Son los objetos que coleccionó esa tercera dimensión a través de la cual narró y descubrió la ciudad y la sociedad que tanto lo hipnotizaba
Ciudad de México (N22/Ireli Vázquez).- «Yo no sé si cuando Carlos Monsiváis inicia su colección llegó a pensar que iba a tener un museo», así lo explica Henoc de Santiago, director del Museo del Estanquillo, un lugar lleno de historias, un lugar que recrea las crónicas de Monsiváis.
El Museo del Estanquillo fue creado en el año 2006 a partir del deseo de Carlos Monsiváis de compartir su colección con el pueblo mexicano. Este museo de encuentra ubicado en una de las esquinas más visitadas del Centro Histórico de la Ciudad de México, entre las calles Isabel la Católica y Madero.
El edificio que lo alberga lleva por nombre La Esmeralda, éste era hogar, a finales del siglo XIX, de una de las joyerías más importantes del país, conocida por el nombre de La Esmeralda Hauser-Zivy y compañía, especializada en la venta de selectas obras de arte, joyas, relojes y cajas de música.
«Carlos Monsiváis inicia su colección por ahí de los treinta años, o quizá un poco menos, y en su deseo de compartir todos sus objetos, su más preciado tesoro con el pueblo de México y con todas las gentes (sic) que nos visitan, fundó este espacio fantástico», mencionó en entrevista el director del Museo del Estanquillo.
Aquí se encuentra una de las colecciones más grandes. Poco más de tres mil piezas forman partes de ella, entre las que destacan documentos históricos, pinturas, fotografías, dibujos, grabados, partituras, caricaturas, miniaturas y maquetas.
«Básicamente, se dedicó a coleccionar documentos interesantes, periódicos interesantes, libros maravillosos, así lo veía los sábado ahí en El Ángel, en el mercadito de la Zona Rosa, fascinado. Ni me acercaba a él porque estaba en trance, así están los coleccionistas cuando adquieren piezas», explicó la curadora Miriam Kaiser.
Museo vivo
Si bien el legado de Monsiváis se podría entender por sus más de noventa libros que abarcan géneros como: la crónica, el ensayo, la autobiografía, la literatura, la antologías, las traducciones y las coautorías, también lo es su variada colección. Una colección que va más allá de los simples objetos.
«El Museo del Estanquillo es un museo de crónica, en donde se ve reflejado su obra literaria, pero con objetos. Muchas veces podemos decir que es la manera de ver en tercera dimensión, y de una manera muy divertida, lo que él estaba escribiendo. Prácticamente las exposiciones que hemos hecho y los objetos que resguarda el museo, tiene una relación directa con cada una de sus libros», menciono Henoc De Santiago.
«¿Cómo vivió?», se cuestiona Kaiser, al preguntarle sobre el hecho de cómo es que pudo mantener tantos objetos resguardados. «No sé, imagínate en su casa, era entre gatos, papeles, periódicos, libros, cuadros, objetos, etcétera, es algo impactante, una maravilla. Yo creo que no conoceremos en muchos años todo lo que Carlos llegó a coleccionar.
Y es que según el director del museo, aún se están incorporando piezas a las bóvedas del recinto ya que la familia del maestro aún sigue entregando a la colección.
El gran curador
«Él fue un curador porque realmente todos los objetos que fue adquiriendo no los adquirió a lo loco. Él tenía un excelente, y siempre hemos dicho, “ojo curatorial” y todos los objetos, documentos históricos, algunas incluso piezas de arte popular, las escogía pensando que tuvieran una referencia con el desarrollo de la cultura y la política, y la historia nacional», mencionó Henoc De Santiago.
El legado
Dentro del Museo del Estanquillo se han expuesto poco más de cincuenta muestras. En donde se han podido observar obras de Teodoro Torres y Susana Navarro, Roberto Ruiz, Teresa Nava, Claudio Linatti, Constantino Escalante, José Guadalupe Posada, Julio Ruelas, Leopoldo Méndez y el Taller de la Gráfica Popular, Miguel Covarrubias, Lola y Manuel Álvarez Bravo, Mariana Yampolsky, Nacho López, Héctor García, Armando Herrera, Vicente Rojo, Francisco Toledo, Rafael Barajas “El Fisgón”, Andrés Audiffred, Alberto Isaac, Eduardo del Río “Rius”, entre otros.
«Al final de sus años se dio cuenta de que realmente no era posible mantener en orden y en buen estado de conservación tantos objetos y así ya empezó a rondar en su cabeza la posibilidad de hacer un museo. Yo creo que disfrutó al final de su vida el poder ver. Le tocó estar prácticamente en los trabajos de restauración del edificio de La Esmeralda. Yo me imagino la ilusión de Carlos de haber dicho “este espacio va a ser mi museo, va a resguardar mis colecciones”, y creo que en el fondo Carlos fue muy generoso porque sí, siempre quiso compartir con los demás su pensamiento», concluyó el director del museo.
En este espacio la gente se puede sentir identificada. Aquí no importan las clases socioculturales o económicas. Aquí la edad no es factor de distinción. En este museo se tocan todos los movimientos sociales y políticos que han atravesado al país. Eso es lo que identificaba la labor periodística de Monsiváis, y es así como se caracteriza su legado.
«Es un museo para todo público. Lo mejor, nadie sale sin estar tocado y sin ganas de regresar, te gana la curiosidad de saber con qué van a salir la próxima vez» mencionó Kaiser.
Imagen de portada: cdmxtravel.com/León Muñoz