Homenaje a Ignacio Padilla en Madrid

Jorge Volpi, Ana Pellicer, Fernando Iwasaki y Juan Casamayor, se reunieron para recordar al escritor mexicano en Madrid 

 

Madrid (N22/Francina Islas).- Grandes amigos y admiradores de la obra de Ignacio Padilla, se reunieron para rendirle homenaje en el Instituto Cervantes, de Madrid. Entre risas y melancolía, recordaron su admiración por el Quijote y debatieron sobre la frontera entre la ficción y la realidad de algunas de sus anécdotas.

Ana Pellicer, doctora en literatura, comenta: «era que él tenía unas cintas del Quijote que se ponía cuando iba en la carretera de Querétaro a la Ciudad de México y entonces sólo escuchaba eso por tanto él se sabía de memoria fragmentos infinitos del Quijote y te los podía recitar.»

Para el escritor, Fernando Iwasaki, «siendo todos borgeanos, siendo todos cortazarianos, siendo todos grandes deudores de los grandes autores latinoamericanos como Felisberto (Hernández), como Bolaño, como Onetti, Nacho le agrega esa mirada hacia la cultura popular, hacia ese mundo marginal que hoy ya es un mundo también canónico del cine, la televisión, de los cómics, eso ya estaba en las obras de Nacho en sus primeros libros de cuentos y en ese sentido estamos en deuda con él, porque él abre un camino por el que luego hemos seguido transitando todos.»

En este homenaje, también se analizaron distintas aportaciones de su obra reunida en la Micropedia. Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma: «la Micropedia es una piedra angular, no sólo diría de la obra de Nacho, sino de la literatura mexicana y no sólo de la mexicana, sino de la literatura en español, es una suerte de catedral construida de más de dos décadas, donde la anticipación, la planificación, la idea de un mundo poblado por monstruos, por criaturas, por animales imposibles, por quimeras, por androides, por muñecas ahogadas, todo ello formó parte de esta tetralogía que es una suerte de tetralogía total.»

Pero sin duda, el momento mas desgarrador del homenaje, fue cuando Jorge Volpi dijo sentirse como uno de los protagonistas del cuento “El carcinoma de Siam”, de Nacho Padilla.

«El cuento termina cuando uno de estos dos hermanos, justo el que bebía, se da cuenta que ha llegado solamente un hígado para salvarlo y en cambio, el hermano siamés que tiene al lado, ha muerto precisamente por eso y creo que eso es lo que me pasa ahora a mi, creo que yo soy el hermano siamés sobreviviente que en el cuento es el malo, el hermano bueno es el que se muere y esa es la sensación que no puedo dejar de tener en este día en la que me falta, aunque a veces no lo soportara, esa otra mitad que para mi era Nacho Padilla.»