Esta pregunta es una de las que da lugar a la más reciente novela, ya traducida al español, del escritor noruego Simon Stranger
Oslo, Noruega (N22/Huemanzin Rodríguez).- Como una enciclopedia de sombras y luz, el autor noruego Simon Stranger (Oslo, 1976) pensó su más reciente novela El libro de los nombres (Seix Barral, 2020). Cada capítulo comienza con una letra y sigue el orden del alfabeto. El protagonista de esta historia es un edificio y lo que ocurrió en él en tiempos de la ocupación nazi.
«Es una casa en donde creció mi suegra, una casa que es famosa en Noruega porque fue usada como cuartel por uno de los más conocidos nazis durante la guerra. Ahí se hicieron planes para arrestos encubiertos, infiltraciones en la resistencia noruega; y en el sótano torturaron a gente, muchas personas fueron asesinadas en muy distintos actos muy crueles. Así que era una casa muy extraña para que una familia se mudara ahí después de la guerra. Fue especialmente extraño porque mi esposa viene de una familia judía, su abuelo fue asesinado en 1942 en un campo de concentración, aquí en Noruega. Y el resto de la familia voló a Suecia en donde muchos judíos y noruegos se refugiaron. Ellos sobrevivieron, gran parte de la población judía noruega fue desaparecida en el Holocausto. Dejaron Suecia en 1948 y se mudaron a esa casa, uno de los más grandes símbolos de la maldad en toda Noruega.»
La novela también tiene una curiosidad y preocupación en cómo un joven común, se convierte en el más malvado personaje noruego del colaboracionismo.
«La novela es acerca de Henry Rinnan, de este traidor noruego; de cómo ese pequeño, humilde, silencioso chico de un pueblo pequeño se convirtió en uno de los más notorios y malignos criminales. Y por qué una familia judía se mudó a esa casa y cómo la historia de la casa afectó a la familia que se mudó ahí.»
¿Se aprende la violencia o somos violentos?
–Pienso que está en nosotros. No creo que nacimos con el mal adentro, no del todo. Yo pienso que la gente que se vuelve mala es la que gradualmente perdió su identidad con relación a un grupo grande, al que acusa, señala, desprecia y minimiza. De eso hablo en la novela, de una persona real. Sorpresivamente un zapatero y se convirtió en el responsable de cerca de mil noruegos arrestados, setecientos torturados y cerca de ochenta personas asesinadas. Una de ellas era su novia, a quien cortó en pedazos en ese sótano.
El libro de los nombres ocurre más allá de los acontecimientos de la década del cuarenta y de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación nazi, los hechos llegan hasta la actualidad a través del drama que vivió la familia Kommisar, cuyo abuelo murió en un campo de concentración en Noruega, lo que provocó que el resto de la familia huyera a la neutral Suecia, donde se salvaron. Al final de la guerra volvieron a Noruega y lo único que podían pagar, era esa casa en la ciudad de Trondheim, donde nadie quería vivir.
«El momento cuando realmente supe que esto era una novela, fue cuando mi suegra me contó que ahí era donde jugaba de niña con su hermana y sus amigos del lugar, bajaban a ese sótano y cantaban y bailaban frente a la gente del barrio, en las mismas habitaciones que unos años antes habían sido salones de tortura. Ese fue el momento cuando supe que había una novela ahí.»
Ahora que los nacionalismos parecen despertar después de su sueño y mucha gente que no vivió la guerra agita los mismos discursos de hace cien años, ¿hay algo más de lo que querías escribir en este libro además de las historias de los personajes?
Intenté un retrato de cómo una persona se hace malvada, porque pienso que ningún hombre nace como monstruo, pero el monstruo está entre nosotros. Intenté explorar eso, cómo ese sentimiento de sentirse pequeño, acosado, sentirse nunca suficientemente bueno, estando fuera de todo, abra un camino para la maldad… Especialmente en un hombre joven, que se sintió ajeno a sus amigos y a su sociedad, y cómo esta soledad se convierte en ira. En Noruega tenemos dos grandes incidentes hechos por dos jóvenes blancos, el último lamentablemente provocó 77 muertes en julio de 2011.
