«La xenofobia, la homofobia, la transfobia y la misoginia son formas de violencia y deben de enfrentarse de manera eficaz en las instituciones del Estado»

Bianka Rodríguez, activista y directora ejecutiva de la Asociación Comunicando y Capacitando a Mujeres Trans en El Salvador, nos habla sobre el estado de mayor vulnerabilidad en el que se encuentra la comunidad LGBTI durante la pandemia

Ciudad de México (N22/Huemanzin Rodríguez).- El promedio de vida de una persona trans en América Latina es de 35 años, porque se les mata. La violencia frente a la diversidad y la identidad sexual es muy grande. Para Bianka Rodríguez, activista, directora ejecutiva de la Asociación Comunicando y Capacitando a Mujeres Trans en El Salvador, COMCAVIS Trans; y merecedora del Premio Nansen para los refugiados 2019, que otorga ACNUR, con el apoyo de las representaciones diplomáticas de Noruega, Suecia y Suiza; asegura que la pandemia mundial por la Covid-19, ha hecho más vulnerable la situación de la comunidad LGBTI en la región.

–Creo que uno de los mayores retos que se ha vivido en esta pandemia es tratar de mitigar los impactos que ha dejado ésta. La pandemia ha acentuado las debilidades que viven miles de mujeres trans en El Salvador, las medidas que ha tomado el Estado, han afectado a este sector física, económica y emocionalmente.

Con estas cuarentenas obligadas hay que destacar que, los sistemas de salud descuidan la salud mental de las personas. El “Quédate en casa” no funciona en países marginalizados con mucha delincuencia y violencia. Para la población LGBTI y trans el “Quédate en casa” no funciona. Muchas personas viven solas sin ningún tipo de apoyo; otras, tienen que salir de sus casas para vivir al día; y otras más viven del comercio sexual.

En términos de salud integral, las mujeres trans padecen la falta de acceso, parece que los Estados han olvidado la identidad de los hombres y mujeres trans, porque si vamos a los registros de los sistemas de salud a nivel regional y nacional, sólo hay datos de hombres y mujeres, no se visibiliza la realidad de enfermedades o infecciones de la población LGBTI u otros grupos de vulnerabilidad, y menos las mujeres trans. Hay muchas deudas de salud.

Aunque nos separan kilómetros de distancia y México y El Salvador son países de circunstancias distintas, en América Latina las violencias son las mismas y quienes las padecen más son los grupos vulnerables. ¿Con la pandemia has visto que se incremente la violencia a la comunidad LGBTI?

Justo esta semana hacíamos una evaluación de las atenciones que se dieron a la población LGBTI en los casi ochenta días del estado de emergencia en El Salvador. Todos los colegas vimos que únicamente en COMCAVIS Trans, se documentaron 160 hechos de violaciones a Derechos Humanos. Desde discriminación, falta de acceso a derechos esenciales, violación a derechos laborales, violación a la libre circulación y a la identidad de género. De esos 160 casos, vimos que 79 personas se vieron obligadas a desplazarse por la violencia en medio de esta pandemia. Es un dato alarmante, significa que dejaron todo por amenazas de grupos delincuenciales, pero también de agentes de la seguridad pública del Estado.

Eso pasa afuera, en la calle, pero el “Quédate en casa” no es lo más seguro, porque la mayoría de las violencias son propiciadas en entornos familiares y por parejas sentimentales, algo que no es contemplado por la mayoría de los Estados en la región, porque no reconocen el matrimonio civil igualitario.

Cuando te decía que no se ha cuidado la salud mental en esta cuarentena, es que en nuestro centro detectamos que había personas que intentaron atentar contra sí mismas por motivos de discriminación y violencia familiar, física o psicológica por el encierro en sus hogares.

Frente a la realidad urgente que vivimos en todo el mundo con la pandemia, se pueden perder de vista otras situaciones también urgentes, como los feminicidios y los crímenes de odio. En la región compartimos eso. ¿Cómo lo has visto desde COMCAVIS Trans?

