Redacción/CDMX
Perder a un familiar o un ser querido puede repercutir negativamente en nuestra salud como acelerar el envejecimiento.
Un reciente estudio de la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia y el Centro de Envejecimiento Butler Columbia establece que, las personas que han presenciado el fallecimiento de una persona cercana, mostraron signos de una edad biológica avanzada a comparación de las personas que no han experimentado una pérdida.
Los científicos miden este tipo de envejecimiento a través de marcadores de ADN conocidos como relojes epigenéticos, los cuales son análisis moleculares que cuantifican con bastante precisión el envejecimiento.
Por ello, Allison Aiello, autora principal del estudio, cita que no existen muchos estudios acerca de este tema, sin embargo, afirma que su estudio muestra fuertes vínculos entre la pérdida de seres queridos a lo largo de la vida, desde la infancia hasta la edad adulta.
Para esta investigación, se recopiló información del “Estudio Longitudinal Nacional sobre la Salud de Adolescentes y Adultos”, que comenzó en 1994-95 y que siguió a los participantes desde la adolescencia hasta la edad adulta.
De acuerdo con los resultados de este análisis, el 40% de los participantes experimentó al menos una pérdida en la edad adulta de los 33 a 43 años de edad, es decir, el impacto de la pérdida en el envejecimiento comienza manifestarse antes de la mediana edad.
Experimentar dos o más muertes cercanas durante la adultez, se encuentra más vinculada al envejecimiento biológico.
Sin embargo, los investigadores enfatizan que, una pérdida a cualquier edad puede tener impactos duraderos en la salud, y los efectos podrían ser más graves durante periodos clave de desarrollo.
Sin embargo, las investigaciones futuras deberían enfocarse principalmente en encontrar formas de reducir las pérdidas desproporcionadas entre los grupos vulnerables, para quienes han experimentado una pérdida.
(Con información de ABC)