Historias familiares: el bisnieto de Dostoievski recuerda a Anna Grigorievna

Quien fuera esposa, copista y divulgadora de la obra de Fiódor Dostoievski permanece olvidada por los editores en español

Huemanzin Rodríguez/San Petersburgo/Ciudad de México

Dimitri vive en San Petersburgo, muy lejos de lo que fue la casa de sus bisabuelos, vive con su familia de siete integrantes. En los tiempos soviéticos, Dimitri fue conductor de tranvía. El equipo de Canal 22 lo conoció y charló con él en 2014, en la casa donde Fiódor Dostoievski (1821-1881) vivió los últimos tres años de su vida y que hoy es un museo. Ahí están algunos objetos que dejó en vida, lo mismo su sombrero, las plumas que usó, su escritorio, unos pocos manuscritos y parte de su biblioteca en donde se reconocen obras de E.T.A. Hoffman (1776-1822).

La vida de Dostoievski estuvo delimitada por las deudas y sus debilidades, hasta que apareció en su vida Anna Grigorievna (1846-1918), 25 años menor, quien se convirtió en su segunda esposa. Ella ha sido tan importante para entender la obra y la figura de Dostoievski, como olvidada por los editores en español. El bisnieto de Fiódor y Anna, nos compartió en aquel 2014 en San Petersburgo historias familiares, mientras que en la actualidad María del Mar Gámiz nos dice lo que en ruso se ha escrito de ella.

Dmitri llegó a la casa museo después de preguntar en el lugar si sabían de la existencia de un descendiente. Le llamaron y él nos dijo: —Llego en poco más de dos horas.

Lo primero que nos dijo al llegar es que tardó en saber que era un descendiente de Dostoievski, pues a principios del siglo XX cambiaron su apellido. Hoy se presenta como Dmitri Dostoievski.

—Desafortunadamente no pudimos conservar nada, debido a que durante la época soviética todo lo tuvimos que quemar, regalar o dar. Los documentos que nos identificaban como familiares de Dostoievski desaparecieron. Por ejemplo, hasta hace unos años, yo no tenía acta de nacimiento.

Fue hasta los 19 años cuando leí Crimen y castigo (1866), y estaba muy en desacuerdo con lo que decía porque yo tenía una mentalidad Soviética.

Antes de la revolución, Dostoievski escribió Los endemoniados (1872), que se interpretó como una sátira a los bolcheviques, una premonición de lo que pasaría en 1917. Por eso al formarse el nuevo Estado Soviético, Dostoievski fue prohibido. Fue hasta Leonid Brézhnev [que presidió la URSS de 1964 a 1982], que sus libros volvieron a publicarse, porque cuando yo estudié durante la Unión Soviética, no era parte de lo que leíamos.

Dostoievski nació hace 200 años, cuando la clase media apenas se asomaba en Rusia, entonces un país mucho más cercano el feudalismo. Dostoievski siempre vivió endeudado, mantenía a la familia de su hermano y bien sabemos de su ludopatía. Dimitri cuenta un pasaje que marcó al escritor.

—Dostoievski rápidamente adquirió su adicción al juego, pero lo dejó de la misma manera. Él se encontraba jugando en Alemania y le escribió su esposa pidiéndole dinero. Anna Grigorievna le envió el dinero con una nota diciéndole: “Empeñé mi abrigo para mandarte este dinero.” En ese momento era invierno y ella estaba embarazada, ¡Fiódor estaba matando a su esposa y a su hijo! Cuando leyó la carta, regresó a Rusia y no volvió a jugar en toda su vida. Nunca volvió a tocar una carta ni apostar en una ruleta.

Sin Anna Grigorievna, no sabríamos nada de Fiódor Dostoievski. Para Dmitri la bisabuela Anna permanece en el olvido. Al preguntar por ella se le ilumina el rostro.

