Cabezas colosales, hombres-jaguar, figuras en jade, ofrendas y estelas hechizan a los visitantes del museo ideado por Jacques Chirac consagrado a explorar las culturas primigenias no europeas
Ciudad de México (N22/Laura Barrera).- Deslumbrantes, misteriosas, de gran sensibilidad artística, y sin embargo, casi desconocidas. La civilización olmeca y las culturas del Golfo de México fueron descubiertas a mediados del siglo XIX y aún guardan muchos enigmas. ¿Cómo mostrar al público europeo la grandeza de estas civilizaciones?
El responsable por el lado francés de llevar a cabo esta tarea ha sido Steve Bourget, quien tiene a su cargo las colecciones de América del Museo Quai Branly – Jacques Chirac, donde actualmente se presenta la monumental muestra Los Olmecas y las culturas del Golfo de México. La exposición reúne 300 piezas que abarcan un periodo que va del año 1600 a.C. al 1521 de nuestra era.
Pregunto a Steve Bourget, el curador asociado de la muestra, sobre el origen del proyecto. Con marcado acento quebequense me explica que la exposición nació a partir de aquella que presentó el Museo Nacional de Antropología en la Ciudad de México en el año 2018.
«La exhibición abordaba las culturas del Golfo de México. El director del Museo de Antropología tuvo un acercamiento con el presidente del Museo Quai Branly en ese momento, Stéphane Martin, y le propuso retomar esa exposición. Ellos me pidieron que fungiera como curador, como comisario asociado a fin de tender un puente entre el equipo del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) y el equipo del Quai Branly. Hicimos la propuesta de no cambiar los temas principales de la exposición original, aunque quisimos hacer una introducción más extensa sobre las culturas del Golfo de México, sobre todo de la primera gran civilización de México, los olmecas. Esa fue la manera de traducir esta exposición al público francés y europeo en general. Es decir, un público no muy conocedor de las culturas mesoamericanas.»
Ferviente estudioso de las culturas antiguas de América
El profesor Bourget, formado en la Universidad de Montreal, es un apasionado del mundo mesoamericano que tiene a su cargo las colecciones de América del Museo Quai Branly.
«Soy arqueólogo. He estudiado mucho Mesoamérica, sobre todo de Perú. Hice treinta años de arqueología en Perú. Conozco muy bien la estatuaria olmeca y la cultura huasteca. Cuando vi los objetos que integraban la exposición de 2018 supe en el instante que sería un proyecto espectacular».
Los primeros hallazgos de la civilización olmeca datan del siglo XIX. Entre ellos la primera cabeza colosal descubierta en 1853 por un campesino. Es en 1927 que los especialistas identifican una cultura específica, cuya historia, dice con entusiasmo Steve Bourget, «aún se está escribiendo». La primera expedición de gran envergadura fue dirigida por el arqueólogo Matthew W. Stirling para la Smithsonian Institution, en conjunto con National Geographic y tuvo lugar 1939, me explica Bourget, y añade: «actualmente hay unos setenta proyectos arqueológicos en curso en torno a esta cultura.»
La mayoría de las piezas que se exponen en París jamás habían salido de territorio mexicano. Toneladas de piedra que requirieron cinco viajes de aviones cargo. Reunir los objetos supuso un reto mayúsculo. En pleno confinamiento, las esculturas de diversos tamaños y materiales fueron reunidas y transportadas desde diez estados de la República Mexicana.
«Gracias al gobierno y en particular a las instituciones culturales mexicanas, pudimos tener en préstamo lo que considero verdaderas estrellas del arte estatuario no solamente de México, sino para mi, del mundo. Es decir, piezas como El señor de las Limas, el llamado —o mal llamado— Luchador olmeca, el conjunto de los Azuzul, el adolescente de Tamuín. Y ciertamente una de las esculturas más “sexy” que conozco del arte mesoamericano, la famosa Mujer escarificada de Tamtoc. Son objetos que considero de una gran belleza. Desde luego, hay una dimensión antropológica muy importante en ellos, pero su aspecto estético, para mi, es absolutamente universal.»
Una bocanada de aire para los parisinos
Steve Bourget subraya el trabajo del equipo mexicano encabezado por la curadora asociada de la muestra, Cora Falero Ruiz.
«Para empezar hay que tener presente que son cerca de veinte toneladas de piedra, veinte toneladas de escultura. Debo confesar que la dificultad inicial no estuvo de nuestro lado. Por nuestra parte tuvimos no dificultades, sino arreglos técnicos que hacer debido al peso. Calcular el peso en el tipo de suelo que tenemos en el museo, por ejemplo. Trabajamos con ingenieros para evaluar esos parámetros. Pero debo felicitar y sobre todo agradecer al equipo mexicano porque sin ellos no se podría haber hecho. En la situación que vivimos actualmente, con el covid, fueron realmente ellos quienes lograron ir por las esculturas, especialmente aquellas que vienen del Museo de Jalapa, Veracruz. La Mujer escarificada por ejemplo viene del sitio arqueológico de Tamtoc, al norte del Golfo. Así que es verdaderamente excepcional que hayan podido ir por todas esas piezas a tantos lugares. Estoy asombrado. Una vez que los objetos llegaron al aeropuerto de la Ciudad de México, hasta cierto punto, el trabajo estaba hecho. Nosotros, técnicamente, debíamos tomar precauciones, pero los equipos que hay aquí en París están habituados a hacer ese género de trabajos, por lo que todo se desarrolló muy bien. Además, teníamos muchos colegas mexicanos trabajando con nosotros para asegurarse de la correcta colocación y el buen estado de las piezas. Realmente el equipo mexicano hizo posible esta exposición, de eso estoy plenamente convencido y por tanto muy agradecido.»
