Dos expertas nos detallan el propósito de los etiquetados claros y cómo éstos beneficiará nuestras decisiones de consumo, salud y derecho a la información
Ciudad de México (N22/Ana León/Ireli Vázquez).- El pasado 24 de enero los Comités Consultivos Nacional de Normalización de la Secretaría de Economía y el de Regulación y Fomento Sanitario de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) aprobaron la modificación a la Norma Oficial Mexicana NOM-051 sobre el etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas preenvasados. Entre los cambios está la inclusión de un etiquetado frontal de advertencia.
Desde octubre que empezó a gestionarse la modificación a la Ley, el Consejo Coordinador Empresarial se manifestó en contra argumentando que el etiquetado no ofrecería información veraz y real al consumidor. Ante la aprobación a la modificación de la Ley, volvió a emitir su postura señalando que si bien están a favor de un etiquetado que informe del contenido nutrimental de un producto, «pero no de la manera que quedó establecida en la Ley General de Salud». Aunque las regulaciones del etiquetado se hacen «a través de la Norma Oficial Mexicana, no a través de la Ley General de Salud», como nos especificó Ana Larrañaga, directora de Salud crítica y coordinadora de la Coalición Cotrapeso, en una entrevista que se suma a otra conversación con Katia García Maldonado, coordinadora de Salud Alimentaria de la Organización Civil del Poder del Consumidor, para conocer a profundidad la forma en que un etiquetado de este tipo beneficiará las decisiones de consumo, el derecho a la información y el derecho a la salud de los mexicanos.
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Entrevista a Ana Larrañaga, directora de Salud crítica y coordinadora de la Coalición Contrapeso
Por Ana León
Cuando hablamos de etiquetados claros estamos hablando de derecho a la salud y derecho a la información.
La información que encontramos en todos los empaques de los alimentos y las bebidas no solamente deben ser considerados como una medida de salud pública sino también son la única herramienta con la que contamos los consumidores al momento de elegir lo que vamos a consumir, por ende, necesitamos que sea un etiquetado que garantice nuestro derecho de acceder a información. Estos son dos derechos que están ligados, no podemos concebir el derecho a la protección de la salud sin el derecho de acceder a información.
Lo que observamos en los empaques, es que había mucha información que era muy engañosa, es decir, información que nos decía “alto en vitaminas”, “alto en fibra”, pero no nos advertían que también era alto en azúcar, que también era alto en sodio. Hay una selección muy a conveniencia de las industrias de cuando nos informan en qué sí es alto y en qué no es alto.
Se considera que esta información primero va a tener un impacto en la decisión de compra y después, en el largo plazo, puede tener un efecto en la salud poblacional.
¿Cuál ha sido tu papel en el que se lograra la modificación a la NOM-051?
Desde las organizaciones de la sociedad civil lo que hicimos fue una gran campaña en redes sociales, acercándonos a los tomadores de decisiones y acercándonos a los investigadores para crear este lazo, este vínculo, entre la toma de decisión a nivel político y la evidencia que se genera. Un ejemplo donde contábamos con mayor evidencia era en otros países de América Latina como Chile, como Perú, Uruguay, que es otro país que ya pasó los etiquetados frontales de advertencia.Realmente quienes estamos demandando que la información sea clara, somos los consumidores y a veces no estamos conscientes de la importancia de este tipo de batallas.
En realidad estamos caminando hacia una corrección de la asimetría de la información que tenemos hoy en el mercado.
¿Por qué en México es importante hacer conciencia sobre los etiquetados frontales? Estamos hablando de alimentación en un país como México que tiene un alto índice de diabetes y de sobrepeso, ¿por qué es importante crear consumidores informados?
México ya vive una emergencia epidemiológica por obesidad y por diabetes tipo 2. En el momento que se hizo esto, que fue en 2016, la declaración, las acciones que se crearon para combatirla, estaban muy encaminadas a los servicios médicos, a los servicios de salud y a garantizar el abasto de medicamentos como insulinas. Cosa que desde luego es muy importante y se tiene que garantizar en México; sin embargo, cuando tú estás hablando de enfermedades que se pueden prevenir y que son crónicas y de largo plazo o no se curan, estás dejando desprotegida a toda la otra parte, la parte que sí puedes prevenir. Y también tenemos que hacer algo para frenar nuevos casos, y ¿en qué población se pueden frenar nuevos casos?, en los niños y las niñas.
Creemos que los etiquetados son un gran primer paso, ¿por qué? Por que informas a la población. A raíz del etiquetado puedes implementar con mayor facilidad muchas otras políticas como, por ejemplo, las políticas de los lineamientos de lo que se vende dentro de las escuelas.
Me gustaría que me hablaras sobre este diseño porque es muy sencillo. En realidad creo que a lo que están apelando es que esta información que venía en la parte de atrás de los empaques, se ponga enfrente y con palabras digeribles, muy sencillas, que realmente signifiquen algo para el consumidor.
