Ahora que el lago es de nuevo objeto de atención, que en él se vierten, una vez más, las ansias de obra política y sexenal, nos volcamos a esta enciclopedia para mirar a su pasado y a su presente desde el arte
Ciudad de México (N22/Ana León).- La enciclopedia de las cosas vivas y muertas: el lago de Texcoco es un ejercicio que busca conocer el todo por sus partes. En estricto orden alfabético, los múltiples y variados fragmentos que constituyen este gran cuerpo de agua que alguna vez estuvo enclavado en la urbe van siendo narrados, no así definidos. Y escribo “alguna vez” porque al inicio su autora nos advierte: «su nombre se enuncia equivocadamente cada vez que aparece en los diarios nacionales, o cuando se escribe en las señales de tránsito a la orilla de la carretera que hoy lo atraviesa. No se le llama “territorio”: se le llama “lago” a pesar de estar seco y poblado de una materialidad distinta.»
Aquí, su creadora, la artista colombiana Adriana Salazar Vélez, nos ofrece “una mirada” a este espacio ecológico, cultural y político que ha sido testigo y personaje principal de múltiples procesos en la historia de esta titánica urbe.
Adriana Salazar hizo una investigación artística rigurosa en donde la escritura es la materia de esta obra y funciona como «una manera de catapultar realidades que son a la vez conceptuales y materiales». Mediante el libro en su forma de enciclopedia, la investigadora y escritora, vuelve a una tradición en donde se busca entender al todo por sus partes, pero desde una visión muy particular: las partes no son definidas, sino narradas, como se señala más arriba, contadas. Cada uno de los conceptos que aborda este libro-objeto cuenta una historia, es un personaje. No se habla del lago en sí mismo, se va llegando a él mediante lo que lo compone, lo que lo rodea, lo que subyace en su capas, lo que ya no está.
Es así, que al terminar de leer esta enciclopedia el lector puede salir de ella con una idea significativa de lo que es y ha sido este cuerpo de agua que, casi fantasma, protagoniza cruzadas políticas y sociales. Lo que la artista colombiana logra, y que era uno de sus objetivos, es crear conocimiento a través de una contra metodología: «Es una manera de también buscar un modo de mostrar lo contrario, de demostrar que sí se puede producir un conocimiento rico, profundo, riguroso, pertinente sobre el mundo que vivimos desde el arte.»
Ahora que el lago es de nuevo objeto de atención, que en él se vierten, una vez más, las ansias de obra política y sexenal, charlamos con la artista sobre este proyecto que justo se gestaba cuando en el lago se desplegaba el proyecto del NAIM. Las ruinas de aquél proyecto ahora son testigos de esta nueva empresa, que no es tan nueva tampoco, pues nos remite al año 2010, al proyecto México. Ciudad Futura, en el que se enmarcaba El Parque Ecológico Lago de Texcoco, de Iñaki Echeverría, proyecto que con variaciones, se desarrolla ahora.
¿Cuándo comienza tu interés por el lago y cuándo decides llevar este interés a una investigación artística y por qué el lago?
Este proyecto inicia a comienzos del 2015. De hecho, desde la primera vez que vine a México años atrás, me había intrigado mucho la idea de que una ciudad tan grande como ésta haya sido fundada sobre lagos, sobre todo uno del tamaño del que fue el Lago de Texcoco. Empecé entonces por la pregunta: ¿dónde está este lago? Si acaso quedaba algo de este lago, dónde podía estar este último resquicio o este último cuerpo de agua.
AGUA: «Te saludo: soy el agua. Siempre me transformo y por eso mi voz a veces se confunde con la voz de las cosas sólidas, de la tierra, incluso del aire: en casi todo hay un poco de mí. […] Soy aquello que te conecta con todo lo demás, que te convierte en parte de todo lo demás; soy ese fluido que borra tus fronteras».
Empecé simplemente a buscar el lago, ver si había algún punto geográfico en la ciudad o en sus alrededores donde haya quedado algo del agua lacustre.
