Redacción/CDMX
La forma en la que envejecemos no solo es medible a través del día del calendario en que cumplimos años, sino también, diversos factores en la que nuestro organismo va cambiando y transformándose hasta que nuestro propio cuerpo asemeja cierta apariencia que no va acorde a nuestra edad cronológica.
La edad biológica varía mucho de unas personas a otras. No todos envejecemos al mismo ritmo, algunos tenemos una edad biológica mayor que la cronológica y viceversa.
“La inmortalidad no es posible, pero sí lo que se llama amortalidad: la capacidad de estar vivo de manera indefinida”, afirma María Blasco Marhuenda, científica española especializada en el estudio de los telómeros y directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas.
Gracias a sus investigaciones sobre las células y sus telómeros, Blasco ya ha logrado dar vida a ratones durante el tiempo equivalente a los 140 años en seres humanos.
La edad biológica comienza a separarse de la edad cronológica cuando iniciamos nuestro camino por la vida, en mayor o menor medida en función de factores decisivos como la herencia genética y nuestros propios estilos de vida.
No obstante, hasta la alimentación y el cuidado que se le da a nuestro cuerpo, determinan favorablemente nuestra apariencia ante la sociedad a resultados de envejecimiento que en algunas personas llega a ser más notable.
También, el mismo avance en la edad cronológica (aunque avanza de manera regular cada año), se puede considerar como “rápida” dependiendo de la perspectiva de cada persona.
Es importante decir, que la idea de dar marcha atrás a la edad cronológica no es posible. Sin embargo, con la edad biológica es posible reparar el daño por el envejecimiento, el gerontólogo Aubrey de Grey afirma que “tenemos al menos un 50 por ciento de posibilidades de llegar a un nivel decisivo de control del envejecimiento en los próximos 15 o 20 años”.
(Con información de National Geographic)