Son reconocidos por la música creada que va más allá de la salas de cine
Ciudad de México (N22/Redacción).- El jurado del Premio Princesa de Asturias de las Artes ha decidido galardonar este año a dos compositores de cine: el italiano Ennio Morricone y el estadounidense John Williams. Ambos con extensas trayectorias en las que han creado la banda sonora de algunas de las cintas más famosas de la historia del cine: desde El bueno, el malo y el feo, y Cinema Paradiso hasta E.T., el extraterrestre y La guerra de las galaxias. Los dos son, con independencia del medio para el que han escrito el grueso de su música, los compositores sinfónicos más conocidos de la actualidad y responsables claros del respeto académico que la música de cine, históricamente un género «menor», ha adquirido en los últimos años.
Ambos compositores han sido distinguidos «por enriquecer con su talento cientos de películas». «Mientras Morricone construyó su reputación poniendo música desde Europa al Lejano Oeste americano, William trasladó el espíritu de la tradición sinfónica vienesa a grandes éxitos de Hollywood. Si hay algo que tienen en común la extensa y variadísima obra de ambos compositores es su deslumbrante capacidad para traspasar géneros y fronteras», ha señalado el jurado.
«Williams y Morricone muestran un dominio absoluto tanto de la composición como de la narrativa, aunando emoción, tensión y lirismo al servicio de las imágenes cinematográficas. Sus creaciones llegan incluso a transformarlas y trascenderlas, sosteniéndose por sí mismas como magníficas obras sinfónicas que se encuentran entre el repertorio habitual de las grandes orquestas. Todo ello los convierte en dos de los compositores vivos más venerados del mundo», concluye el acta del jurado.
Ennio Morricone
Por poco cine que se haya visto, resultaría difícil no haberse topado nunca con una película con banda sonora del director de orquesta y compositor italiano. Es autor de la música de más de medio millar de filmes y series de televisión (Novecento, Érase una vez en América, Los intocables, La leyenda del pianista en el océano…), ganador del Oscar honorífico en 2007 a toda su carrera y del Oscar a la mejor Banda Sonora en 2016 por Los 8 más odiados, de Quentin Tarantino. Aunque sigue componiendo, el autor realizó el año pasado su gira de despedida, un tour con el que recaló en España por última vez con tres conciertos en Bilbao y Madrid, en los que desplegó de nuevo su “música absoluta”, un término con el que el autor define toda una vida dedicada en cuerpo y alma a ese arte.
En una entrevista con El País en 2019, el compositor, cuyo equipo puntualizó antes de comenzar que no se dedica a las bandas sonoras sino “a la música para cine”, explicó que «lo que me importa es que la música exista y tenga consistencia incluso sin el filme». Diplomado en trompa en el conservatorio de Santa Cecilia, en Roma, si no hubiera sido músico, habría querido consagrar su vida al ajedrez. No lo hizo, y por el camino cosechó una gloria que en ningún caso le ha resultado gratuita. «He sufrido mucho cuando he hecho cine, porque tenía que escribir música que estuviera bien para mí y para el filme, el público, el director o el productor. Es un ejercicio de una dificultad tremenda, mis obras tenían que mantener la dignidad», explicó. «Muchos cineastas querían música que ya conocían o que les sonara familiar porque les resultaba más fácil aceptarla, pero yo hacía la que yo decía.»
John Williams
Por su parte, John Williams ha compuesto la música de un centenar de películas y ha cosechado cinco premios Oscar. Sus 52 nominaciones le convierten en el segundo artista que más veces ha optado a la estatuilla, solo por detrás de Walt Disney. Más allá de la gran pantalla, Williams ha compuesto la música de varias ediciones de los Juegos Olímpicos, así como diversas partituras para conciertos. Entre los títulos más memorables en los que ha participado destacan El violinista en el tejado, Tiburón, Encuentros cercanos del tercer tipo y Superman.
El estadounidense es, de lejos, el compositor que más éxito comercial ha obtenido en vida, posiblemente en toda la historia. Sus colaboraciones con Steven Spielberg, de quien ha musicalizado prácticamente toda su filmografía, y el ciclo de nueve películas de La guerra de las galaxias son las bandas sonoras más reconocibles del mundo del cine. Es el último ejemplo del sonido clásico de Hollywood, aquel que importaron de Max Steiner (Lo que viento se llevó) y Erich Korngold (El halcón de los mares), que él mismo ha enriquecido y modernizado con referencias a autores contemporáneos, de John Adams a Andrew Norman.