En muchos aspectos, el mundo es muy joven. La vida moderna es muy joven. Creo que nosotros creamos la Historia, pero también la Historia nos crea a nosotros. Y eso queda más claro cuando vemos a la Historia en una gran escala. ¿Cómo es que las identidades y pensamientos en cualquier momento nos afectan, incluso sin saberlas? Así que somos el tiempo que vivimos. Todas las identidades y pensamientos bloquean nuestra visión, es muy difícil ver más allá de nuestros propios pensamientos. Pero creo que debemos hacerlo, al menos intentarlo.
¿Consideras a tu novela como resultado de una reflexión del presente?
Verdaderamente estoy preocupado por cómo la crisis económica nos va a afectar, tal vez es hasta hoy que vemos las consecuencias de la crisis de 2008: El desempleo combinado con la crisis de los refugiados en 2014-2015, es una mezcla muy potente, especialmente ahora cuando cierto tipo de políticos han llegado al poder en los últimos años, como fue votado en EEUU, en Brasil, en Hungría y en Polonia; políticos que hablan a las masas y les piden ser fuertes. Si lo piensas, tiene algo de ridículo y al mismo tiempo es muy peligroso. En EEUU la caída me parece muy grande, de Obama a Trump. Trump tiene algo cómico, es tan triste verlo tan narcisista, parece que ha sido muy lastimado cuando niño, actúa como si todavía hoy quisiera demostrarle algo a su padre. Y eso es muy triste verlo en un político en lo que solía ser el país más poderoso.
Creo que tenemos que estar muy atentos en los países donde los Derechos Humanos otra vez se están encogiendo, países en donde crecieron en los últimos dos siglos. No podemos ser inocentes, el fascismo puede volver a ocurrir en una forma nueva, así como en los años treinta, que nadie imaginaba algo como el Holocausto o la II Guerra Mundial, pero pasó. ¿Qué podemos hacer? ¿Pueden hacer algo los libros? Creo que podemos esparcir el amor y la felicidad en la gente que está entre nosotros, tratar de tomar las mejores decisiones y darnos cuenta que hoy, no todas las personas tienen privilegios. En Escandinavia tenemos muchos privilegios, debemos recordarnos que esto no es común.
Has recibido algunos reconocimientos en tu país, estuviste nominado al Premio Nórdico de Literatura (2014) y acabas de merecer el premio de la Asociación de Bibliotecarios Escolares 2020. Parte de tu trabajo lo has enfocado en la literatura juvenil, como la trilogía que comenzó con tu novela Barsakh. Emilie, Samuel y Gran Canaria (Nostra Ediciones. 2016), donde hablas de la migración. ¿Por qué es importante este tema para ti?
La razón por lo que escribí sobre la migración en parte es porque la familia de mi esposa fue refugiada durante la guerra. Y la migración no es nueva en la Historia, siempre hemos migrado y los noruegos no hemos estado aquí siempre. La historia de la humanidad es de migraciones por distintas razones, a veces por situaciones políticas difíciles o, si regresamos en el tiempo, por situaciones de alimento o albergue.
En las políticas europeas seguro tienes la noción de que esto es nuevo. Hoy he escuchado en muchos lados, que la gente debería quedarse en sus países. Una idea que me resulta muy compleja, porque en mi opinión, si volvemos un par siglos atrás y vemos la historia de la Europa moderna, muchos lugares que ahora son pobres, es por esos doscientos años de historia europea. Me gustaría que muchas de esas familias que ahora son ricas, incluso muchas que han nacido en Noruega —durante cuatrocientos años Noruega estuvo dominada por Dinamarca y otros cien por Suecia, y desde 1905 empezamos a ser independientes—, sepan y acepten que lo son porque han explotado a otras personas.
