El escritor nacido en Egipto y radicado en Nueva York, cuenta en esta entrevista el curso que le da a sus personajes en esta nueva entrega luego de Llámame por tu nombre, donde explora las posibilidades de éstos
Ciudad de México (N22/Guadalupe Alonso).- ¿Se trata de una continuación de Llámame por tu nombre?
Siempre tuve ganas, pero no quería escribir una historia que sonara como una secuela, porque no sabía cómo iba a ser, soy muy malo con las tramas. Lo que quise fue tomar momentos de la vida de los personajes, el padre o Elio, y con eso explorar si había una conexión o no entre Elio y Oliver. No quería dar respuestas definitivas, sino básicamente empujar las cosas hasta donde pudiera. Tampoco quería entrar en detalles de la vida domestica, no me parece un tema interesante para un escritor.
¿Es un libro más filosófico, más reflexivo?
Es una anatomía de sentimientos. Los sentimientos no puedes articularlos, no se pueden nombrar, pero puedes tratar de acercarte lo más que puedas sin llegar a ser muy específico. Una de las cosas que no me gusta hacer en mis libros y nunca lo hago es usar la palabra ‘amor’ porque es casi como un término técnico. Una vez que lo propones la gente dice: ‘Ah, ya sé de qué se trata la historia, gracias y buenas noches’, porque no hay nada más que decir. Lo que quise hacer fue dejarlo fluir. No sabes qué tipo de relación hay entre Michel y Elio, no sabes sobre la relación de Sami y Miranda. ¿Es amor? ¿Es afecto? ¿Es un encuentro intelectual? ¿Intimidad? Puede ser.
«Estoy interesado en los personajes, pero de una u otra manera todos emanan de mí, siempre son yo.»
¿Le interesan los temas de género?
Realmente no. Todos mis personajes son emanaciones de lo que soy. Si escribo sobre una mujer, solo está escrito desde el punto de vista de la mujer. Estoy interesado en los personajes, pero de una u otra manera todos emanan de mí, siempre son yo. Soy Oliver, Elio, Sami, Miranda. Suponer que estoy interesado en temas de género se convertiría en una declaración política y no entiendo de política, nunca entro en temas políticos.
Sabemos de su cercanía con Proust y los clásicos griegos, por lo que no sorprende que uno de los temas principales de este libro sea el tiempo.
Es un tema fascinante, el gran tema. Viene también del hecho de que fui arrancado de mis raíces. Nací en Egipto, fui expulsado junto con mi familia y cuando has experimentado una ruptura radical en tu vida, siempre tienes un antes y un después. No obstante que tu vida sea estable, que haya progresado y vayas hacia adelante, sin que nada te detenga. Por supuesto, hay algo que te detiene, todos vamos hacia el pasado, es la ironía, aunque tu vida sea maravillosa, siempre vas hacia atrás. Pienso que en este libro hay una sensación de que el tiempo sucede y le sucede a la gente, en otras palabras, todos somos víctimas del tiempo. Hay un espléndido momento cuando el papá de Miranda, uno de los personajes, dice: ‘No es el tiempo lo que está contra nosotros ni nosotros estamos contra el tiempo, al tiempo no le importamos. Lo que realmente es esencial es que estamos mal con la vida y la vida está mal con nosotros, pero al mismo tiempo nos alerta de que nunca estaremos a la deriva con nuestra vida o con la vida.
El tiempo interfiere también con nuestra aproximación al deseo y a la muerte, Eros y Tánatos.
Absolutamente. El deseo es, en sí mismo, nuestra manera discreta y oblicua de detener eso. Deseamos a alguien, nuestra mente se enfoca en ese alguien y, por tanto, no pensamos en el hecho de que vamos a morir en diez o veinte años. El deseo es una manera de camuflajear el hecho de que el tiempo existe, pero Tánatos, la muerte, siempre está a la vuelta de la esquina y creo que todos los personajes de esta historia están conscientes de que sus días están contados. Sami lo sabe, por eso está un tanto reacio e inseguro de tener una relación con Miranda. Michel está inseguro porque sabe que solo puede tener a Elio por… ‘dame 3 meses’, le dice, ‘no quiero más’. Oliver tiene ya 44 años y se da cuenta de que también es víctima del tiempo porque sus amigos no están interesados en él sino en sus propias parejas y él no lo entiende.
Esto nos lleva a otro tema relevante en la novela, el destino.
Sí, porque constantemente estamos siendo bombardeados por momentos que se dan por coincidencia. La coincidencia sucede todo el tiempo. Es coincidencia que Sami y Miranda se encuentren en un tren; es coincidencia que Michel y Elio se encuentren el mismo concierto. Las coincidencias suceden, pero no tienen sentido. Es cuando buscamos desesperadamente el sentido en estas coincidencias que estamos dando a nuestras vidas, siempre caóticas, un principio de organización. Es cuando la coincidencia tiene sentido. Freud fue un genio. Aun cuando podría estar equivocado al decir que no hay tal cosa como la coincidencia, siempre hay un sentido detrás. ¿Podemos dejar pasar una coincidencia? No. Siempre queremos encontrarle un sentido. Es como si un principio rector se estuviera asegurando de que la coincidencia te pase a ti y a nadie más.
A lo largo de la novela se insiste sobre el hecho de que no siempre vivimos la vida que deseamos, sino la que se nos impone. ¿Estamos atados a las convenciones culturales y sociales?
