- El sol entra y sale entre nubes negras, pasa el tiempo y el movimiento en el foro se torna más ajetreado. De la nada, llega más equipo de trabajo con un letrero que anunciará el Cinema bajo la luna.
Por Bianka Estrada
Ciudad de México, 17/ 04/15, (N22).- Al caminar por la colonia Condesa, las grandes columnas que sobresalen del Parque México atrapan la mirada, no se trata sólo de adornos, estos pilares son el Foro Lindbergh, creado a principios de siglo XX, y que hace un par de semanas fue reinaugurado con un cambio radical. En contraste con los parques aledaños, el Foro deslumbra por sus colores tenues.
La fuente de La mujer de los cantaros, da una bienvenida fresca y sus corredores brindan una calidez reconfortante con el sol de las cinco de la tarde, que hace un juego en el piso con la sombra de las vigas.
Al fondo se imponen las columnas centrales de más de 15 metros y delante de ellas, se encuentra una pantalla anunciando una proyección. Apuntando hacia ella está colocado un proyector, y reunidos en torno a él, cuatro hombres: dos jalando cables, otro acomodando una bocina y uno más fuma un cigarro mientras los supervisa.
Alrededor, por los corredores, la situación es diferente. Un grupo de niños juega futbol mientras sus niñeras les gritan que no se alejen; una chica rubia atrapa en el aire un ula ula y practica su rutina a ritmo de una música casi silenciosa para los demás. Del lado opuesto, familias que sólo observan, parejas riendo y por último, chicos sobre sus patinetas esquivan un montón de sillas de madera desarmadas. Todo transcurre a ritmo lento.
El sol entra y sale entre nubes negras, pasa el tiempo y el movimiento en el foro se torna más ajetreado. De la nada, llega más equipo de trabajo con un letrero que anunciará el Cinema bajo la luna.
El Foro se transforma en cuestión de un par de horas en un cine ambulante. Las sillas que estaban arrumbadas ahora son colocadas en el centro. Un grupo de personas levanta tablas decoradas sobre una alfombra, pintan una especie de fondo para una pasarela. El letrero, antes olvidado, ahora es el centro de esa simulación de alfombra roja para alguna entrega de premios.
El ambiente comienza a mezclarse. Cada vez hay más gente del equipo de trabajo del cinema y los niños con sus nanas se han ido a pedir palomitas a unas chicas que aún no terminan de colocar la máquina con olor a mantequilla. Permanecen unas familias, la hermosa chica rubia del ula ula lo ha cambiado por una esfera de vidrio que trata de sostener en su cabeza, pero pierde el equilibrio cuando las pruebas del audio del cine ambulante comienzan.
Curiosos se acercan a ver aquella instalación, toman fotos y se aproximan a ver el cartel junto a la mujer de los cantaros que avisa la prestación de la película Molin rouge, cuando den las ocho.
Ahora todo se ha volcado color naranja por el atardecer. La situación cambia completamente. Las familias comienzan a tomar asiento junto con la pareja de novios. Las niñeras se han ido, casi se mete el sol y los niños deben dormir. La chica de movimientos envolventes ha tomado su ula ula y guardado todo para irse. Los de las patinetas esperan desde lejos.
La gente cambió. Pareciera que la oscuridad que los empieza a cubrir los volcó en ansias por la esperada proyección. En su mayoría, son jóvenes quienes ocupan el espacio del Foro.
En cuestión de minutos todo se ha tornado oscuro. La gente llega, toma asiento en suelo porque todas las sillas ya están ocupadas. Los colores tenues desaparecieron y junto con ellos la mayoría de personas que gozaban de la tarde. Ahora quedan los de la noche, los que quieren ver una buena película acompañados del olor a palomitas, bajo el cielo de noche.
La transición ha culminado. La calma de la tarde se desvaneció con el sol, y la vida de noche reavivó el Foro que trascurría en paz. Ahora resurge con el brillo de luces artificiales, pero está vivo, acompañado y brillante.
Imagen:http://bit.ly/1DgtMRp
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