¿Qué pasa con la sexualidad en el confinamiento? Una obra de teatro en línea se hace esta pregunta para desarrollar una propuesta escénica mediada por pantallas; una relectura del arte dramático en tiempos de Covid
Ciudad de México (N22/Huemanzin Rodríguez).- Aunque se evite o no se hable de las cosas, las cosas pasan, más allá de posturas morales. ¿Qué ocurre con la sexualidad durante la cuarentena? ¿La sexualidad es un camino para conocerse? ¿El amor incluye a la sexualidad o la sexualidad al amor? Una joven decide conectarse por internet y dar shows frente a personas desconocidas. Se llama Mariana Ana pero en la plataforma Chaturbate la conocen como «Cozy Cozy Queen». Ella disfruta que la miren, se libera, se expone, se da placer, se confiesa con sus seguidores. La obra se llama Camgirl y toma un formato ya existente en la red para, durante esta cuarentena, posibilitar el ejercicio del arte dramático. Esta producción es de Luly Garza, asociada con MequetrefeCine y Bien Chicles; la dramaturgia y dirección es de Luis Sierra y la protagonista es Alejandra Vera. Sierra y Vera, ambos egresados del Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, hablan para Noticias 22 Digital acerca de las posibilidades de la ficción y la doble moral en dos conceptos en apariencia distantes: el arte dramático y la sexualidad.
Luis Sierra: Vivimos una sociedad muy hipócrita que actúa a nivel personal y hasta los medios de comunicación masiva. Un ejemplo es la idea de no decir malas palabras al aire. Puedes ver ahora en las plataformas digitales, por ejemplo en Twitch, a veinteañeros, y aún más chavos, que no tienen ningún pudor en decir groserías. ¡Así hablamos! ¡Qué chistoso es pensar que la Secretaría de Gobernación tenía una oficina en donde se multaba por decir groserías al aire! Especialmente cuando el aparato de Estado es el más represivo.
Ahora hay mucha información por todos lados, pero ¿qué pasa sobre la sexualidad en el confinamiento? Hay cosas mucho más profundas de las que no se hablan por esta doble moral. Pero esta doble moral está efervescente en las redes sociales, por ejemplo, la publicidad de nuestra obra está censurada en Facebook, en un medio donde se venden armas y hay ganchos de la pedofilia. Quienes hacemos un trabajo artístico independiente, tenemos la obligación de subrayar estas cosas, no tenemos ninguna obligación de quedar bien con nadie.
Alejandra Vera: En términos de identidad, por lo menos en mi generación y de las generaciones que nos siguen, hemos aprendido a encontrar nuestra voz en el internet, tanto en las páginas pornográficas como en las redes sociales, tú puedes bloquear lo que no te gusta para sentirte en confianza. Eso es lo que le permite a mi personaje, Mariana Ana, confesarse sin la preocupación de ser juzgada y con la seguridad de que tendrá una respuesta indirecta. Creo que ese vínculo emocional en las redes sociales es lo que tenemos arraigado las nuevas generaciones.
Hemos encontrado nuestra sexualidad por internet. Es un arma de doble filo, porque te puedes sentir muy segura, pero si subes una imagen a internet, ya estás expuesta.
Si Mariana Ana encuentra su sexualidad por internet, ¿cómo socializa?
AV: Mi personaje tiene muchísimos problemas para socializar. Siente que no pertenece a ningún lado. De pronto encuentra que pertenecer no solamente tiene que ser en un mundo terrenal, en un mundo donde nos toquemos, pertenecer puede ser también en un mundo virtual. Con el pretexto de tener espectadores, ella se conoce, ella habla consigo misa, ella está reflexionando. Los demás son testigos. Mientras hace sus shows descubre lo que le gusta y satisface otras necesidades.
Haciendo un poco de investigación con modelos webcam, descubrí que muchas de ellas lo hacen por satisfacción propia, el dinero y los clientes es algo colateral, pero lo hacen por gusto propio. Es encontrar otro tipo de sexualidad, otros placeres. Así es como lo he manejado con Mariana Ana.
Pienso que esa otra sexualidad a la que aludes, en el mundo virtual, aplica para la reflexión que hoy tienen las artes vivas, representándose no frente a personas en cuerpo presente.
