¿Existe la posibilidad de que la vida haya evolucionado más de una vez?

Redacción/CDMX

El origen de la vida es el evento biológico más antiguo que se ha desarrollado en nuestro planeta.

Es tan antiguo y ocurrió a nivel molecular que difícilmente queda evidencia de fósil.

Sin embargo, el evento del inicio de la vida en la Tierra propicia varias interrogantes que la comunidad científica sigue resolviendo.

Una de ellas es: ¿Toda la vida en la Tierra ha evolucionado una sola vez?

¿Los diferentes seres que habitamos este planeta tenemos un origen común?

Y si es así, ¿Cómo es que existe tal diversidad biológica en nuestro mundo?

Interrogantes por demás interesantes y podrían darnos una mejor explicación de la manera en que la vida ha evolucionado y ha permitido que exista un gran abanico de ejemplos de vida en nuestro planeta.

El origen de la vida tuvo lugar hace cuatro mil millones de años, y sucedió a nivel molecular.

La comunidad científica ha sugerido varios comienzos animados, pero el consenso científico actual es que la vida surgió de moléculas no vivas en un proceso natural llamado abiogénesis.

Este muy probablemente se dio en la oscuridad de los respiraderos hidrotermales de aguas profundas.

Los científicos han propuesto varios pasos consecutivos para la abiogénesis.

Se conoce que la Tierra primitiva era rica en varias sustancias químicas, como los aminoácidos, un tipo de moléculas llamadas nucleótidos o azúcares, que son los componentes básicos de la vida.

Estas moléculas simples se combinaron para formar otras más complejas: grasas, proteínas o ácidos nucleicos.

Cabe destacar que los ácidos nucleicos, como el ADN de doble cadena o su primo ARN de cadena sencilla, pueden almacenar la información necesaria para construir otras moléculas.

El ADN es más estable que el ARN, por el contrario, el ARN puede ser parte de reacciones químicas en las que un compuesto hace copias de sí mismo: autorreplicación.

La hipótesis del «mundo del ARN» sugiere que la vida temprana puede haber usado el ARN como material tanto para los genes como para la replicación antes de la aparición del ADN y las proteínas.

Una vez que un sistema de información puede hacer copias de sí mismo, se activa la selección natural.

Así, con el tiempo, habrá más copias de estos mutantes que de otras moléculas, algunas de las cuales acumularán más mutaciones nuevas haciéndolas aún más rápidas y abundantes, y así sucesivamente.

La abiogénesis podría haber ocurrido más de una vez.

La Tierra podría haber creado moléculas autorreplicantes varias veces, y tal vez la vida temprana durante miles o millones de años solo consistieran en un montón de diferentes moléculas de ARN autorreplicantes, con orígenes independientes, compitiendo por los mismos componentes básicos.

Lo que sí sabemos es que todos los seres vivos existentes descienden de un último ancestro común universal compartido de la vida (también conocido como LUCA).

Si hubo otros antepasados, no dejaron descendencia.

Piezas clave validan la existencia de LUCA. Toda la vida en la Tierra utiliza el mismo código genético, es decir, la correspondencia entre los nucleótidos del ADN conocidos como A, T, C y G, y el aminoácido que codifican en las proteínas.

Análisis independientes, algunos usando anatomía, procesamiento o secuencias genéticas, han revelado un patrón jerárquico de parentesco que puede representarse como un árbol.

Esto demuestra que estamos más relacionados con los chimpancés que con cualquier otro organismo vivo en la Tierra.

Se puede elegir cualquier organismo al azar, desde la lechuga en la ensalada hasta las bacterias en su yogur bioactivo.

Y, si viaja en el tiempo lo suficiente, compartirá un ancestro común real. Esto no es una metáfora, sino un hecho científico.

Lo realmente interesantes es pensar que la vida emerge repetidamente en nuestro planeta y el hecho de saber que estamos relacionados con absolutamente todos los seres vivos de nuestro planeta.

(Con información de THE CONVERSATION)