Pienso que al menos tenemos dos vidas: la que vivimos, la vida del día con día, del presente, y la vida condicional, la que debió ser, la que pudo ser, la que hubiera sido si hubiésemos tenido el instinto correcto y hubiéramos tomado la decisiones correctas. Creo que la mayoría de nosotros, cuando fantaseamos, lo hacemos sobre la vida que pudo haber sido, no sobre la que es. La vida presente es ordinaria, es un lugar común. Pero no sé si la cultura y la sociedad inciden, son asuntos en los que casi no pienso.
Lo pregunto por el momento cuando Elio decide confesarle a su padre sobre su relación homosexual. Es algo que cuesta trabajo en la mayoría de los casos.
Claro. Y su padre no tuvo problemas para aceptar que su hijo estaba teniendo una relación homosexual. Idealmente nunca lo planeé así, pero es la mejor salida posible, aceptar lo que son los demás y lo que somos nosotros, seguir adelante y vivir la vida como podamos.
«Debo decir que admiro a mis personajes más de lo que a mí mismo.»
La novela, a través de las historias de sus personajes, exhorta a ejercer la libertad..
Sí, y luchar por ella cuando se nos ha arrebatado. No todos tenemos la fortaleza para luchar por nuestra libertad, por lo que creemos que es bueno para nosotros y, finalmente, muchos ya no saben lo que quieren, solo actúan como se espera de ellos. Mis personajes, afortunadamente, en un momento de su vida, se dan cuenta de lo que quieren, de lo que es bueno para ellos, y van por ello. Debo decir que admiro a mis personajes más de lo que a mí mismo.
Música y memoria, un binomio importante en sus libros.
Amo la música clásica, es parte de mi vida. No puedo escuchar música mientras escribo, pero me encanta. Creo que en este libro, en especial, la música no es solo un pasaje de lo que el joven toca en el piano y cómo Oliver recuerda que esa misma pieza fue tocada hacía veinte años por Elio. La música le abre todo este universo en el que probablemente se está sofocando porque está casado y tiene hijos. Pero la música es algo más, es también un recordatorio de lo que es perfecto en la vida. La música para mí es perfección.
La novela está estructurada en tres partes. En cada una hay frases recurrentes en las distintas historias. ¿Hay un común denominador en el modo como nos aproximamos al otro?.
Desde mi perspectiva, en cuanto conoces a alguien sabes si estás interesado en esa persona como ser humano, o si te has enamorado de ella, o si no tienes ningún interés y entonces cierras el capitulo. Sé que las veces que me he enamorado, siempre ha sido a primera vista. En otras palabras, esto es fantástico, sé de qué se trata, no voy a detenerme, voy a ir adelante bajo cualquier riesgo. Esto sucede muy raras veces. Hay algo muy intenso en la intimidad que brota entre dos individuos que solo es repentino. Me encanta eso.
Según usted, ¿el amor surge a primera vista siempre?
Siempre. Odio cuando le he dicho a alguien te amo y responden: ‘Pero no me conoces’. Qué tiene qué ver el conocerte con enamorarse. No hay relación entre los dos, en cambio la pasión que sientes en el momento es muy real, puede diluirse. Si eres muy listo, sabes que va a diluirse, pero en el momento está ahí y tienes que vivirlo.
Al final del libro cita a Constantino Cavafis, el poeta egipcio. Hablemos de su contacto con la poesía.
Seguido digo que la literatura me gusta gracias a la poesía, no a la prosa. Escribí mucha poesía de joven y eventualmente me di cuenta de que no era buena, pero también sabía que si me dedicaba a la prosa tenía a dos maravillosos maestros y quizá un tercero con Pessoa, que me enseñó que la gran prosa solo puede ser escrita por personas que no han sido buenos poetas. Los otros dos son Joyce, acaso el mejor escritor inglés de todos los tiempos y, por supuesto, Proust, el mejor escritor francés de todos los tiempos. Ambos escribieron alguna poesía que de alguna manera fue mediocre, pero su prosa no podría ser mejor. Me gusta Cavafis y terminé el libro con él porque es de Alejandría y esa escena tiene lugar en Alejandría. Fue una manera de volver a casa como escritor. Cavafis es un buen poeta, pero no un poeta sublime. Sin embargo, habla de temas relacionados a la historia misma porque él era un hombre gay y escribió mucha poesía gay, así que me hizo sentido incorporarlo en mi libro. No soy su gran fan, he leído su poesía muchas veces, está bien, pero no me eleva al cielo, no es Shakespeare.
¿Cómo se siente tras haber escrito estas novelas?
Estoy muy orgulloso de que lo que escribí, una historia de amor entre dos hombres. Nunca lo escribí con una agenda política o un proyecto específico o misión, pero me dio gusto que la gente usara mi libro. Por dos razones, una es para buscar quiénes son, porque nunca se habían expuesto a un autoexamen tan despiadado como el que Elio se hace a sí mismo. La introspección es tan absoluta que la gente se reconoce a sí misma. En segundo lugar, la gente ha usado mi libro como una inspiración, para cerrar el libro e ir hacia sus padres y decir, tengo que decirles algo importante para mí, soy gay. Esto para mí es una fuente de inmensa satisfacción, totalmente imprevista, pero estoy feliz de que así suceda.