- Emiliano Monge quiere rescatar en su literatura a ese México que nace, crece y vive en la violencia
Por Irma Gallo (@irmagallo)
Distrito Federal, 16/01/13, (N22).-
«México le ha vuelto la espalda al México rural, y se la ha vuelto en educación, en cultura, en muchos aspectos, trágicamente, y la literatura cayó en el mismo error».
Quizá por el racismo que carcome diversas áreas de la acción y el pensamiento de nuestro país, o tal vez porque el Pedro Páramo de Juan Rulfo se considera la cumbre de la literatura de tema campirano, el México rural había estado abandonado de las letras mexicanas. Pero con el Premio Jaén de novela 2012 a Emiliano Monge por El cielo árido, estos escenarios y los personajes que en ellos viven, vuelven a la escena literaria con una fuerza inusitada. Él platicó en exclusiva con N22:
«Yo creo que la literatura cuando es genial, como la de Rulfo, nunca cierra puertas, o sea, siempre abre puertas. La literatura es nuestro Quijote, siempre abre puertas. Y yo traté de asomarme a esas puertas, y traté de reconocerme como parte de una tradición, aunque claro, con todo lo que yo pueda, de manera buena o mala, aportarle, y una mirada personal. Ese México me parece fundamental volverlo a ver y asumir que es la explicación que nos falta para reconstruirnos».
En El cielo árido, la historia de vida de Germán Alcántara, el protagonista, sucede en gran parte del sangriento siglo XX mexicano.
«Necesitaba un personaje cuya vida estuviera vinculada con la historia de México, que permitiera que la historia de su lugar, y la historia personal compartieran esos nudos. Entonces tenía que ser un personaje como Germán, que nace en la violencia, crece en la violencia, se reproduce en la violencia y muere en la violencia, pero de manera natural: una violencia tan inevitable como imprevista, tan inevitable como impredecible», declaró Monge.
Y continúa: «Un hombre que nace en condiciones de pobreza absoluta, con una madre sordomuda, un padre que trabaja en una hacienda casi como esclavo, que regresa solamente de noche y se va en la madrugada, y que no ve a ningún ser humano distinto a su familia nuclear durante los primeros ocho años. Eso te marca. Y luego además, lo que tú decías, que es muy importante, la vastedad del espacio, el cielo abierto. Yo quería que fuera una novela muy animal, la presencia animal es muy importante y quería plantear que el paisaje nos puede también marcar a las personas como marca a los animales».
En El cielo árido, el narrador es poderoso, tiene dominio de la historia y juega un papel fundamental, ya que, según Emiliano Monge, en la literatura contemporánea esta figura se está perdiendo. La novela está editada por Mondadori.
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