Su propuesta no sólo apunta a allanar el camino hacia la derrota de ciertas enfermedades, sino también poder controlar dispositivos tecnológicos con la propia mente
Ciudad de México (N22/Redacción).- El género de ciencia ficción, ya sea a través de novelas o películas, se ha caracterizado por mostrar avances tecnológicos que a veces, dada la complejidad con la que se nos muestran dichos artefactos, los concebimos como algo imposible de que ocurran en nuestro tiempo y, en el mejor de los casos, llegamos a pensar que podrían suceder dentro de muchísimos años.
No obstante, el género también se ha caracterizado por mostrarnos tecnología que, gracias a la ambición de muchísimos científicos y pensadores, cada vez es más tangible para el mundo en el que vivimos: primeros indicios de coches voladores, drones creados para repartir mercancia de plataformas como Amazon, hologramas visuales y robots creados a la semejanza de hombre son algunos de los ejemplos que demuestran cómo la realidad avanza a pasos agigantados para alcanzar lo planteado por la ficción.
En esta travesía tecnológica, Neuralink, uno de los proyectos más ambicioso de Elon Musk, quien está detrás de Tesla y Space X, ha demostrado que está dispuesta a llevar nuestra imaginación todavía más lejos, después de su primera presentación, tras cuatro años de haberse gestado la empresa.
La propuesta de Neuralink es sumamente novedosa, e incluso, podría representar un parte aguas en nuestra forma de concebir el mundo: Unir la mente humana a un ordenador por medio de un chip craneal que se conecte a través de tecnología inalámbrica Bluetooth, con lo que, se augura, podría ser un instrumento que enriquecería enormemente los estudios médicos.
La empresa de biotecnología presentó un dispositivo wearable (es decir, un artefacto electrónico que se incorpora al cuerpo humano, “portable”) de aproximadamente ocho milímetros de diámetro, que se implementará en el cráneo humano para brindar una mayor potencia cognitiva en sus usuarios.
El objetivo del dispositivo es simple: conectar al cerebro con un equipo informático.
En la primera etapa de pruebas se usó un cerdo llamado Gertrude, quien ha portado el chip durante cerca de dos meses.
Durante las pruebas se apreció cómo una computadora, que recoge la información tomada por estos dispositivos, mostraba la actividad cerebral del animal a medida que se desplazaba por el espacio donde se encontraba con una cuidadora.
El objetivo de la prueba fue dar cuenta del nivel de precisión con la que se toman y analizan los indicadores, algo que podría tener múltiples utilidades en el campo de la medicina, entre otros.
El chip fue bautizado como “Link Vo.9” y se presentó como un «Fitbit en el cráneo con pequeños cables». Según el empresario, la idea es que el “Link VO.9” se coloque detrás de una de las orejas del hombre y tres cables, conocidos como hilos flexibles, se conectarán a la parte superior de la cabeza
A través de una pequeña sonda que contiene unos tres mil electrodos conectados a los hilos flexibles, el chip podrá analizar en tiempo real la actividad de mil neuronas del usuario.
Con respecto a la implantación del chip, se necesitará del apoyo de un robot cirujano, construido por la propia empresa, que realice el injerto en una intervención clínica de menos de una hora de duración. Una vez insertado el chip sería invisible, sólo quedaría una pequeña cicatriz, según explicó Musk.
El multimillonario está dispuesto a utilizar la inteligencia artificial para mejorar las características del hombre; en primera instancia, el dispositivo permitirá estudiar enfermedades relacionadas con el cerebro como el alzhéimer, sin embargo, su apuesta va más allá: poder controlar, incluso, dispositivos tecnológicos con la propia mente.
Adelantó que ya está en diálogo con la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, (FDA, por sus siglas en inglés) para eventualmente llevar adelante las primeras pruebas con humanos, aunque todavía no hay fechas precisas para esto.
Sin duda, su visión se sumerge en el mundo de ciencia ficción que nos han presentado películas del género, y por tanto, todavía presenta muchísimas dudas para la comunidad científica.
Por ello, sólo el tiempo nos dirá, hasta qué punto sus visiones, podrán ser realmente tangibles.