Sin definiciones de tiempo, presencia, proximidad, espacio y experiencia, los procesos de creación y formas de consumo de arte lanzan nuevas coordenadas
Ana León / Ciudad de México
En una columna de The New York Times que el escritor Jorge Carrión dedica al criptoarte, señala: «la cultura digital intuye que para seguir creciendo debe proporcionar ese sentimiento de intimidad, colmar nuestra pulsión de poseer, otorgarnos la posibilidad de coleccionar objetos y recuerdos únicos». Las formas en las que experimentamos y consumimos arte están mutando y el lugar de la experiencia sensible o estética se reconfigura y busca nuevas coordenadas. Jorge Carrión mira con interés y afanosa curiosidad esas coordenadas pero, sobre todo, las vías de salida de las mismas.
No es que antes la cultura digital no se hubiera metido de lleno en nuestras vidas desde el nacimiento de Internet y, sobre todo, de la web; sin embargo, el cierre global del encuentro debido a la pandemia —cuyas restricciones más de un año después de su inicio apenas empiezan a relajarse un poco más en países como México, por lo menos— planteó un escenario no pensado para la creación y la relación del espectador con la obra de arte.
Muchos han sido los ejercicios que se han realizado desde el incio del confinamiento. Algunos se avocaron a no parar de crear sin importar las condiciones adversas; otros, dieron un paso atrás para tomar distancia y analizar el escenario que se estaba configurando y entonces elaborar o ensayar algún tipo de propuesta.
Uno de esos ejercicios que sigue pensando las mutaciones actuales del arte y de la creación, así como del encuentro con el otro, es Sitio Inespecífico, una galería virtual que aloja un ejercicio artístico colectivo donde se une la obra de creadores de La Habana, Ciudad de México, Córdoba, Buenos Aires y Sao Paolo, quienes exploran nuevas coordenadas de encuentro y creación «sin definiciones de tiempo, presencia, proximidad, espacio y experiencia».
La curadora de este proyecto es Gabriela Halac, artista argentina con quien charlamos para conocer un poco más de este espacio en un territorio desdibujado.
«Hay que decir que este proyecto es una deriva de Espacios Revelados, que es un proyecto que era justamente de prácticas artísticas en sitio específico, de alguna manera, trabajar con los mismos artistas que habían formado parte de esta experiencia daba cuenta de esa dimensión territorial totalmente desdibujada y que nos implicaba otra relación con la posible respuesta de ¿dónde estamos?, ¿dónde estamos haciendo nuestras prácticas artísticas?
»Y ese conflicto y esa tensión con la inespecificidad del tiempo y la forma del encuentro en la virtualidad, es lo que también tomamos como espacio de reflexión o como motivo conceptual para la reflexión de todo este proyecto.»
¿Hablamos de un momento de inespecificidad sólo en el encuentro del espectador con la obra, no así de la creación?
Sí, indudablemente hablamos de la tensión del espacio real y del espacio virtual, y también de las coordenadas de encuentro que se han modificado. Antes, nosotros estábamos proyectándonos como artistas para decir “bueno, este proyecto se va a mostrar en tal museo, en tal sala de arte, en tal teatro, con un aforo de equis cantidad de personas; estamos en invierno, estamos en verano; estamos en México, estamos en Argentina… De pronto, ahora, ¿dónde están los que ven Sitio Inespecífico? ¿Con qué tipo de dispositivos acceden a esta pieza? ¿Qué tipo de realidad, de contexto y de entorno los rodea en sus casas, en sus espacios de trabajo? ¿Somos parte de un proceso de estudio? ¿Cómo es esa realidad con la que nos vamos a encontrar? Y no lo podemos determinar. Es un dato que es impreciso y que tenemos que empezar a tomar nota de esa inespecificidad y empezar a ver como artistas de qué manera nos posicionamos.
También como artistas estamos en una inespecificidad que tiene que ver con la liminalidad de este tiempo. No sabemos exactamente hasta cuándo vamos a estar confinados. En mi país ya se pueden hacer algunos encuentros presenciales con capacidad reducida. En otros países donde hay otros artistas, no se pueden realizar; en otros se realizan con total normalidad. Todo está en discusión y está sucediendo de manera diferente en cada uno de los contextos y nuestras prácticas artísticas se han visto modificadas absolutamente.
Hay un movimiento, un desplazamiento de nuestras prácticas que nos obliga a pensar, a reflexionar y a ensayar, no digo a concluir, otras posibilidades en relación a estas mutaciones que estamos viviendo en este momento.