Esta novela, por la que nos conocimos en México, tiene que ver con el encuentro de una chica noruega que conoce a unos refugiados en las Islas Canarias, ese lugar en donde muchas familias noruegas y europeas van de vacaciones, van a nadar con los hijos, a tomar sol y beber vino en el almuerzo. Cuando escuché por primera vez las historias de la gente que viaja en botes en el mar, arriesgando su vida para obtener una pequeña parte de esta lotería de felicidad que damos por garantizada, me desconcertó mucho. Es un choque fuertísimo de dos mundos muy diferentes.
Otra razón muy personal es porque, cuando tenía 19, pasé un año navegando con un amigo y su padre, desde Europa hasta el Caribe y de regreso. En medio del Atlántico tuvimos serios problemas con la vela, los cables que la sostienen empezaron a romperse. Un capitán de cincuenta años, economista retirado, y dos chicos de 19 años tuvieron que hacerse cargo de la nave. ¡Nunca antes me había dado cuenta de lo enorme que es el océano!
¿Piensas que la literatura ofrece respuestas a nuestra realidad?
Creo que la base de leer y escribir es la empatía. Necesitas de la empatía para adentrarte en el personaje sobre el que lees, y por supuesto si escribes, también necesitas de la empatía. Me parece que la empatía debería ser también la base de la política, porque sin la empatía ese mundo cruel eventualmente nos oprimirá a todos. Eso ha quedado demostrado muchas veces, en Europa la última vez que enfrentamos algo tan tremendo fue con el nazismo y el fascismo.
A propósito de los refugiados, estoy de acuerdo con la idea que hay aquí en Noruega, que podemos ayudarles mejor en los países de donde son. Creo que esa es la mejor solución. Pero, incluso cuando la gente del partido de derecha dice: “Ayudemos a los migrantes en sus lugares”, es otra manera de decir, olvidémonos de ellos. Esa frase también significa: “No los ayudemos aquí”, algo que encuentro terriblemente injusto.
En verdad me enoja cuando leo artículos y entrevistas sobre los migrantes en el mar Mediterráneo, porque esto es resultado de actos humanos. Hay cosas que no podemos controlar como los terremotos o ahora, esta epidemia. Hay que pensar que es cuatro veces más barato tomar un avión desde cualquier ciudad importante de África a Europa, que recorrer África, llegar al Mediterráneo y cruzar el Mediterráneo en pequeñas embarcaciones clandestinas, hacinados, arriesgando sus vidas. Los motivos son los que debemos tratar de entender.
En este momento en el que tú y yo hablamos aquí en Oslo, en todo el mundo hay migrantes viviendo estas circunstancias. Así que no puedo evitar preguntarme ¿qué tipo de responsabilidad tenemos nosotros ante esta gente? ¿Y cómo las futuras generaciones juzgarán las políticas que tenemos hoy aquí al respecto? En retrospectiva, es muy fácil ver que la esclavitud estaba equivocada, que los no derechos para la gente negra era un error, que la no participación de las mujeres en las elecciones era un error, ¿qué podríamos decirnos hoy de nuestras acciones?
Creo que tenemos una gran responsabilidad, especialmente hoy que hay millones de migrantes, refugiados y desplazados en el mundo. Y aunque muchas veces todo parece oscuro, yo tengo mucha esperanza. En una amplia perspectiva, la historia de la humanidad es la historia de las políticas y lentamente, poco a poco, las cosas han ido mejorando para una mayoría.
Simon Stranger, quien dice admirar la literatura de Jorge Luis Borges y Gabriel García Márquez, ha publicado el El libro de los nombres en 23 idiomas, y ya tiene pactada una versión cinematográfica que comenzará a rodarse cuando la pandemia por Covid-19 lo permita.
Imagen de portada: Simon Stranger en Oslo |Huemanzin Rodríguez