«Nos estamos sumergiendo en la era de la inestabilidad global, el pragmatismo miope y la fragmentación de la sociedad»: Sergei Loznitsa.
Huemanzin Rodríguez/Ciudad de México.
Sergei Loznitsa (Baránavichi, Bielorrusia. 1964), reconocido documentalista ruso que comenzara su carrera como director con La vida, el Otoño (1998), presentó en la Bienal de Cine de Venecia de 2019 el largometraje Funeral de Estado, donde a través de material de archivo reconstruye cómo se vivió en toda a la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS), la noticia de la muerte de Iósif Stalin el 5 de marzo de 1953. Esta película, que tiene ahora su estreno en streaming a través de la plataforma MUBI, resulta muy actual, pues lo que podría parecer la memoria local de un país cuyo territorio se fragmentó hace unas pocas décadas, es testimonio de la Historia del siglo XX y sus consecuencias hasta el presente, ya que en el muevo siglo los líderes políticos de Occidente elegidos democráticamente, son más el reflejo de las sociedades en el orbe hartas del sistema partidista, que con nostalgia añoran épocas no vividas con los caudillos en el poder. Desde Moscú, Loznitsa habla al respecto para Noticias 22 Digital.
¿Con qué archivos fílmicos ha sido elaborada la narrativa de Funeral de Estado?
Todas las imágenes provienen del Archivo Estatal Ruso de Documentos Fílmicos y Fotográficos en Krasnogorsk (RGAKFD), al cerca de Moscú. Mi cooperación con esta institución comenzó en 2017, cuando estaba trabajando en el montaje de mi anterior documental El proceso (The Trial. 2018. Sobre el juicio falso que padecieron ocho ingenieros soviéticos acusados de sabotear la economía del país en favor del bloque internacional enemigo), dedicado a los espectáculos mediáticos organizados por Stalin en la década de 1930. Tengo la intención de continuar con esta exitosa colaboración con el archivo. Actualmente estamos produciendo dos proyectos más, basados en las imágenes del RGAKFD.
¿Hubo algún archivo que no pudo usar o que debió omitir?
Usamos alrededor de 250 carretes equivalentes a 40 horas de metraje de archivo, y la película tiene una duración de poco más de 2 horas. Por supuesto que mi editor y yo pasamos por un proceso muy intenso de visualización y selección de material. La calidad del metraje fue excelente, todo fue filmado por los mejores camarógrafos profesionales que trabajan en los estudios de documentales de toda la URSS. Así que, ¡podría haber hecho una película mucho más larga con muchas tomas más impresionantes! Aun así, creo que logramos capturar la esencia de los eventos y construir una narrativa integral de lo que estaba sucediendo en el país en ese momento.
El archivo sonoro y los sonidos incidentales son también parte fundamental de la narrativa documental. ¿Dónde los obtuviste?
La mayor parte de la pista sonora del documental proviene del archivo de la Radio Estatal de Rusia, donde guardan la transmisión de radio original del funeral de Stalin, por lo que tuvimos acceso a una colección única de homenajes en audio, en prosa y poesía, leídos por escritores, poetas prominentes y el público. La mayoría de esos archivos suenan como himnos a un dios, en lugar de obituarios; y se suman al efecto surrealista de todo el espectáculo. También usamos la música que se interpretó durante el funeral. A Stalin le gustaba mucho la música clásica, en particular la de Mozart.
¿Qué motivó el montaje del documental? ¿Fueron los archivos sonoros o fílmicos?
Comenzamos con las imágenes y usamos la música para marcar el ritmo, el ritmo de la edición. Luego, cuando comencé a trabajar con el diseñador de sonido, y descubrimos las maravillosas grabaciones de los homenajes a Stalin, por supuesto que estuvimos muy contentos de incorporarlos a la banda sonora.