—¡Qué bueno que preguntas por la bisabuela Anna! Porque es triste que de una familia tan grande sólo se hable de Fiódor. Nadie recuerda a su esposa, nadie habla de ella. Anna estuvo casada con él catorce años y vivió 39 como viuda. Decía que toda su vida le pertenecería a Fiódor y así fue. Gran parte de la fama de Dostoievski se debe a que Anna publicó la obra de su esposo en el papel más barato para poder regalar sus libros en la calle, que más gente lo leyera. Regaló libros en las prisiones porque creía que esas lecturas eran importantes para la gente confinada. Hoy todos hablan del bisabuelo, lo veneran, pero nunca mencionan a Anna. No han hecho películas sobre ella ni le han levantado un monumento, mientras que en toda Rusia hay siete monumentos para Fiódor. Creo que también deberíamos recordarla.

Retrato de Anna Grigorievna en la Casa Museo Fiódor Dostoievski.

Para la traductora del ruso, María del Mar Gámiz, quien actualmente es profesora en un diplomado sobre literatura rusa, Anna Grigorievna es una figura importantísima que no ha sido traducida al español, porque ella también dejó libros.

—¡Qué bueno que la mencionas! Porque tenemos una deuda muy grande con Anna Grigorievna, no sólo por preocuparse que la obra de su esposo fuera reimpresa, también porque si no fuera por ella, no se hubieran podido escribir grandes novelas como El jugador, Los hermanos Karamazov, Crimen y castigo o Los endemoniados.

Anna Grigorievna es la segunda esposa de Dostoievski, él había tenido una esposa antes, María Dmítrievna Isáyeva [con quien casó en 1857 hasta 1864, cuando falleció], que conoció durante los trabajos forzados en Siberia. Pero en esa primera etapa de Dostoievski estaba muy presionado por las deudas, por mantener a su hermano, pues sabemos que asesinaron a su papá tiempo antes, pero también sabemos que Fiodor Dostoievski era muy inestable, jugaba, bebía y hacía muchas cosas más.

Tras la muerte de su primera esposa, él entra en una crisis muy grande y es cuando su editor le dice: “Si tú no me entregas una novela nueva en noviembre, yo me voy a quedar con los derechos de autor de tus obras anteriores durante los siguientes nueve o diez años.” Era el mes de octubre, y recordemos que Dostoievski se mantenía gracias a las regalías de sus derechos de autor. Entonces estaba en una situación muy complicada, ¡no podía escribir tan rápido! En ese momento tenía más de 40 años, su salud estaba mal, vivía en una casa con muy mala calefacción, así que las condiciones para que él pudiera escribir, también eran muy difíciles. Se da cuenta de que, aunque tenga clara la idea en la cabeza, para escribirla necesitaba mucho más de un mes o tres semanas. Su compromiso no podía cumplirlo sin la ayuda de alguien más, necesitaba de una taquígrafa, una secretaria o una copista, entonces aparece en el escenario Anna Grigorievna que para ese entonces tenía 17 o 18 años, era realmente muy joven.

Ella venía de una familia cuyo padre había leído a Dostoievski y lo admiraba, ella también era una chica que había manifestado a los trece años que quería retirarse a un convento, por decirlo de una manera tenía un espíritu. Los padres le pusieron a estudiar y se convirtió en taquígrafa, se graduó con todos los honores. Cuando Dostoievski acude esta escuela con la solicitud de alguien, le recomiendan a la mejor y es Anna Grigorievna.

Entrada de la Casa Museo Fiódor Dostoievski en San Petersburgo, Rusia.

Ella trabaja mientras él le dicta, en ese intercambio se enamoran. Aunque, ella se enamora más del intelecto, porque Dostoievski tenía un ojo medio caído y padecía ataques de epilepsia, pero ella lo admiró muchísimo. Y logran sacar la novela El jugador. Así Dostoievski recupera los derechos sobre sus propias obras. Con Anna Grigorievna también empieza a escribir Crimen y castigo, en donde él hace una especie de analogías, porque le pregunta a Anna si cree que uno de los personajes, que se llama Sonia, le haría caso a otro que era un hombre mayor. Obviamente lo que el preguntaba es que si ella le haría caso a él. Anna llegó a su vida con su espíritu de sacrificio y con su habilidad para escribir y leer.