A partir de esa pregunta empezó a crecer el proyecto. Luego buscando, me fui encontrando con todas esas capas de problemas que había generado el lago desde la fundación misma de la Ciudad de México, cómo el lago había estado unido a la historia de colonización; al genocidio del pueblo mexica, a la conquista de todo el territorio mexicano; a la fundación de la ciudad; a los procesos de modernización que están unidos a toda esta gran, gran empresa de desaguar el Valle de México, no solamente el Lago de Texcoco.
Luego me encontré con los terrenos federales del Lago de Texcoco que fue básicamente en lo que el lago se convirtió a finales de los sesentas. Y eso coincidió con la reactivación del proyecto del nuevo aeropuerto. Y ahí todo tomó unas dimensiones grandísimas que la verdad no esperaba encontrar.
La lectura inicia justo con la explicación de por qué se aborda el lago a través de una enciclopedia, me gustaría que me hablaras más de esta idea que planteas de la escritura como la forma de ahondar en realidades que son a la vez conceptuales y materiales.
Eso tiene dos capas. Una tiene que ver con el carácter fragmentario de este territorio-lago, y multitemporal. Yo vengo de las artes visuales y digamos que las herramientas de las artes visuales de cierta manera se me quedaban cortas, pero por otro lado también, en las mismas artes visuales, en la historia de las artes visuales, ha habido una intrusión muy interesante a partir de la historia de las vanguardias de comienzos del siglo XX, en la que el texto empieza a formas una parte importante del hacer artístico y los artistas se empiezan a apropiar del texto como un material también para producir imágenes, para romper el texto, para ver el libro como un objeto artístico susceptible de experimentación. De cierta manera yo me monto sobre esas tradiciones y empiezo a ver esa enciclopedia como una práctica artística en sí misma donde el material es el texto y lo que se produce es como cierto tipo de imágenes, pero no imágenes donde se te muestran el contenido de antemano, sino imágenes que se construyen como un espacio intermedio entre el lector, el territorio y el texto. Este dispositivo que yo me inventé, que es la Enciclopedia de cosas vivas y muertas, pues podría reunir todas esas cosas.
¿Cómo presentarías a un lector lo que es la enciclopedia?
Es muy difícil porque yo lo presentaría, probablemente, siempre de una manera distinta. Es un libro que tal vez es muchos libros. Es un libro que es también una contra metodología de la investigación y que también es un libro sobre un lago que no es un lago, sino que es muchas cosas. Y que nunca vas a encontrar el todo, además, el todo es una promesa diferida. Siempre es una promesa que se traiciona. De hecho no es una promesa, porque yo eso sí lo desmonto muy rápidamente. No es un todo, sino es un ensamblaje abierto, de alguna manera.
De pronto, al leer cada una de las palabras que vas enlistando o contando, porque vas contando una historia a partir de cada una de las palabras; vuelves en muchas de ellas a ideas que ya has abordado al principio, como en esta idea de la desecación, de la ruina o incluso justo del archivo. De alguna forma me vino la idea de la enciclopedia como un uróboro, esta serpiente que se muerde la cola; los ciclos. ¿Hay algo de eso dentro de la escritura de esta enciclopedia?
Hay algo similar que ha sido justo una constante en toda la investigación y era esta idea y esta especie de intuición que yo tenía y es que pareciera ser que la historia de colonización de estos territorios es algo que no está en el pasado, sino que parece ser algo que regresa, que con cada megaproyecto o con cada proyecto gentrificador que llega a alguna parte de la ciudad o con cada entubamiento de río… hay un regreso del proyecto colonizador.
Entonces, sí, hay una especie de ciclo del que no salimos. Es algo que yo veo también en mi país, muy tristemente, de maneras muy brutales a veces, que estamos como atrapados en este fantasma que regresa de diferentes maneras.
La manera que tú abordas la historia del lago es justo a través de esta investigación artística, ¿que tanta licencia te das dentro de ésta para jugar con la ficción? Porque lo que me parece muy rico es que cada término que abordas no se define sino que cuenta una historia. Dentro de estas historias, ¿hay ficción?
