Desde el 2015, cuando se descubrió el Huei Tzompantli, una de las interrogantes es por qué casi el 40 por ciento de los cráneos pertenece a mujeres
Redacción/CDMX
Al inaugurar este fin de semana la muestra temporal Coyolxauhqui. El astro, la diosa y el hallazgo, que se exhibe en el Museo del Templo Mayor, el arqueólogo Raúl Barrera Rodríguez expuso una hipótesis que vincularía restos óseos con la representación del mito del enfrentamiento entre la diosa lunar y el numen solar y patrono de los mexicas, Huitzilopochtli.
Lo cual indicó que, de los 655 cráneos identificados en el altar mexica, 38% corresponden a individuos femeninos y un 2 por ciento de infantes.
Fuentes históricas, señalan que los guerreros cautivos eran llevados al Templo Mayor y sacrificados, mediante la extracción de sus corazones.
Posteriormente, los cuerpos eran arrojados por las escalinatas en una clara alusión a dicho mito, el cual consigna que Huitzilopochtli, al defender a su madre Coatlicue del ataque de Coyolxauhqui y los 400 surianos, salió victorioso.
Y lanzó, como culmen del enfrentamiento, el cuerpo desmembrado de su hermana hacia la base del Coatepec, monte sagrado, representado por el Templo Mayor.
En sí el objetivo del sacrificio era ofrendar la vida, como un alimento al dios solar, a fin de que este hiciera posible cada amanecer.
De acuerdo con ello, apuntó Barrera Rodríguez, tiene sentido que los mexicas eligieran a guerreros o personas de alto estatus para capturarlos durante los enfrentamientos.
Sin embargo, también hay pocas menciones de guerreras, por testimonios como el del español Francisco de Aguilar.
Quien consigna que, durante el asedio final de Tenochtitlan, muchas mujeres tomaron las armas para defender la ciudad.
Y se sabe del estatus que se le daba a las embarazadas que fallecían en el parto.
En cuanto a los niños, el investigador no descartó la probabilidad de que su colocación en el tzompantli obedezca a que, cada uno de ellos fuera considerado un ixiptla –palabra nahua que significa representación, y que viene de las voces xip (piel) e ixtli (rostro o algo que está en la superficie de un ser consciente)– de Huitzilopochtli niño, aludiendo nuevamente al mito del nacimiento del dios de la guerra.
Raúl Barrera concluyó enfatizando que ninguno de los edificios construidos por los mexicas dentro de su recinto sagrado fue levantado al azar.
(Con información del Instituto Nacional de Antropología e Historia)