He leído un poco sobre la Historia universal reciente, así como de los procesos rusos de los siglos XIX al XXI. Al ver el documental, pensé en lo que decía el filósofo alemán Friedrich Hegel sobre la diferencia entre creer y conocer. No puedo estar de acuerdo con las políticas estalinistas, pero sentí a esa sociedad soviética retratada en su duelo. ¿Tuviste un dilema entre creer y saber al hacer este documental?
Nací en la URSS en 1964. Aunque nací 11 años después de la muerte de Stalin y técnicamente ya era una época diferente, puedo decir que tengo el conocimiento de la dictadura y el estalinismo, lo llevo en mi sangre y en mis genes. Este conocimiento me lo han transmitido las generaciones anteriores. Es el conocimiento del miedo, la opresión, la falta de libertad de cualquier tipo, la esclavitud intelectual y emocional. Desafortunadamente, esta tradición sigue viva en Rusia. La sociedad rusa y post soviética nunca pasó por el proceso de «desestalinización», y es por eso que el país está atrapado en una especie de limbo histórico: no hay futuro, sino el pasado eterno, que se repite en varias formas grotescas. Como escribió el filósofo ruso del siglo XIX Pyotr Chaadaev (1794-1856): «A veces puede parecer que el único propósito de la existencia de Rusia es mostrar al resto del mundo cómo no vivir y qué no hacer».
En 2013 viajé por algunos lugares de Moscú, San Petersburgo y sus alrededores. Me llamó la atención ver flores en los monumentos o tumbas de personajes como el mecenas y coleccionista de arte Pável Tretyacov (1832-1898), el escritor Fiodor Dostoiesvki (1821-1881), el compositor Piotr Ilich Tchaiovski (1840-1893), el coreógrafo Marius Petipa (1818-1910), el rockero Viktor Tsoi (1962-1990), el cosmonauta Yuri Gagarin (1934-1968) o el periodista John Kenneth Turner (1879-1948). Pero la tumba o escultura donde vi más flores fue la de Stalin. Gente alrededor de su imagen, que vestía abrigos como los de la época soviética guardando honores. ¿Hay nostalgia por el comunismo?
No solo nostalgia por el “comunismo” o, para ser más precisos, nostalgia por la URSS, sino que también hay un resurgimiento muy poderoso del estalinismo. Hoy se instalan monumentos a Stalin en varias ciudades rusas, venden libros sobre él en las librerías, souvenirs con sus retratos en lugares turísticos populares y la propaganda estatal lo ha elogiado como un “administrador eficiente”, que convirtió un país rural en industrializado y ganó la Segunda Guerra Mundial sin ayuda de nadie. Ésta es una tendencia muy peligrosa. Esa amnesia y la falta de análisis crítico del trágico pasado del país solo pueden conducir a más miseria y a una nueva dictadura.
Creo que más allá de la entonces Unión Soviética o la Rusia actual, pienso en cómo hoy se hace política hoy en el mundo democrático. A veces pienso que nos alejamos de Hombres representativos de Emerson y acercamos de nuevo a De los héroes de Carlyle. ¿Cuál es el peso de la figura del líder político hoy?
El mundo de hoy carece de líderes inteligentes, carismáticos y brillantes, capaces de liderar sus naciones y enfrentar su responsabilidad o resistir el mal. Hay demasiado conformismo, demasiado compromiso y demasiada mediocridad. Como resultado, nos estamos sumergiendo en la era de la inestabilidad global, el pragmatismo miope y la fragmentación de la sociedad.
¿El cine es una herramienta del revisionismo histórico?
El cine es un arte muy poderoso. Puede mover montañas. Sin embargo, por favor, no confundamos al cine con la propaganda. El cine, como forma de arte, siempre dirá la verdad y siempre iluminará e inspirará al público. Sin embargo, la propaganda, disfrazada de “cine”, manipulara, desviará y corromperá a quienes la consuman.
Portada e imágen forman parte de el documentla «Funeral de estado» (2019), dir. Sergei Loznitsa.