AV: Este formato era algo que la productora, Luly Garza, tenía planeado hace tiempo, pero no había podido llevarla a cabo. Ahora con el confinamiento, la situación adelantó el proyecto. Entonces, ella contacta a Luis Sierra, quien comienza a escribir Camgirl, porque se dieron cuenta que difícilmente los textos para teatro podían adaptarse a este formato que llamamos ficstream (ficción en vivo). Cuando Luis termina de escribir, me buscan para invitarme al proyecto.
Estuvimos hablado del trabajo del actor cuando no tiene al público enfrente, aún así, debe sentirse acompañado por él y trabajar una confianza actoral, que es un trabajo muy arduo, porque se necesita crear confianza, saber que el público está ahí y que se está conectando con la historia.
Conforme transcurrieron lo ensayos, nos dimos cuenta que un chat podía ayudarnos a la interacción con el público. Es bastante interesante porque el público también tiene muchas cosas que decir.
LS: El planteamiento desde el origen tenía que ver con la motivación de la cuarentena. Cuando me habló Luly Garza, la productora, todo tenía que ver con el cierre de los teatros y el quedarnos sin ingresos. ¡Fue una motivación fuerte! Claro, hay mucha gente que vive de los presupuestos del Estado, mucha gente que vive de las becas, de las subvenciones, de los fideicomisos, de los fondos. Pero hay otros que vivimos de los boletos, vivimos del espectador. Entonces todos nos quedamos con la pregunta: ¿Qué vamos a hacer si nosotros no somos becarios del Sistema Nacional de Creadores de Arte? ¡Pues tenemos que reaccionar rápido!
Siento que tenemos una ventaja, porque Alejandra y yo venimos de una estructura académica teatral muy rígida, sólida, que te da muchas herramientas, que es el Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ahí hay un trabajo en Arte Dramático bastante profundo, aunque a veces se carga mucho en la teoría y lo padeces después, es verdaderamente fuerte. A partir de esa “ventaja”, no concebimos al teatro como el espacio único del arte dramático, también concebimos al arte dramático en el cine, en la televisión, en las series y hasta en la publicidad. No se trata de cuestionar al cómo, sí al Drama. Empujarlo al cine y ahora al internet, nos ha ayudado a “desencorsetarnos” del teatro.
Esto de la presencia es fundamental, pero lo que no entiende el teatrero es que también hay una presencia en la distancia. A veces estás en una sala, con los actores y con el público y ¡no hay teatro! Desde mi punto de vista, estas cosas de la presencia es un mito. Obviamente tiene que ver con el lenguaje escénico y el acto presente. Pero internet nos está demostrando que hay presencia en la distancia y presencia en la virtualidad.
Me queda claro que su propuesta no es una apología a la trata de personas, ¿cómo establecen una distancia frente a la parte emocional y el descubrimiento de la sexualidad del personaje, respecto a lo que viven otras mujeres que no tienen otra opción de vida y menos ahora en la cuarentena?
LS: Para entender el mundo de las camgirls tuve que ser usuario. La gente es muy hipócrita y políticamente correcta, y todo mundo dice que la pornografía está mal y los consumos nos dicen otra cosa. Al entrar a la sala en vivo descubrí muchas cosas. Claro que está muy cuestionado todo lo que tiene que ver en torno a la prostitución, la trata y la oscuridad de internet; pero no todo es trata, hay otras cosas más. Sí es un tema delicado, pero si intentamos conocer un poco ese mundo, sin ser hipócritas, veremos que muchos de los usuarios buscan cariño y atención. Y en las sesiones de las camgirls —he estado en sesiones con 40 mil usuarios, otras con 100 mil— el motor inmediato es sexual, no exento de violencia o agresión. Pero había muchas en donde las chicas eran amables y hasta cariñosas, donde los usuarios se mostraban enamorados, hay mucho amor virtual, para bien o para mal.
AV: También buscamos no quedarnos con los brazos cruzados. El 10% de los ingresos en taquilla acordamos donarlos a la Casa Xochiquetzal, que es una casa de retiro para trabajadoras sexuales de la tercera edad y que ahora, por la naturaleza de su trabajo, no han sido recibidas en su casa y mucha de ellas están en situación de calle. Y yo siempre he defendido que todos y todas, sin importar en lo que hayamos trabajado, tenemos derecho a una vejez y una muerte digna.
