En su primera incursión en el cine, la artista visual Lisa Miller se introduce en el campo bávaro donde creció para arrojar luz al entramado social alemán y a la influencia que ahí ha ejercido la ultraderecha
Nuevo León (N22/Huemanzin Rodríguez).- Lisa Miller es una joven alemana que estudió en Madrid y Londres. Es artista visual y Ruido rural es su primera incursión en el cine. Habla muy bien el español y tiene una actitud muy amigable. Nació en un pueblo de Bavaria, esa rica región de Alemania célebre por su ostentosa ciudad Münich y el Oktoberfest. Ha venido a México para presentar su película estrenada en su país hace unos meses, primero visitó la Ciudad de México como parte de las actividades de la 17 Semana de Cine Alemán, y después viajó a Nuevo León para participar como invitada en el Festival Internacional de Cine de Monterrey, y en el III Encuentro Norestense de Mujeres el Cine. En el café de la Cineteca de Parque Fundidora nos encontramos, trae un vestido azul que contrasta con su piel blanca y cabello oscuro, y resalta sus ojos claros y expresivos.
¿Por qué decidiste hacer una película de ficción?
Me gusta mucho trabajar con conceptos, y creo que como directora en esta película he trabajado con conceptos, pero lo que más me gustó de hacer Ruido rural es contar historias. También decidí hacer esto por el público que puedes lograr con el cine, porque trabajar en el mundo del arte es como trabajar en una burbuja y al final siempre tienes el mismo público que forma parte de una élite. Yo quería crear algo abierto para cualquier tipo de personas. Y por eso también me decidí por un género tan popular como el heimatfilm, mi película está ambientada en el mundo rural en Bavaria, la gente va a ver mucho este tipo de cine aunque mi objetivo era hacer otra cosa de este género.
El género llamado heimatfilm es una visión romántica y divertida del campo. Tu película es divertida pero también crítica.
Escogí un pueblo de 600 habitantes, hice un viaje de lo urbano a lo rural. En realidad no salí al campo, soy del campo, volví a él. Y decidí contar esto. El heimatfilm surgió en Alemania después de la II Guerra Mundial. Alemania estaba destruida y la gente quería ver las montañas y paisajes verdes con historias para el corazón. Al paso de los años hubo corrientes diversas en el heimatfilm, por ejemplo en los años sesenta las películas eran súper socialmente críticas. En los últimos años se modernizó pero el género quedó un poco estancado en la comedia. Por otro lado, decidí contar Ruido rural porque hay pocas historias situadas en el campo, y las que hay muchas veces son romantizadas, exóticas y muy kitsch, porque te muestran un mundo intacto. Las heimatfilm son como las películas rancheras aquí. Y se necesita otra representación del campo y de la gente del campo.
El campo en Alemania está olvidado, tan olvidado como en países en vías de desarrollo. Está poco habitado y la pobreza es cotidiana, es la tierra de cultivo donde los partidos de ultraderecha inoculan sus ideas.
Es cierto, pero hay pequeñas diferencias. El campo alemán es distinto según la zona. Por ejemplo, en Bavaria hay mucha gente en el campo, la gente se va a estudiar a las ciudades pero vuelve. Sin embargo, hay pobreza y muchas drogas, nadie habla de eso porque la idea que la gente tiene de Bavaria es como si fuera el paraíso. Sobre los partidos de derecha han ganado más votos es en los territorios de Alemania del Este, justamente porque en mi opinión, la gente de ahí fue abandonada después de la reunificación, sin desarrollos importantes ni trabajo. Pero eso no necesariamente que hace que la gente vote por la derecha. En Bavaria, en los pueblos cercanos a las ciudades, han votado por la derecha pero ahí es por el miedo a perder sus privilegios. Es cierto que la gente de los pueblos suele ser más conservadora y cerradas que en la de las ciudades. Pero también es responsabilidad de nosotros porque no conversamos entre sí, la élite cultural no conversa con esas personas, quienes estamos interesados en el arte y la cultura nos hemos separado mucho en la sociedad alemana.
¿Esa gente no está representadas en el arte o el cine?