Anna Grigorievna se da cuenta que una de las cosas que atormentan a Dostoievski es que lo estén persiguiendo todos sus acreedores y la familia de su hermano muerto y su otro hermano, que le exigen de manera constante que les mande dinero. Entonces ella muy joven, con muy buena administración, pero también dándose cuenta que lo están persiguiendo, le propone que hagan un viaje para que se aleje de eso. Ella paga el viaje con su dote. Y algo que pensaban que iba a ser por unos meses, terminó siendo por mucho tiempo más. Ahí le toca ver la otra faceta de Dostoievski, que también ella terminará por redimir, que es la del ludópata, no satisfecho con tener esta nueva esposa mucho más joven, sigue jugando y pierde muchas cosas, entre ellas los aretes y las poquitas joyas de Anna.

A diferencia de su anterior esposa y de otras personas, Anna Grigorievna asume eso como algo que no va a criticar, sino que va a acompañar, porque quiere curarlo y se da cuenta de que, cada vez que Dostoievski pierde dinero se siente muy culpable y lo que hace después es escribir más. Entonces ella va encontrando la manera de sobrellevar la situación.

Finalmente es que gracias a ella que Dostoievski deja de jugar. Anna administró todo, le puso límites a la familia, le dio tranquilidad a Dostoievski, él se entrega por completo al matrimonio, se siente salvado y se dedica a escribir. A diferencia de Tolstói, quien tiene una relación muy conflictiva con Sofía Behrs, la familia de Dostoievski va a ser más armónica, aunque pierden a uno de sus hijos. Sin Anna no conoceríamos la obra de Dostoievski, él se hubiera perdido entre el juego, el alcohol y las deudas, seguramente no hubiera podido escribir o publicar nada más.

Dostoievski muere en 1881, cuando Anna tiene 35 años. Ella, además de recibir los dictados de Dostoievski, es quien negocia con los editores —incluso cuando su esposo estaba vivo—, para establecer los pagos y todo eso. A la muerte de Dostoievski, Anna se dice: “Ha muerto mi esposo, pero en mis manos está el cuidado de su obra y de su historia.”

Porque cuando muere Fiodor, Anna tiene un conflicto con una persona que había sido muy cercana a su esposo, que escribió en un periódico que Dostoievski era una persona muy conflictiva, de mal trato y un cristiano ortodoxo intolerante. A ella le molesta mucho que eso fuera la imagen post mortem de su esposo y entrega lo que le queda de vida a consagrar la obra y la figura de Dostoievski. Entonces empezó a trabajar en las ediciones completas que supervisa. Además, consigue que en el Museo Histórico de Moscú se abra un cuarto dedicado al escritor donde pone algunos de los borradores y objetos de su esposo. Es gracias a Anna que contamos con ediciones fidedignas de Dostoievski. Gracias Anna, la figura de Dostoievski queda dentro de la literatura rusa de una manera cuidada y respetuosa.

Reloj que recuerda la hora y día de la muerte de Fiódor Dostoievski. Casa Museo Fiódor Dostoievski en San Petersburgo.

Ella va a morir en 1919, desde 1881 hasta 1919 hay mucho tiempo y eso es muy importante porque a Anna le toca ver la Revolución Rusa. ¡Imagínate que, a la copista de Los endemoniados, le tocó ver a los revolucionarios que Dostoievski describió como problemáticos, intolerantes y sanguinarios!

