Una historia que transita del thriller policiaco al cine de horror y da cuenta de una cruda realidad, y una serie de crímenes atroces
Ciudad de México (N22/Julio López).- ¿Qué tan lejos estamos en México de vivir actos terroristas, ver a personas cegadas por el odio o el fanatismo asesinando seres inocentes, niños indefensos masacrados sin piedad? Así inicia la Belzebuth, una película de horror protagonizada por Joaquín Cosío.
“Creo que Belzebuth se impregna o nos muestra, nos incita a pensar o imaginar este México contemporáneo, este México atroz, terrible, que da miedo y que nos asusta, de esta violencia sin sentido, una violencia absurda. Si bien la violencia nunca tiene sentido en este caso hablamos de una violencia demencial”, dice Cosío.
Este es el cuarto largometraje del director mexicano Emilio Portes quien fiel a su estilo nutre sus historias con personajes cotidianos y situaciones que si bien son ficción, no se alejan tanto de la realidad. Aquí entremezcla ritos paganos con creencias populares, la religión católica con ceremonias satánicas; en este filme los narco-túneles pueden convertirse en el lugar donde habita el mal.
“La película está planteada desde el guión de Luis Carlos Fuentes”, dice Emilio Portes su director. Yo lo trato de adaptar en la frontera entre México y Estados Unidos que es un lugar muy complicado, pero justo hace que las cosas catalicen o esponjen o crezcan en ese sentido.”
Belzebuth plantea de manera superficial varias problemáticas sociales que al final se vuelven de suma importancia para dar credibilidad a la historia, una de ellas es la violencia que se vive en el país. México se ha convertido en un lugar en donde la muerte se ha vuelto algo cotidiano. Baja California ocupa el primer lugar en homicidios dolosos, 285 de enero a noviembre de 2018; la película se filmó en la capital del estado, Mexicali. Esta cruda realidad, es utilizada por el director para desarrollar un guion cimentado en torno a una serie de crímenes atroces.
La trama se centra en Emmanuel Ritter (Joaquín Cosío), un policía que vivió en carne propia una tragedia familiar. Ahora simplemente ve la vida pasar, indiferente ante el sufrimiento de los demás. Como todo personaje atormentado no puede escapar de su pasado; sin embargo, el destino le brindará la oportunidad de averiguar quién estuvo detrás de la muerte de sus seres queridos. Junto con un grupo de expertos norteamericanos iniciará una ardua investigación para dar con el responsable de una ola de ataques terrorist. Lo que descubrirá contradecirá su lógica.
“Es un personaje atormentado y sometido a esos posibles rencores y amargos momentos que persisten en su cabeza. Es muy posible que en esta historiografía cultural es donde el demonio encontraría la oportunidad para entrar. La construcción de Ritter fue eso: partir de esa oscuridad muy humana, que puede llamarse venganza, que se le puede llamar odio o que se le puede llamar resentimiento, pero lo cierto es que la posesión consiste en dar salida al odio más profundo y al deseo más terrible para lastimar a los otros”, precisa Cosío.
El verdadero reto fue lograr transitar de manera creíble de una película que inicia como un thriller policiaco a un filme de horror donde está presente el mundo de lo esotérico, donde hay cabida para demonios y exorcismos, una tarea nada sencilla de la que salen bien librados.
Belzebuth, junto con Vuelven, de Issa López, son de los pocos largometrajes de género que destacan por su calidad y propuesta en los últimos años.