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A través de una conversación casi coloquial que desdeña los términos demasiado elaborados para abordar la ciencia, el científico mexicano Fedro Carlos Guillén aborda los avances y las curiosidades del proceso científico
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Ciudad de México (N22/Karen Rivera).- Si la belleza está determinada por nuestra carga genética, más allá de las caminadoras y cirugías plásticas, ¿estaría dispuesto a pagar por un óvulo que cuesta 150 mil dólares para garantizar la estética de su hijo? Esta es una de las preguntas que motivaron al científico y novelista mexicano Fedro Carlos Guillén, a escribir el libro Ciencia, anticiencia y sus alrededores, publicado por editorial Debate, en el que reúne una serie de artículos a través de los cuales informa sobre los avances y curiosidades de los procesos científicos.
“Son inquietudes varias, nunca he creído en la especialización, creo que nos mata un poco, la persona que es experta, lo micrométrico, pero no abunda en otros temas, me parece que nos deja un retraso, en ese sentido, pues hay temas que me interesan, por ejemplo, me gusta el futbol y encontré un trabajo de un economista israelí en el que analizaba lo importante que es no hacer nada a veces para tener éxito. Está ocurriendo que estamos en un momento en el que tenemos la mayor cantidad de información posible, y un nivel de desinformación preocupante, ¿por qué? porque hay huecos para fake news, hay huecos para la imbecilidad, hay huecos para todos, en ese sentido, por ejemplo, me pareció fascinante que un fotógrafo subastara óvulos de mujeres guapísimas.”
Este libro reúne más de treinta ensayos redactados con el fin de alimentar la curiosidad del lector. Hace un recorrido por la inteligencia artificial, el éxito de los suicidas, las posibilidades genéticas, la dictadura científica y la educación ambiental. Y lo mismo puede responder a preguntas como lo que tienen en común las pinturas rupestres y los modernos aparatos celulares, que analizar las cartas que Darwin y Wallace se enviaron en relación con la teoría evolutiva y el origen de las especies.
“Me parece fascinante la correspondencia de Darwin con sus cuates. Es la charla que quiero entablar con mis lectores, es decir, decirles las cosas un poco como son, sin “terminajos”, sin complicaciones semánticas, ni técnicas. Estamos rodeados de charlatanes y somos muy susceptibles a creer, sobre todo, con el advenimiento de las redes sociales, entonces hay que picar con una lanza ese tema, nadie puede saber lo que te va a pasar leyendo tu mano, nadie puede saber lo que te va a pasar leyéndote el iris, el cáncer no se cura con un té, cosas como esas tienen que ser muy claras para la gente porque la gente tiende a creer.”
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