Creo que es un momento en que no hay nada que esté establecido; ha estado todo en permanente movimiento y las prácticas artísticas, en particular, se han visto subrayadas, afectadas por esta pandemia.
Laboratorio de Ensayo de Posibilidades y Mutaciones
Justo este momento, en el que se ha cerrado el encuentro presencial,modifica muchas de las preguntas que se hacen en el ámbito de la creación, en muchos ámbitos. Cuando este encuentro se traslada a la virtualidad como en Sitio Inespecífico, ¿qué pasa con el “en vivo”? Te lo pregunto porque escuchaba un podcast donde señalan: “estamos en vivo, pero no en directo” y me hizo mucho ruido luego de haber entrado a Sitio Inespecífico, porque yo estoy en vivo viendo las obras. Este giro del “en vivo” sigue ahí redefiniéndose.
Haciendo ruido. Me interesa mucho este punto que tocas porque una de las cosas que me interesaron, que se movieron en su momento cuando empezó la pandemia, es que se empezaron a proyectar, por ejemplo, obras de teatro en Argentina, por ejemplo, el Teatro Cervantes tenía una programación de documentos teatrales, de piezas que habían sido representadas en ese escenario, pero la realidad de ese lugar es que estaba cerrado.
¿Qué confusión estamos teniendo de qué es lo que está sucediendo y qué es lo que no está sucediendo? La pregunta es esa: ¿qué es lo que realmente está sucediendo?
Creo que lo que sí hemos logrado con Sitio Inespecífico (SI) es que esas obras sucedan cada vez que vos las abrís. Son como un libro. Es un libro que vos vas leyendo.
El libro tiene un tiempo dilatado en que se activa a partir del encuentro con un lector. Estas piezas son el “en vivo” de tu tiempo como lectora, de tu tiempo como espectadora, porque las piezas están pensadas para ese tipo de encuentro que acontece en el momento en el que alguien decide entrar.
En eso se relaciona más al tipo de vínculo con la literatura que con las artes vivas, por ejemplo. Pero me parece interesante pensar que —por lo menos nos preguntamos esto— en un tiempo en donde el en vivo siempre son reflexiones, ideas, derivaciones, foros de encuentro, de conversación, ¿cómo volvemos a recuperar la experiencia estética?
Que no sea tampoco el documento de una experiencia estética ocurrida en otro tiempo, sino, ¿cómo recuperamos la experiencia estética de un momento, de un aquí, de un ahora?
Preguntas relevantes cuando pensamos cómo se están reconfigurando las prácticas artísticas y aquello que conocemos o entendemos como cultura en el inicio de la tercera década del siglo XXI y en el contexto de la actual pandemia.
Hay algo que mencionas que me parece muy importante: esta experiencia, esta producción artística que está más asociada con la plasticidad con el performance con la acción se vierte mucho a la palabra, el peso se traslada mucho ahí. Justo mencionabas el “espectador” o el “lector”.
Bueno, creo que siempre que empezamos a hablar del «espectador emancipado» ya estamos hablando que cualquier espectador ya sea de cine, de literatura, de artes visuales, de artes vivas, siempre es un lector. Es alguien que aporta una mirada y que completa la obra.
Por ejemplo, pensemos en la pieza de Marta María Borrás, que es una pieza que viene desde Cuba, hecha en el Laboratorio de Ensayos de Mutaciones e Imposibilidades, que piensa cómo podemos hacer esta transformación en este tiempo. Ese mapa que Marta plantea como deriva, que son esas líneas del deseo, que ella las llama de esa manera, que vos puedas recorrer encontrándote con piezas que son algunas producciones audiovisuales, otras son ensayos fotográficos, textos, links que te derivan a otras piezas, piezas sonoras, bueno todo eso está ahí en un recorrido que cada espectador va a hacer de manera diferente.
¿En cuánto tiempo va a travesar la obra de Marta María Borrás? Eso nunca lo vamos a saber porque ese es un tiempo de cada uno; ahí se vincula un poco a la experiencia de entrar a una galería, a un museo, donde uno decide por dónde empieza o cuánto tiempo se queda en cada lugar. Acá tiene esta cuestión de poder volver a entrar las veces que quieras. Poder tener la obra en tu computadora, en una pantalla, tener la posibilidad de reingresar de manera muy accesible, muchas veces y estés donde estés.