Fui lo más rigurosa, a pesar de que no soy historiadora y tal vez un historiador lo lea y pueda ver ciertos errores metodológicos, pero fui muy rigurosa con la investigación de archivo y también con la investigación de campo. Hay un proyecto paralelo que es el Museo Animista del Lago de Texcoco, que es un proyecto de arqueología contemporánea sobre los terrenos federales. Eso también me ayudó a recoger de manera muy rigurosa no sólo datos de archivo, datos y documentos, también materiales en sí mismos. Digamos que tenía mucho de donde agarrarme para que los datos fueran bastante precisos en términos de fechas, ubicaciones geográficas, personajes, fuentes…
Pero lo que yo hice con la ficción fue una especie de ejercicio como que en medio de eso que sí era verídico y tangible y que tú pudieras fabular algo que de pronto pudieras imaginar a partir de esos datos, entonces ambas cosas podían existir en el mismo relato.
SAL: «Soy la sal del lago de Texcoco. […] Cuando me fundo en el agua de los lagos artificiales que ahora pueblan este gran terreno, me vuelvo invisible, indetectable. […] Soy muy vieja, más que el agua del valle […] soy polvo, soy parte del aire, soy la tierra misma.»
Por ejemplo, hablar de una piedra o una pieza específica del Museo de Antropología y esa piedra descrita al detalle te permite imaginar algo que de pronto no está allí y eso no quiere decir que una cosa no sea verídica y otra no sea ficcionada. Había un juego en usar esos dos recursos para que sí tuviera peso. Y a mí me interesaba que sí tuviera peso por que es una cosa que políticamente era importante, es decir: este territorio sí existe, estos problemas sí son reales, no se dan hoy.
¿Cómo decides qué términos entran en la enciclopedia a través de los que narras la historia? También me llama mucho la atención que varios de estos términos son personajes.
El orden en el que fueron apareciendo pues fue más el orden de la experiencia, de ir recorriendo el lago, ir conociendo el contexto, la historia; reconociendo también los personajes tanto humanos como no humanos. Y una cosa que es muy importante es que el contexto mismo también iba cambiando a medida que se investigaba. El aeropuerto se iba construyendo y empezaron a surgir las minas de tezontle y todo el problema con las minas ilegales del oriente del estado, y se reactivó la lucha de los Pueblos en Defensa de la Tierra… Y todo eso no había manera de cómo anticiparlo.
Lo bonito también de la estructura de la enciclopedia es que todo eso se podía ir metiendo, incluso si, por ejemplo, lo reeditaramos hoy, habría que incluir esta nueva etapa que aún no sabemos hacia dónde va a ir.
Hay una cosa que señalas en la introducción que es el «defender diferentes formas de conocimiento», al final este ejercicio que tú haces en tu proyecto artístico genera conocimiento, porque de alguna forma el lector después de haber leído la enciclopedia sale con una idea de lo que es el lago. ¿Sí hay una idea de desmitificar este academicismo y de crear una “experiencia de conocimiento” a través de esta lectura?
No sólo las artes visuales, sino todas las artes han tenido el problema de que son objeto de conocimiento. Entonces están la teoría del arte o la historia del arte. Siempre son las disciplinas que tienen esa autoridad desde el conocimiento para decir cómo son las cosas, como si el arte no tuviera una voz de validez dentro de esa pirámide científico-humanista.
Es una manera de también buscar un modo de mostrar lo contrario. De demostrar que sí se puede producir un conocimiento rico, profundo, riguroso, pertinente sobre el mundo que vivimos, desde el arte.
Hay una idea que me gustaría si puedes ahondar un poco más: la investigación artística o también otra idea que yo asocio mucho, la estética investigativa.
Hay unos proyectos bellísimos que miran lo sensible de los territorios, fenómenos muy, muy desde lo sensible pero con el fin de producir conocimiento a partir de estos fenómenos sensibles o experimentando también con metodologías que toman elementos del arte, pero para hacer otras cosas. Y yo creo que es un campo muy rico y muy fértil también para desarmar esa frontera entre arte y no arte. Entre todas las disciplinas que se cruzan en estos proyectos que ya se vuelven transdisciplinares y que no buscan llegar a la contemplación o a producir objetos de contemplación, sino materiales de reflexión o metodologías de conocimiento o contra metodologías de conocimiento.
