Mucho dice de cómo se estructuran actualmente proyectos culturales fuera de las instituciones un proyecto como éste, que combina profesiones, arte, artesanía, gastronomía y proyectos sociales
Ana León / Ciudad de México
Cuando las imágenes de las historias en Instagram de Laguna empezaron a aparecer en la pantalla de mi celular durante el fin de semana del arte, no sabía que ese espacio en el que dialogaba parte de la nave de una antigua fábrica con espacios de creación, producción y obras de arte, había estado destinado a los textiles y a los hilos, y que la marca de esos hilos era La Laguna, y que el edificio tenía una historia que nos lleva a en el tiempo a 1920, tres décadas después de que se fundara la colonia en la que se asienta, la colonia Doctores.
Busco su localización en Google Maps para ver cómo puedo llegar y lo primero que pienso al ver las calles en la pantalla de mi celular es que está a una cuadra de la colonia Roma; sí, está cerca de ahí, separada por una avenida, pero lo que sus inquilinos buscan dejar bien claro es que no están en la Roma, están en la Doctores, en la calle Dr. Lucio #181. «Somos de la Doctores», me dice Irina. Ella es Irina…
«Laguna es una fábrica de oficios, eso siempre ha sido desde 1930 con los hilos y los encajes, sólo que le dimos un giro con toda la situación tras el sismo y el cómo han ido cambiando los diferentes oficios en la Ciudad de México y en el diseño de nuestro país. Ahora seguimos siendo una fábrica de oficios, pero de diversos oficios.
»Hacemos mucho hincapié en que no estamos en la colonia Roma, estamos en la colonia Doctores y eso nos importa, siempre nos ha importado.» (Irina Calderón, Dir. Cultura y Comunicación, Laguna)
Irina llegó a Laguna poco después de que el espacio dejó de ser la antigua fábrica en 2015 y empezó a renovarse. En 2017, luego del terremoto, la familia dueña de este predio, que ocupa casi toda una manzana, empezó a rentar los espacios para aquellos proyectos creativos que, tras el temblor, habían perdido sus oficinas. Entonces nació la nueva fábrica de oficios, como se refieren a Laguna, y vino también el espíritu colectivo que se busca crear entre los inquilinos que hoy día suman 21 propuestas entre diseño, gastronomía, arquitectura, y obvio, también textiles [Aquí puedes conocer cada uno de ellos]. Así pudimos conocer a Ana Paula, a quien llaman “Pecas”, cofundadora de Déjate querer, donde la geometría, la lana y un empeño de bajo impacto ambiental dan lugar a tapetes y tapices geométricos, y otras piezas portables, colgables y usables.
Ana Paula Alatriste, socia fundadora de Déjate querer
«Nuestra principal materia prima es el fieltro y el fieltro, aparte de que tiene propiedades increíbles, su gran aportación es eso, que es un material que tiene bajo impacto ambiental, no sólo porque es un recurso natural, porque es el pelito del borrego, sino porque también el proceso de hacerlo requiere muy pocos recursos energéticos.
»Y para nosotras formar parte de la Laguna siento que es tambié seguir viviendo esa parte textil, seguir ahí, pues no sé, que siga efervesciendo lo textil en este espacio.»
Para habilitar la fábrica como la vemos ahora, se requirió la intervención de Productora, un despacho de arquitectura que ya era inquilino de Laguna y que luego se involucraría con el edificio haciendo que el pasado estructural dialogara con el presente, o algo parecido, como lo explica Carlos.
Carlos Bedoya, socio fundador, Productora
«Nosotros como arquitectos leímos que eran unos espacios muy generosos que valía la pena rescatar, creo que es la visión tanto de los dueños como de la gente que estamos aquí. Y entonces, la idea era rescatar lo más posible del estado original. Y, por otro lado, a través de pequeñas intervenciones arquitectónicas contemporáneas se pudo reestablecer esta relación de pasado con presente.»
Pero antes de seguir este recorrido instalados en el presente, vayamos más atrás, mucho más atrás en el tiempo, de la mano de Roberto, que ha trabajado casi toda su vida aquí y que recuerda cómo eran las cosas mucho antes de que las personas con las que ahora convive, y que nosotras conocimos en esta visita, habitaran esta nave.
Roberto Castillo, empleado, Laguna
«En 1930 surge una empresa textil que se llama La Barmenia, ese era su nombre comercial o razón social, ya posteriormente, en 1942, cambia la razón social a La Laguna S.A., para ya, en 1987 se convierte o se transforma de Capital Variable, o sea, La Laguna S.A. de C.V.
»Yo ingresé el viernes 7 de octubre del año 1988, en esos días ya era la empresa textil La Laguna S. A. de C. V. Fabricaban pasamanería. Pasamanería significa pasar a mano, nada más que eran diferentes artículos com agujetas, espiguillas, encajes, por mencionar ciertos artículos. Era un empresa textil, era pujante, les iba muy bien.