Sí está representada pero, por ejemplo, mi película la he filmado en dialecto bávaro, normalmente en la televisión y en el cine en Alemania cuando alguien usa el dialecto es en un contexto de humor o de burla. Es una persona vulgar o de mal gusto, con poca educación, que tiene que ser graciosa. Entonces solamente puedes ser gracioso si hablas un dialecto.
¿El uso del dialecto en tu película es un acto político?
Sí.
En tu película hay circunstancias y anécdotas sutiles en los personajes que nos reflejan los debates actuales en la sociedad alemana, como la migración.
Es que lo he vivido. Hace unos años caminaba por el bosque y me encontré con cinco somalíes, antes en esa zona no había gente negra y de pronto cambió toda la imagen. Eso ha detonado muchas ideas en las familias con connotaciones al miedo y al resentimiento. Eso me enoja mucho de mi sociedad. Pero a la vez, intenté entender esos miedos para quitarlos, para entender la historia del país en el que vivo y la política de esos políticos a los que no he votado pero que me representan, ellos han cambiado la forma de hablar y el lenguaje ha perdido toda moral. Es por eso que creo que debemos hablar de la migración, aunque no es el tema principal de mi película lo es para uno de mis personajes porque quería hacer el análisis de ese microcosmos, ese análisis no es posible sin la migración.
La manipulación y corrupción del lenguaje es moneda de cambio en la política, la publicidad y los medios de comunicación. ¿Cuál es el peso del lenguaje en tu película?
En términos de lenguaje audiovisual intenté estructuras más posmodernas, para buscar una transformación entre la tradición y lo moderno, combinarlo. En cuanto a los diáologos en el dialecto de Bavaria muchos los escribí, otras veces los improvisamos. El lenguaje tanto en forma como en dialecto, es muy importante en la película. Y sobre la manipulación, es el poder que tienen los políticos quienes ahora mismo en Bavaria, que es donde nací, están infiltrando miedo a la gente a través del idioma.
Has participado como invitada en el III Encuentro Norestense de Mujeres en el Cine. En Alemania hay espacios para las mujeres en el audiovisual, que han sido pocos si revisamos la historia. Hoy en tu país hay más que antes. ¿Crees que ya estamos en mejores condiciones para la equidad de género?
Estamos en el camino, eso creo, si comparamos a la generación de Fassbinder ahora tenemos muchas más mujeres. Pero si miras los números no lo es tanto, de las universidades egresan casi la misma cantidad de hombres y mujeres pero en la industria de la televisión, según un informe del 2014, el 90% eran hombres y 10% mujeres; y en el cine 80% hombres y 20% mujeres. Los presupuestos para hacer cine son muy menores para las mujeres. Parece que esos números no han cambiado tanto en los últimos cuatro años. Sí ha mejorado la situación pero eso no tiene nada que ver con talento, eso es una estructura que hay que cambiar. Espero que la gente que tiene el poder vea que esa forma de pensar ya no es factible en nuestra sociedad.
¿Continuarás haciendo cine?
Sí. Ahora mismo escribo un guión, si en Ruido rural hablé sobre mi infancia en el campo, ahora quiero hablar de mi etapa europea, yo estudié en Madrid y Londres y me siento europea. Me siento del mundo, pero si tengo que definirme no soy solamente bávara o alemana, soy europea y quiero hablar de Europa porque ahora está cambiando en una dirección diferente. Para mí, desde la niñez, ha sido natural cruzar fronteras sin ningún problema, ahora estamos en un punto donde parece que eso lo hemos perdido otra vez. Por eso quiero hablar de Europa, de eso y a lo que se enfrenta moralmente con lo que está sucediendo con la migración. ¿Cómo nos definimos frente a eso? Ahora muchos países van hacia la derecha.
¿Por qué usas la palabra moral?
Para mí fue muy raro entender la historia de Alemania, siempre le pregunté a mis padres qué había pasado, no podía imaginarme lo que se le había hecho a la gente. Tal vez era demasiado ingenua. Ahora lo entiendo mejor con lo que pasa en el mundo. No está bien que la gente esté muriendo en el Mar Mediterráneo. Es muy evidente que nuestro estilo de vida en Europa es posible gracias a lo que padecen otras personas que viven y vienen del resto del mundo. No queremos enfrentarnos a esa deuda.