En 1917 Anna había estado viviendo en Moscú, donde controlaba la obra y memoria de su esposo. Con la salud muy mermada le sugieren que se vaya al Sur, a Yalta en Crimea, donde la sorprende la revolución y se queda incomunicada con las únicas personas con las que tenía contacto, que eran sus hijos. Porque por defender la obra de Dostoievski cortó su comunicación con casi todas las personas y los que eran amigos de Dostoievski también había muerto, ya que eran veinte o treinta años mayores que ella. Sus últimos días los termina lejos, con poco dinero y aislada. Sólo le quedan sus recuerdos. Entonces ella escribe sus memorias, algo que nunca había hecho porque se había preocupado sólo de la voz de su esposo.

Cuando hicieron el primer viaje a Alemania, digamos que el viaje de bodas, Anna llevó un diario que escribió en taquigrafía. Ya vieja, en Yalta, decide descifrar ese diario. Eso le permite despertar y evocar lo que después se convirtieron en sus memorias. Y también editó la correspondencia que mantuvo con su esposo. Esas obras no están traducidas al español.

Por allí hay un libro que tradujo unos fragmentos, particularmente de las memorias, donde podemos encontrar, por ejemplo, esta historia que te acabo de contar. La traducción de las memorias y la correspondencia de Anna Grigorievna se las debemos a ella y a Dostoievski, porque como mencionas, si no fuera por ella no sabríamos lo que hubiera pasado con Fiodor, él estaba a punto de convertirse en cualquier otra cosa aplastado por sus circunstancias apartado del mundo literario.

Omar Lobos, uno de los traductores argentinos contemporáneos de Dostoievski y que aprecia la música de Crimen y castigo, tiene artículos muy interesantes sobre el estilo de Dostoievski. Omar Lobos considera en uno de esos artículos que el hecho de que sus grandes novelas no hubieran sido escritas directamente de la mente del escritor al papel, sino que se las dictó a su esposa —lo que significa que había otra persona que tenía que escuchar—, modificó el estilo de Dostoievski.

Así que es demasiado lo que le debemos a esta mujer, está bien que hablemos de él, pero también necesitamos hablar de ella y, sobre todo, traducir sus memorias y su correspondencia.

Tumba de Anna Grigorievna y Fiódor Dostoievski en San Petersburgo

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Al final quedan historias íntimas que no sabremos cuán fidedignas son, pero que configuran el recuerdo de una familia. Dimitri Dostoiesvki cuenta que Sofía Behrs, esposa de Tolstoi, una tarde tiempo después de la muerte de Dostoievski, como en otras ocasiones le insistió a Anna: “Eres joven, bella y con dinero por las regalías de la obra. ¿Por qué no te vuelves a casar?” A lo que Anna, sutil pero contundente le respondió: “El único hombre que me interesaría vive en tu casa”.

Y continúa Dimitri, la revolución dejó aislada a Anna en Crimea, muy lejos de San Petersburgo y como última voluntad pidió a sus hijos que la sepultaran con su esposo, cuyos restos están en el cementerio del Monasterio Aleksandr Nevski. Al morir, el 9 de junio de 1918, debido a la revolución, fue imposible llevarla a San Petersburgo, por ello uno de sus hijos mantuvo los restos de su madre rodeados de hielo durante un año en el sótano de una casa, hasta que pudo cumplir su deseo.  

Las historias familiares no acaban ahí. La memoria de Anna y Fiódor pasó de generación en generación sin el respaldo del Estado Soviético. Uno de sus hijos, durante la I Guerra Mundial, llevaba un busto de Dostoievski en su mochila de soldado, mismo que salvó su vida cuando le dispararon. Algo similar le ocurrió a un nieto de Anna y Fiódor en la II Guerra Mundial, pero en lugar de un busto de metal era la gruesa novela Los hermanos Karamazov la que paró la metralla. Dimitri Dostoieveski, quien hasta la juventud supo en verdad quiénes eran su bisabuelo y su bisabuela, dice al despedirse: —Es verdad, literalmente, sin ellos hoy yo no estuviera aquí.

Todas las imágenes © Huemanzin Rodríguez