»Mi puesto, cuando yo llego en aquellos años, era auxiliar administrativo.»
Antes de iniciar la entrevista, Roberto estaba nervioso, pero era más grande su gusto por hablar y por recordar los años en que la fábrica era solo eso, una fábrica y nos contó con orgullo lo que aprendió, lo que compartió y las dinámicas que el trabajo de ese entonces determinaba. Ahora es diferente.
«Nosotros conocíamos y tratábamos a todo el personal, a todos mis ex compañeros. Cuando ellos se retiran viene el proceso de soledad, de un sentimiento en el cual uno está acostumbrado al trato con ellos, pero ya se fueron. Es bien difícil puesto que uno también los extraña. Fue parte de mi formación de trabajar de empleado, el trato con mis compañeros, pero ya no están. Viene una nueva etapa, otra logística de trabajo y vienen nuevas personas.
»Para mí fue un contraste muy diferente, pero de alguna manera nosotros somos… nos gusta ser serviciales, nos gusta tener amistad, nos gusta tener trato con la gente. Nos integramos no nada más en el sentido de hacer nuestro trabajo, sino de apoyar y dar el servicio, el plus, a los diferentes inquilinos.
»Yo estoy aquí porque este edificio para mí es muy noble, me ha dado mucho y lo hago con mucho gusto.»
Cada paso por Laguna nos pone el pasado de frente. De hecho, parte del proyecto cultural de esta fábrica de oficios, que por ahora no está abierta al publico de manera contínua, bueno, sí, sólo una parte, Buna, una cafetería que es también una marca dedicada al café, el chocolate y la miel, el resto sólo se puede visitar por cita. Pero volvamos al pasado, parte de los proyectos es la creación de un museo de sitio con maquinaria y materiales preservados de La Barmenia.
La transición es así. El cambio es así. En este patio donde ahora se juega ping pong hubo otras personas antes que trabajaban de otra manera, que pensaban de otra manera, que vestían de otra manera, que sentían de otra manera.
Es importante mencionar de este proyecto, que podría pensarse como una propuesta más que se instala en un entorno barrial, su búsqueda por construir un vínculo con sus vecinos a través de un proceso de largo aliento, poco a poco.
Irina Calderon, Dir. Cultura y Comunicación, Laguna
«Nos es muy importante la comunidad, es muy importante que los productos que se hacen aquí tengan trazabilidad, y sepamos de dónde vienen los insumos y diferentes materiales con los que trabajan nuestra gente aquí. Y también para nosotros es muy importante la relación con el barrio, que en este caso es la colonia Doctores. Y eso es importantísimo, el seguir siendo parte de la comunidad y de la colonia en la que estamos.»
Generar confianza de ida y vuelta no es una empresa fácil en un barrio estigmatizado como éste y que al mismo tiempo puede ser también romantizado o exotizado; generar confianza de ida y vuelta tampoco es una empresa fácil en una ciudad como ésta. En un país como éste. Así que los puentes se tienden lento. Gastromotiva es uno de los tablones de ese puente. Un proyecto con un perfil social cien por cien que cree en el poder transformador de la comida y de la educación creado hace catorce años en Brasil y cinco en México.
Silvia Camacho, coord. Gastromotiva México
«Nos dedicamos a capacitar a personas de escasos recursos o en vulnerabilidad social en el área de cocina ofreciéndoles un curso de tres meses en donde aprenden las herramientas básicas de la gastronomía para después apoyarlos en ingresar restaurantes de alta gama y que tengan un empleo digno. También, debido a la pandemia, empezamos a dar otros cursos de capacitación, entre ellos el de emprendimiento en donde buscamos que las personas puedan tener un empleo y también solvencia económica por medio de autoempleos.
»En 2020 empezamos con comidas solidarias, en donde hemos entregado más de 53 mil comidas a personas que por alguna situación por el covid, han perdido su trabajo o sus ingresos y no tienen ni siquiera lo básico para poder tener un alimento diario garantizado.»
Pero también se implementan estrategias de vinculación específicas.
Irina
«Estamos por relanzar el programa de relación comunitaria que tuvimos que suspender por pandemia, el próximo mes, donde vamos a becar a gente de la colonia Doctores y vecinos aledaños en diferentes talleres que van a dar nuestros inquilinos.»
Las historias que se pueden generar en Laguna son varias, aún desconocidas para nosotras, pero guiadas por una idea: ponderar lo colectivo sin romantizarlo, entendiendo que un espacio como éste necesita ser financieramente sostenible, pero buscando como uno de sus pilares que dentro de ese proyecto que precisa de una cabeza comercial, también haya otra que sume a lo cultural, a la creación de vínculos a largo plazo. En unos años haremos memoria y evaluaremos los resultados.
Además, Laguna ha lanzado un programa de residencias que puedes conocer AQUÍ.