por su capacidad de contar con humor e ironía historias de la vida cotidiana—, la ansiedad, el anhelo y el aburrimiento han sido elementos clave para, que el encierro por la pandemia, sea una de sus épocas mas prolíficas como escritor.
«Es siempre, cuando tengo mayor necesidad, que la imaginación viene, el humor viene y se presenta para salvarme, comúnmente hablo del humor y de la imaginación como una bolsa de aire de un carro, no tienes un botón en tu carro para activar la bolsa de aire, pero si estás en problemas, la bolsa de aire se inflará para salvarte del impacto y yo creo que el covid es como un choque automovilístico.»
Autor de libros aclamados por la critica internacional como Los Siete años de abundancia, La penúltima vez que fui hombre bala, y su más reciente obra Avería en los confines de la galaxia (Fly already: Stories), aprovecha la pandemia como una oportunidad para utilizar el poder creativo que surge de romper con la inercia.
«Creo que el gran problema con la pandemia para muchas personas, incluido yo, es que estamos entrando a un tipo de postura de espera, como si fuéramos un dvd que alguien presiono el botón de pausa, esperamos que las cosas se detengan así; pero yo digo que, en estos pasados nueve meses, que son meses de mi vida, yo no quiero pausar mi vida. Si no puedo vivir la vida de antes, quiero vivir la vida más plena que puedo vivir ahora.
»Hay algo en la pandemia que para bien o para mal rompe la fuerza de la inercia y creo que con nosotros la intensión siempre es romper la fuerza de la inercia, porque mientras la fuerza de la inercia esté a su máximo poder te vas alejando más y más de la autenticidad que es lo que buscamos en la escritura y en el arte.»
Ante los discursos de nostalgia que emergen de la pandemia, Etgar Keret se aleja de la ilusión de recordar un mundo que nunca fue armónico y busca en el silencio revalorar sus prioridades.
«De repente, cuando todo se mantiene quieto, la pregunta de ¿qué es lo que yo quiero? se hace muy presente. Es como una avenida donde se escuchan los camiones pasar todo el tiempo y de repente, cuando se vacía la avenida, puedes escuchar los grillos, los pájaros; en la pandemia te puedes escuchar a ti mismo, tus anhelos, tus miedos, todas esas cosas que alejaste cuando estabas demasiado ocupado en suscribir a las necesidades de otros, a tus necesidades económicas. Al final en un tipo de balance donde perdimos mucho, como perdimos en la pandemia, es bueno reflexionar en lo que podemos ganar.»
Tal ponderación, lleva al cuentista a reconocer nuestra naturaleza como sociedad y como cohabitantes del planeta Tierra.
«Entonces, cuando veo la pandemia, veo una cosa: que la pandemia nos ha probado que nos mantenemos de pie y caemos como una sociedad, no como individuos, hay esos americanos ricos que dicen, “soy rico, hago deportes, tomo mis vitaminas, estaré bien”, pero mientras haya alguien que esta mal pagado, que no tiene seguro médico y que puede contagiarse del virus, tú también te vas a contagiar, o estamos todos sanos, o todos vamos a morir, ¿sabes?»
Al final, dice Etgar Keret, nos damos cuenta de que como sociedad e individuos, no íbamos por tan buen camino.
«Para todo líder, presidente o primer ministro de casi todo el mundo, ¿cuál es la parte mas importante de su presupuesto? El 90% diría que su ejército, “necesitamos tener una armada fuerte, necesitamos tener tanques”; creo que una de las cosas que aprendimos de la pandemia es que necesitamos tener un buen sistema de salud. Nuestro problema no es defendernos de nuestros vecinos, nuestro problema es mantenernos sanos y convivir con la naturaleza y con el sistema ecológico del cual somos parte, porque al final tendremos un gran ejercito pero no tendremos la capa de ozono, y nuestros campos estarán inundados y terminaremos parados sobre los tanques para poder tomar aire para respirar.»