Hay una idea que siento que va transitando en toda la enciclopedia y es uno de los conceptos que tú abordas: “ruina”. Porque vas partiendo de los vestigios del pasado del lago para ir contando su historia. Y al final ahorita lo estaba pensando también, ¿qué tanto del nuevo proyecto va a ser real? Porque es algo que ya estaba en el pasado y que se quedó en ruinas.
La ruina tal vez sería como esa evidencia de ese pasado que regresa. Que pareciera ser que siempre estos intentos fallidos de conquista van a dejar cierta ruina a su paso y muy probablemente en la nueva etapa del Parque Ecológico, incluso en el Aeropuerto de Santa Lucía, algún tipo de ruina va a quedar a menos que se reconozca esa complejidad del lago.
Pero la ruina es algo que además aparece como de las maneras más inusuales. También hay, probablemente tú lo has visto, en el arte y en la arqueología, una especie de romantización de la ruina como un vestigio de un pasado idealizado. Y en este caso la ruina se ve como más ambigua, más compleja y no necesariamente cargada de esas connotaciones de ese pasado ideal.
RUINA : «No soy una cosa, sino un estado de todas las cosas. Soy el destino inevitable de todo lo que alteran las manos humanas, la caída de todo lo que se levanta. […] No soy eso. Soy el estado latente de fractura de todos los vidrios brillantes, el límite de todos los proyectos, lo que se avecina, lo inminente».
Frente a esa idea de ruina, ¿qué posibilidad de futuro o qué idea de futuro se te genera respecto del lago?
He estado siguiendo los despliegues de este proyecto de la 4T de ambos lados de la cerca del territorio federal, por decirlo así, cómo te lo pintan desde estas notas de prensa y lo que promete ser y, por otro lado, ver cómo afuera siguen sin resolverse muchas disputas y muchos litigios con muchas heridas que quedaron abiertas a partir de este proyecto del aeropuerto. Y una cosa que no se menciona es cómo el mismo aeropuerto ya dejó muchos daños irreversibles, no sólo dentro del mismo aeropuerto, sino a su alrededor.
Yo creo que se viene una especie de un nuevo retorno de lo mismo. Así me lo imagino y creo que va a generar mucha resistencia. Probablemente se van a reactivar protestas. De hecho ya, si tú miras los procesos de contratación de quiénes van a tener la licitación para la construcción del Parque, para quiénes va a ser ese Parque y para quiénes no.
Creo que parece ser que no se ha aprendido la lección que dejó el aeropuerto, sino que cambia de piel, pero sigue siendo en el fondo lo mismo. Sin ser pesimista.
¿Con qué idea del lago de Texcoco inicias esta investigación y con qué idea terminas?
Bogotá, donde yo nací, también es una tierra de cuerpos de agua desecados, de humedales desecados, y es algo con lo que yo he estado familiarizada desde siempre, pero nunca en las dimensiones de esto. Para mí como extranjera, el sólo intentar abarcar esta ciudad como un todo todavía me resulta difícil y pensar en el tamaño de este lago, era algo desde el punto de vista sensible, era una cosa muy inquietante. Entonces empecé con la imagen de este gigantesco lago y de esta ciudad como sembrada, como montada encima. Cómo éstas dos imágenes no coincidían. Entonces empezó como una especie de contrapunto entre ciudad y lago que no me sumaba y ahí empecé a pensar en la idea del fantasma del lago y cómo probablemente el fantasma del lago iba a tener una forma material en algún lado.
La imagen final, como tú pudiste ver, es una especie de ensamblaje de fragmentos completamente distintos además, abierto y vivo. Ese es un cambio importante: que tal vez empecé pensando, a medida que me iba acercando al lago, que probablemente el lago ya no existía. Y en el desarrollo del proyecto me di cuenta que el lago sí existía y que se seguía manifestando de muchas maneras y que todas estas diferentes cosas tenían algo del lago o traían de vuelta a la vida algo de ese lago.