Redacción/CDMX
México cuenta con un poco más de 300 variedades de maíz, derivada de 64 razas endémicas en el territorio nacional, que se han ido produciendo ininterrumpidamente por familias campesinas desde hace 350 generaciones, creando un patrimonio biocultural de la nación.
Carmen Casas Ratio, directora de la Escuela Nacional del Trabajo Social (ENTS), asegura que en el país se pierden entre 10 y 15 por ciento de la producción agrícola.
Esto derivado del cambio climático, la pandemia y crisis económica en los campos mexicanos.
Ante ello dijo, “estamos indisolublemente comprometidos en lograr un comercio justo y equitativo que garantice la preservación del medioambiente y promueva sistemas alimentarios saludables y sustentables”.
Alejandro Espinosa Calderón, secretario ejecutivo de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados, considera que el maíz se trata del cultivo más importante para la humanidad, pues cada año se cosechan mil 200 millones de toneladas en el mundo.
“Es la más maravillosa proeza tecnológica creada por nuestros ancestros, no tiene comparación con ningún otro cultivo en el mundo”.
Monserrat González Montaño, profesora de la ENTS, indicó que los mexicanos y el mundo hemos disfrutado de la riqueza del maíz y que, sin embargo, este cultivo esta el peligro de extinción, ya que las empresas transnacionales tienen que reflexionar para atender esta situación alarmante con estrategias de educación socioambiental y socioalimentaria.
Cristina Barros Valero, investigadora independiente e integrante de la Campaña Nacional Sin Maíz No Hay País, aseguró que es necesario reflexionar sobre la reforma a la Ley Federal de Variedades Vegetales que se discute en la Cámara de Diputados, la cual implicaría la criminalización del intercambio libre de semillas y recalcó:
“El maíz es cultura y producto de una vida milenaria; sin embargo, para otras miradas es una simple mercancía más que está en los mercados internacionales. Debemos estar alertas, por un lado, conocer las maravillas de este grano, disfrutarlas y saborearlas; pero por otro no olvidar que está en riesgo, y cada uno de nosotros convertirnos en sus defensores”.
(Con información de Gaceta UNAM)