¿Cómo se compra el “boleto” para Camgirl?
AV: Hay dos formas de comprar el “boleto”, propiamente no sería comprar el boleto, si no la pantalla. Eso significa que te van a mandar una clave en donde tienes acceso a una pantalla. Si tú vives con cuatro personas, puedes ver la obra con esas cuatro personas, el acceso no es unitario. La venta de boletos es en https://carteleradeteatro.mx/
Si lo compran por ahí, el mismo día de la función, les llegará el link de ingreso para la plataforma Zoom, y si lo compran directamente en Zoom, el acceso les llegará inmediatamente.
Se puede pagar con tarjeta de débito, tarjeta de crédito, Paypal o depósito en Oxxo. En Zoom sólo se puede con Paypal.
LS: Estamos dando funciones de jueves a domingo a las ocho de la noche, tenemos una antesala desde las 7:40, cuando empieza la transmisión, para que la gente se acomode, se sirva un trago, se relaje y entre un poquito en la convención como cuando vas a una sala de espectáculos. Lo que queremos es que nos quitemos prejuicios, a final de cuentas es arte dramático y lo que hacemos es que mantenemos el espectáculo en vivo. En todas las funciones abrimos el diálogo con el espectador al final. Obviamente no todo mundo quiere hablar o involucrarse, pero lo estimulamos para recuperar la sensación del espacio público. Ahí es donde el espectador siente el contacto, es muy interesante, porque la gente lo agradece mucho, nos han dicho cosas como: “Ya no me siento solo”. “Ya no me siento aislado”. “Ya no me siento perdido, sin ese contacto humano con desconocidos”.
Por eso, las sesiones de preguntas y respuestas al final de la obra las hemos compartido en streamig de redes sociales y resulta que, en cinco minutos, tenemos a 300 personas. Y les invitamos a que nos pregunten a través del chat de la red social y reaccionen. A final, sí se cumple el ritual colectivo del arte dramático, que era uno de nuestros principales objetivos. Así que no podemos culpar a internet y a la virtualidad por no tener contacto social, porque si algo nos han enseñado las camgirls, es que, en la aparentemente frialdad del internet, hay un montón de cariño, amor y hasta orgasmos.
Las temporadas de las obras en una sala de espectáculo están en relación con los compromisos adquiridos o el costo del espacio prestado o alquilado como foro o teatro. Lo mismo pasa con los horarios, se establecen en momentos en que la mayoría de la gente ya está libre de su jornada laboral. Aquí todo eso no tiene sentido.
AV: Gracias a estar libres de pacto con un foro por cierto tiempo, tenemos la libertad de poder tener nuestra temporada hasta que la gente quiera dejar de vernos. Buscamos que el ficstream, sea algo que no se pelee con el teatro, queremos que sea una opción más allá de que estemos en cuarentena o confinamiento.
LS: Nos ajustamos a las 20 horas, porque tenemos un discurso de luz natural, es el momento de la “hora mágica” que se ve pasar por un ventanal. Hay un discurso estético que permite ver el cambio de luz.
Por otro lado, así como para nosotros es algo nuevo, hemos tomado recursos del teatro, del cine, de internet, de las series, de la publicidad y es un lenguaje nuevo. Con las pláticas que tenemos con el público descubrimos que también para el espectador es algo nuevo.
Al espectador le cuesta trabajo entender y procesar qué es lo que ha visto. Queremos dar tiempo a eso, a entender, especialmente cuando los cerebros están tan condicionados por las reglas de Hollywood y de Televisa, tenemos que ampliar nuestra visión para poder disfrutar de otras propuestas.
Una cosa interesante es que en nuestra sala hemos tenido gente de países como Argentina, Bolivia, de Estados Unidos, y de lugares como Tijuana, Monterrey; de colonias como la Condesa o de la Alcaldía Iztapalapa. ¡Es algo súper democrático! Tenemos que atender más las necesidades de internet y no las del teatro y no las del cine, que tienen convenciones muy específicas. Estamos ante una nueva convención que no teníamos contemplada. Muchos teatreros nos ha dicho: “Eso no es teatro.” Así es, no lo es. “No es cine.” Cierto, tampoco es cine. Queremos ampliar el rango del arte dramático que, justamente por eso, ha sobrevivido a lo largo de los siglos.