Los Olmecas y las culturas del Golfo de México abre sus puertas hasta el 25 de julio de 2021 en el portentoso recinto obra del arquitecto Jean Nouvel, situado en el número 37 del muelle Branly del distrito séptimo de París, no lejos de la torre Eiffel. Para el público francés, entrar en contacto con esta civilización, es, en estos momentos de desazón, una bocanada de aire.
«Esta es una exposición estelar en París. Hemos tenido una respuesta extremadamente positiva de la prensa, y por supuesto, del público que viene a la exhibición. Es una gran felicidad ver que la gente aprecia la cultura antigua de México. Conocerla les da la oportunidad de despejar la mente respecto a la penosa situación que vivimos. Por lo tanto la considero una exposición muy “zen”. Permite a los visitantes ver piezas magníficas, pero también reflexionar sobre otras cosas más allá de los problemas que nos rodean.»
Visita guiada por el Quai Branly
¿Cuál es el recorrido por el mundo olmeca y otras civilizaciones del Golfo en el Quai Branly?
«Aparte de la primera sección que se dedica a explicar la civilización olmeca, el recorrido se declina de la misma manera que lo hacía en el Museo Nacional de Antropología. Pusimos en la entrada una estrella absoluta del Museo de Jalapa, si no es que la estrella absoluta de ese museo, que es el señor de las Limas. Una escultura magnífica de serpentina que muestra a un individuo que sostiene un dios olmeca en sus brazos. Esta escultura le permite a la gente ver todo el mundo simbólico olmeca en un primer momento. Y después son recibidos por el grupo de los Azuzules, que son espectaculares, comprenden dos grandes felinos y los gemelos que los miran. Después, las otras secciones se dedican a la escritura, al control del tiempo, al calendario que los olmecas crearon. Luego entramos a otras secciones que están bajo el título de “Las mujeres y los hombres del Golfo”, donde se presenta la estatuaria del Golfo de México en un período de cerca de tres mil años. Se expone también la importancia del rol de las mujeres en la sociedad huasteca. Es algo que ha estado largamente subestimado, o mal entendido, desde mi punto de vista. Creo que en el caso de la mujer, el aspecto del poder y de la religión requerirá estudios más a detalle en el futuro.
»Posteriormente llegamos la sección de las ofrendas, que de nuevo cubre un periodo de tres mil años. Inicia con el Manatí, el famoso manantial donde los olmecas colocaron ofrendas durante unos 800 años. Esta fase termina con el entierro de una mujer huasteca que está en la transición: está enterrada con objetos precolombinos, pero porta un collar de perlas de vidrio de Venecia. Ya está la presencia europea en las antiguas sociedades de México. Y para concluir el recorrido, la apoteosis: Ya que empezamos con el señor de las Limas, terminamos con la Mujer escarificada de Tamtoc, ¡una escultura magnífica!”
México en el ADN del museo Quai Branly- Jacques Chirac
Steve Bourget destaca los añejos vínculos entre México y Francia. Por algo el emblema del propio museo Quai Branly es una estatua chupícuaro.
«Efectivamente, luego de que Jacques Chirac manifestó su deseo de crear este museo, se decidió —probablemente fue el propio Chirac quien lo decidió— designar a esa pequeña escultura chupícuaro como emblema del museo. Otro dato es que la casa de la moneda ubicada en París acuñó una pieza de 20 euros con la efigie de la escultura chupícuaro del Quai Branly. Esto subraya muchas cosas. La primera es que las exposiciones en colaboración con México forman parte del ADN del museo Quai Branly y nos gustaría organizar muchas más. Todas han sido un gran éxito. Por ejemplo, la exposición sobre Teotihuacán fue la más visitada del museo desde su inauguración, con unos 240 mil visitantes. Me gustaría mencionar la larga amistad y la labor conjunta de investigación científica. Los primeros trabajos científicos de arqueología que se hicieron entre equipos franceses y mexicanos fueron hace más de cien años. Desde entonces hay relaciones científicas entre Francia y México. Esta muestra es una ocasión que se debe señalar. Hay que subrayar el hecho de que está bien tener una colaboración como ésta, de largo aliento. Continuar esta bella amistad.»
Imagen de portada: Los olmecas y las culturas del Golfo de México / Cortesñua del © musée du quai Branly – Jacques Chirac, / Foto: Thibaut Chapotot