La mayoría de los Estados, sin excluir a El Salvador, ha dedicado sus esfuerzos a enfrentar la pandemia, dejando de lado derechos a la seguridad personal, a la integridad física, el derecho a la educación; todos esos derechos también están en cuarentena, son fundamentales para el desarrollo de las personas. Ni siquiera se han habilitado protocolos específicos para sectores vulnerables.

Por ejemplo, nuestro presidente se ha atrevido a decir que durante la pandemia las mujeres están 61% más seguras, porque disminuyeron los feminicidios en la cuarentena. Para su gobierno, ¡la violencia hacia las mujeres solamente se mide por feminicidios! Para él no existe la violencia económica, psicológica o física.

Hemos visto que este tipo de violencia está íntimamente relacionada con las agresiones a la comunidad LGBTI. Si no se acepta que una mujer enfrenta diferentes tipos de violencia, menos consideraciones se tienen para una persona trans que ni siquiera está visualizada en la ley.

Este mes de junio en la Ciudad de México desapareció la doctora María Elizabeth Montaño, mujer trans, cuyo cuerpo días después fue encontrado en el estado de Morelos. Esta es una lamentable situación que viven las personas trans en América Latina. La conquista de las diferencias es parte de la búsqueda de una sociedad más equitativa e igualitaria, ¿cómo debe trabajarse el cambio?

Todo tiene que iniciar desde una transformación social. ¡En la región la gente mantiene la idea de que la orientación sexual o la identidad de género son enfermedades mentales! Tratar de hacer un cambio social requiere de una educación integral que contemple un enfoque de inclusión y de respeto, que vaya acompañado de políticas públicas afirmativas. Porque sabemos que no todas las personas entienden que hay que respetar las diferencias, por ello debe haber una normatividad que reconozcan las diferencias y así exigirle a los funcionarios y a las instituciones que apliquen la ley. Porque vemos leyes aprobadas por los Estados, pero sin herramientas institucionales que permitan su aplicación. Tampoco se aportan recursos financieros para la implementación de las mismas.

Me parece que también debemos visibilizar las vidas de las personas LGBTI, tal vez eso sensibilice y muestre todas las realidades que vive diariamente una persona LGTBI, por el simple hecho de no estar en una heteronormatividad. En toda la región de América Latina, la xenofobia, la homofobia, la transfobia y la misoginia son formas de violencia y deben de enfrentarse de manera eficaz en las instituciones del Estado. No se trata de sólo proveer servicios institucionalizados, no, se trata de acompañar y de posicionar a las mujeres en puestos de liderazgo, porque desde ahí empieza el respeto hacia la paridad y la igualdad de género.

¿Cuál es la importancia de celebrar el 28 de junio, Día Internacional de la Diversidad Sexual?

Lamentablemente, por la pandemia, este año no podremos salir a la calle para decirle a la sociedad: aquí estamos, contamos, pagamos nuestros impuestos, somos ciudadanos igual que ustedes, merecemos respeto. Salir a la calle cada 28 de junio también es un recordatorio a las instituciones para reclamar nuestros derechos. Y la violencia institucional debería de mermar y deberían generarse políticas públicas afirmativas hacia la protección y tutela de nuestros derechos.

También es un día para salir libres a la calle y demostrar que no tenemos miedo y que reivindicamos con nuestros cuerpos a estas sociedades altamente violentas. Basta de violencia, basta de discriminación, basta de crímenes de odio, basta de estigmatización. Al final, todos somos seres humanos, todos debemos vivir en igualdad y todos debemos acompañarnos, más en estas situaciones como lo es la pandemia de la Covid-19, donde todas, todos y todes, deberíamos de estar unides y mostrar nuestra solidaridad a las personas o grupos en situación de vulnerabilidad que se han visto maltratados por los efectos que siguen avanzando en el marco de la pandemia.

Imagen: ACNUR