- El vocalista distorsionaba su voz con un filtro pegado a su boca para emanar aullidos, maullidos y ráfagas de viento que se extendían después de atravesar el micrófono
Ciudad de México, México, 24/03/14, (N22).-
Las Brisas
Cientos de personas esperaron de pie bajo el escenario, el lugar que ocupaban se convirtió pronto en una pista de baile primitivo al ritmo de las computadoras. Así sucedió con la entrada de Las Brisas, que en realidad se tornaron como cuatro huracanes de sonidos llegados de los cuatro vientos. Esta agrupación de mexicanos hizo agitar brazos y piernas a los asistentes, mismos que se retorcían con el ritmo electrónico y el ‘drone ambient’ proveniente de las computadoras. Los instrumentos parecían las versiones actuales de aquellas nostálgicas cajitas musicales, pero con cables comunicando a las máquinas entre sí, enredadas por el suelo, como tripas de algún robot con los sesos esparcidos por fuera para buscar en su interior el espíritu musical que se lució durante casi una hora.
A sus espaldas, las imágenes geométricas parpadeaban con el loop que marcaba el compás de la percusión programada; el vocalista distorsionaba su voz con un filtro pegado a su boca para emanar aullidos, maullidos y ráfagas de viento que se extendían después de atravesar el micrófono. La animación urbanizaba visualmente el escenario que compartían los cuatro músicos, como cuatro brisas venidas de cada punto cardinal y que se encontraban en un solo lugar para interpretar canciones de este proyecto mexicano.
Omar Souleyman
Este concierto ofreció la experiencia de mezclar diferentes culturas a través de un lenguaje universal: la música. Al llegar el momento esperado, la presentación de Omar Souleyman, tornó una noche que desvaneció brechas y distancias culturales. Souleyman es un cantante que desde Siria ha logrado llevar la música de sus raíces en su lengua originaria como es la árabe, a festivales como el de Glastonbury, Coura en Potugal, Chaos de Texas e incluso a un lugar permanente como fue el disco Biophilia de Bjork. Su colaboración consistió en un remix del sencillo ‘Crystalline’ titulado ‘Omar Souleyman remix’. El pasado 21 de marzo tocó turno al Centro Cultural del México Contemporáneo ubicado en los terrenos de la Plaza de Santo Domingo.
Los movimientos electrónicos pasaron a transformarse sobre los cuerpos, mismos que buscaban asemejarse a los bailes folclóricos del ‘dabke’, un baile popular de Oriente que se realizaba en bodas y fiestas locales de Siria y otros países de la región, eventos populares que fueron la raíz de la carrera musical de Souleyman. Fue a los 30 años de edad cuando se inicio en el mundo de la música teniendo como escenario dichas celebraciones.
El silencio se rompió con la percusión y las liras provenientes del teclado, luego vino la voz de Omar de un lugar misterioso para hacer presencia minutos después sobre el escenario, las ovaciones recibieron su gesto inmutable. Sus características gafas negras y la especie de turbante (keffiyeh) sobre su cabeza reafirmaron la presencia del músico. La mezcla de música árabe, ‘dance’ y electrónica, ha logrado ampliar su público, como pocos, sin alterar el folclor de la esencia y raíz de su música.
Pero Omar Souleyman no llegaba solo, le acompañaba su músico Rizan Sa’id, quien dio una cátedra de virtuosismo en toda la extensión de la palabra, cada sílaba podría repetirse cien veces para completar el adjetivo que este señor merece. Sus brazos y manos fueron dos, pero cada uno de sus dedos parecían independizarse del resto y a la vez, extenderse como una alfombra mágica que transportaba la voz y sus sonidos.
Percusiones, armonía, liras, sonidos de viento, violín, el ney y demás resonancias orientales, sirias, iraníes y electrónicas, se expandían por todo el recinto; sin embargo, a diferencia de lo que se escuchaba, sobre el escenario solo se encontraba Rizan frente a su teclado de dos niveles al costado de Omar; con una mano ejecutaba una escala perfecta mientras que, al mismo tiempo, se encargaba de la percusión con la otra.
‘Warni, warni’ de su disco Wenu, Wenu fue la canción más coreada y con la que inició la boda donde se casó el público con la genialidad de estos dos músicos.
Omar Souleyman cuenta con 500 álbumes grabados en vivo y en estudio, en diferentes formatos, la mayoría de ellos en casetes que circulan principalmente en lugares como Siria o Turquía, grabaciones copiadas entre sí que posteriormente salen a la venta en kioskos locales y que fueron hechas en eventos populares. Actualmente Sublime Frequencies es el sello discográfico de este proyecto musical, mismo que firmó su más reciente disco Wenu, Wenu. En 1997, Mark Gergis, colaborador de dicha compañía se topó en un viaje con un casete de la música de Omar, grabado en una de tantas bodas en las que se presentaba, lo que ayudó a dirigir el camino.
Para la clausura de Aural
El concierto se realizó como clausura del Festival Aural, en el marco del Festival del Centro Histórico, y que en días pasados tuvo en su cartelera otras propuestas musicales como la presentación de la banda de noise japonesa Melt-Banana y el proyecto del baterista con Black Pus en el Casino Metropolitano, el noise y drone de Thomas Köner y Rashad Becker, y el jazz experimental de Wadada Leo Smith Golden Quartet y Charlemagne Palestine.
Pese a que el anuncio citaba al Palacio de la Escuela de Medicina como sede de la clausura del Festival Aural, el cambio de última hora al Casino Metropolitano, afortunadamente resultó atinado.
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