Redacción/CDMX
Por casi 65 días, el Sol deja de salir en Alaska, conocida como la “noche eterna” o “noche polar”, este fenómeno ocurre todos los años y es el equivalente a lo que se conoce como “Sol de medianoche” en los países del círculo polar ártico.
Si durante los meses de verano, el Sol se puede ver durante las 24 horas del día, en los meses posteriores de invierno se esconde, y aunque hay momentos donde hay algo de claridad, esta es muy débil.
La razón de que esto ocurra es debido a la inclinación del eje de la Tierra, en la que la falta de luz solar dura más de 24 horas.
Durante esta, el Sol no logra alcanzar la altura suficiente para aparecerse por encima del horizonte en las regiones más cercanas a los polos, el resultado son semanas e incluso meses de oscuridad.
Un buen ejemplo de una de las ciudades de Alaska que vive la noche polar es Utqiagvik (antes conocida como Barrow), donde cada año despiden el Sol durante la segunda quincena de noviembre con una fiesta y lo vuelven a recibir a finales de enero.
Entre los dos meses que transcurren, la vida para los habitantes de esta región continúa sin mayores inconvenientes.
Es importante decir que, aunque la luz del Sol esté ausente durante esos meses, no hay una oscuridad completa, ya que la luz del cielo prevalece, adquiriendo tonos azules y morados.
En muchos casos, es fácil determinar cuando amanece y anochece aún con la ausencia de luz solar.
Norman E. Rosenthal, psiquiatra sudafricano resalta el hecho de que muchas personas, con el cambio de horario de verano a invierno, sufren lo que se llama “trastorno afectivo estacional”, es decir, un periodo de depresión durante los meses más fríos por la falta de luz del Sol, que afecta la serotonina, pero también en la melatonina (hormona que regula el sueño) hecho que provoca fatiga, agotamiento y en muchos casos, también la tristeza.
(Con información de National Geographic)