Hoy no tenemos que perder de vista es que las prácticas artísticas están en Sitio Inespecífico, pero también estamos todos, como comunidad, sitiados o circunscriptos a nuestros lugares, a nuestras realidades y de esta manera tenemos que empezar a pensar qué tipo de producciones nos ayudan a encontrarnos con la experiencia estética, con la poética, con las políticas de los artistas a pesar de todo lo que es difícil circular, de estar en otros lugares, de viajar a festivales.
Sí tenemos que encontrar estrategias que activen el encuentro, la sensibilidad y la sensibilidad de este tiempo, no solamente seguir haciendo lo que hicimos antes. Ya es hora de que empezemos a poner en acto lo que nos está pasando hoy.
En eso, por ejemplo, está el trabajo del Laboratorio de Artistas Sostenibles (L.A.S.) que está a cargo de Laura Uribe y de Sabina Aldana; por ejemplo, ellas tienen dos piezas en SI, una de ellas es el archivo Migración, que justamente reflexiona y hace entrevistas a artistas que por la situación de pandemia migraron a proyectos gastronómicos. Y las entrevistas son alucinantes, te hacen ingresar en la estructura del sentimiento de una época en donde los artistas tienen que volver a reinventar sus prácticas y sus modos de sustentabilidad.
Me llama mucho la atención que en varias de las entradas de SI se puede descargar la obra. Esto de alguna manera modifica un poco la idea de adquirir arte, de poseerlo. Porque más allá de que puedo regresar a la obra en sí desde la página, la puedo descargar en mi computadora.
Es interesante lo que vos estás apuntando, porque en un momento nosotros tuvimos un proceso de interacción colectiva y una de las preguntas que yo les hacía es si podríamos sentirnos en un mismo espacio, en un lugar común —¿podríamos escuchar volar las mismas moscas? me preguntaba—, ¿qué pasa cuando puedes transformar parte de una pieza de un artista que está on line, realizarla vos mismo en tu casa? Eso propone otro tipo de reflexiones en torno a la obra, al tema de hasta dónde podemos atravesar esa pantalla.
¿Cuáles son las ficciones, juegos, que podemos proponer para poder tener, al menos, las sensaciones de una proximidad, de unas formas de comunicación que no sean tan limpias, tan distantes, tan asépticas.
Dentro de estos ejercicios artísticos, ¿se plantearon cómo se modifica la idea de “consumo” de arte —un término muy manoseado ya — cuando pasa a la virtualidad? No porque la virtualidad no existiera antes o el arte hecho en específico para este medio, sino porque se han volcado, ahora mismo, forzosamente allí.
Es parte de la reflexión, pero también creo que hay que ser muy cuidadosos todavía, porque creo que estamos posicionándonos, como artistas, sobre la propia producción. Entonces, me parece muy arriesgado ensayar respuestas en relación también al consumo cultural y a las producciones culturales como producto cuando todavía el producto en sí mismo se está reconfigurando. Es algo que va tener que ir tomando forma.
Con un poco de perspectiva vamos a poder ver con qué cosas nos queremos quedar, qué cosas fueron manotazos de ahogado y qué se convierte en un producto verdaderamente para entrar en sistema. Qué tiene que ver más con una política que desde el campo del arte nosotros necesitamos incidir en la comunidad y aportar nuestras visiones y nuestras perspectivas ya no solamente pensando en cómo vender lo que nosotros hacemos.
No sé si podamos llegar a respuestas concluyentes o más bien parciales y que en el tiempo se van a ir modificando.
En este panorama se habla mucho de lo que se ha perdido con la cancelación del encuentro. Pero ¿qué podemos pensar que se sumó?
Dentro de esta experiencia no se puede dejar de lado la trama humana que nos sostuvo a cada uno todo este tiempo activos, trabajando desde sus casas. Todo un equipo de gente movilizada, pero no solamente movilizada y preocupada, sino también sosteniéndose mutuamente.
Está sucediendo un sentido del pensamiento crítico a una velocidad incalculable en el que quizás estábamos amesetados en un lugar y que esta tremenda crisis está haciendo sumar muchas perspectivas.
En Sitio Inespecífico participan: Laura Uribe y Sabina Aldana, Marta María Borrás, Adriana Salazar, Leonardo Moreira y Aura Cunha, Patricio Villarreal, Rodrigo Parrini e Israel Martínez. Aquí puedes acceder al Sitio: http://www.espaciosreveladosenpandemia.org/index.html