Tras la muerte del general, una especie de héroe para su país, el líder supremo de la teocracia iraní ha dicho, durante el funeral de éste, que habrá una «dura venganza»
Ciudad de México (N22/Redacción).- Jefe de la Unidad de la Fuerza Quds (fuerzas de élite que responden directamente al ayatolá) del cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, Qasem Soleimani murió el 3 de enero del 2020 a causa de un ataque aéreo perpetrado por las fuerzas militares estadounidenses en Irak. Tras la caída de esta figura clave en la organización política y militar de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, líder supremo de la teocracia de Irán, ha dicho, durante el funeral de éste, que habrá una «dura venganza».
Con veinte años de edad, Soleimani comenzó a luchar en los años ochenta y rápidamente se movió en ascenso en la jerarquía militar iraní en el marco de la guerra entre Irán e Irak. Fue comandante del cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica y durante la invasión de EEUU a Irak, en 2003, Soleimani fue una figura clave en la organización para eliminar a las fuerzas estadounidenses. Además de ser también un personaje fundamental para mantener en el poder al dictador sirio Bashar Al-Asad.
Desde los años noventa, en manos de Soleimani recayó la proyección militar hacia el exterior de la república islámica de Irán, esto en palabras del especialista internacional Claudio Fantini. Además de proyectar también las fuerzas de Hezbolá más allá de Líbano, fuerza que fue aliada a Soleimani. Éste supo unir las facciones chiítas y las dirigía contra la presencia norteamericana en Irak.
En 2007 EEUU ya buscaba eliminar a Soleimani; pero es el ataque de una filial iraquí de Hezbolá contra una base estadounidense en la que murió un contratista de ese país la que desata esta serie de contraataques que culminaron con la muerte de Soleimani. En respuesta, EEUU atacó varias bases del Hezbolá iraquí, esto en palabras del especialista argentino en una entrevista con El Doce. Esos ataques dejaron como saldo la muerte de 25 personas. A este respuesta, se respondió, nuevamente, con el ataque a la embajada de EEUU en Bagdad. Los focos rojos se encendieron por completo.
Tras la muerte de este «militar estrella», una suerte de héroe para los iraníes y para el chiísmo en la región, en la proyección de Fantini, difícil es que los iraníes no devuelvan el golpe. Una acción, en la visión de este especialista puede ser el hacer que una de las células de Hezbolá, distribuidas en muchas partes del mundo, ataquen algún blanco de EEUU; o continuar y acelerar el camino iniciado por Soleimani: «lanzar a las milicias chiítas iraquíes pro Irán contra las bases norteamericanas y contra los intereses norteamericanos buscando sacar a los EEUU de Irán».
En palabras de Peter Bergen, analista de seguridad nacional de CNN, los ataques que habían sido perpetrados por los iraníes buscaban hostigar a EEUU y sus aliados, pero no para provocar una guerra.
El cuerpo de Soleimani, tras el funeral, será trasladado de Teherán a Qom y luego a Keman, donde nació.
«La sociedad iraní está dividida en su apoyo o rechazo con más o menos matices al régimen de los ayatolás. La crisis económica que vive el país, agudizada por las sanciones de EEUU, ha provocado un malestar frente al gobierno que se ha traducido en importantes protestas durante el último año. La represión de los manifestantes fue despiada y, según Amnistía Internacional, concluyó con unos 300 muertos y miles de detenidos. Sin embargo, no hay nada que una más a la sociedad que una agresión externa, tal y como es percibido el asesinato de Soleimani, figura reverenciada en el interior de Irán desde la guerra con Irak incluso por aquellos que no simpatizan con las ideas de la Revolución Islámica. El nacionalismo, en Irán como en otras partes del mundo, es un fuerte pegamento social», escribe Andrés Mourenza en el diario El País.
¿Hasta dónde puede llegar la escalada de violencia?
Fuente: El Doce, CNN y El País