Este modelo, que son octágonos, el primer país en implementarlo fue Chile y ellos partieron justo de algo muy básico, sus señalamientos en las calles para indicar a los autos que deben parar en las esquinas. Es algo que la gente ya tiene en la cabeza y que relacionas con un “debo parar”. Gran parte del éxito ha sido que es un símbolo y los símbolos nos ayudan a acercar información a personas que incluso no saben leer ni escribir.
Hay algo que se deriva ya, una vez que se aceptó como ley, y es una lucha con las marcas, que a final de cuentas estamos hablando de que si algo es alto en grasas, en azúcares, la gente no va a comprarlo o va a desistir de comprarlo porque ya tiene esta información, y esto se deriva justo en el poder de alcance de las marcas ¿cómo es esta lucha?
Una parte que es bien importante es la reacción que ha tenido la industria de los alimentos y bebidas y es que, definitivamente, sí hay una intención y hubo un cabildeo muy intenso para frenar esta medida, lo cual nos indica y refuerza nuestra postura de que los actores que estén defendiendo un interés comercial —que no es ilícito, estamos de acuerdo que son industrias formales— están defendiendo el interés de incrementar sus ventas o de posicionar mejor a su producto y este interés entra en conflicto con el interés de proteger la salud pública cuando estas empresas deciden que declarar la información de manera clara no le conviene a sus ventas.
Aquí estamos hablando del derecho de las personas de tener información y del derecho a la salud. Y estos son derechos humanos que deben estar encima de cualquier interés económico. No podemos priorizar las ganancias de unas cuantas empresas y la interferencia de las industrias, desde luego, no se hizo esperar. Ellos incluso lo hicieron a través de meter transitorios y eliminando, tenían acceso al texto y trataban de eliminar la palabra de “advertencia” en la leyenda “etiquetado frontal de advertencia”. ¿Por qué?, porque si tú eliminas esa palabra puedes tener cualquier otro tipo de etiquetado que no alerte adecuadamente a la población.
Había algunas versiones que decían que se iba a eliminar la tabla de información universal y que únicamente tendríamos como información estos octágonos negros en el frente del empaque, cosa que es falso.
El etiquetado frontal es diferente a la tabla nutrimental, estamos hablando de dos concepto distintos, la tabla se conserva. En la tabla tú puedes tener el desagregado y en los ingredientes tú puedes tener el desagregado. Lo único que estamos tratando de advertir si un producto tiene exceso de algunos elementos de los que ya existe evidencia científica que pueden incrementar el riesgo de enfermedades.
Son dos elementos distintos. Una cosa es la tabla de información nutrimental, la lista de ingredientes, la fecha de caducidad, que esos son elementos que no se eliminan, no se modifican, que no van a ningún lado. Otro elemento es el etiquetado frontal de advertencia, que es lo que se aprobó. Y ése tiene características propias. Sí tiene que tener cierta forma, tamaño, ser visible, cierto color. Todas esas especificaciones se regulan a través de la Norma Oficial Mexicana, no a través de la Ley General de Salud.
Hemos escuchado muchos ataques a este etiquetado argumentando que no va a resolver el problema de obesidad y sobrepeso que tiene México y creo que eso es algo que es bien importante dejar claro, que eso es algo que nosotros desde un inicio dijimos: este etiquetado es parte de una estrategia integral. Nunca hemos dicho que el etiquetado per se va a ser la solución de la epidemia. Pero contar con información de lo que estás a punto de consumir, sí es una parte fundamental. Y como ya comentábamos, la información, el acceso a la información se puede conjugar con tantas otras políticas para poder entonces sí combatir el sobrepeso y obesidad.
Las industrias, su rol es el de obedecer las regulaciones y el obedecer la legislación vigente. Y el rol de los estados es el justamente definir cuáles van a ser esas regulaciones. Pero no es el rol de las industrias el de interferir en toda regulación que amenace sus intereses y mucho menos que las industrias definan cuáles son nuestras regulaciones.
Con base en las experiencias que se tienen de Chile, de Perú y de Uruguay, ¿el conocimiento de esta información sí puede modificar nuestras formas de consumo?
En Chile es muy interesante lo que se ha observado. Se observó que en la población en la cual hay un mayor impacto, la población más sensible a este etiquetado, son las familias que tienen niños o niñas pequeños. Esto nos habla de una política que protege particularmente el interés superior de la infancia.
Mientras más sencilla sea la información para los consumidores, es mejor para la toma de decisiones saludables. Y esto no está peleado con los esfuerzos de educación y de orientación alimentaria.
Mencionas que una de las cosas que se criticaron es que ésta fuera una medida para paliar el sobrepeso. ¿qué otras medidas se tienen que implementar para tener una estrategia completa para reducir la epidemia de obesidad?
Desde luego el etiquetado es una parte, pero aunado al etiquetado tiene que estar forzosamente la regulación de lo que se vende en las escuelas. Sacas el cerealito, sacas las papitas y entran las frutas, entran las verduras, entran las legumbres y todo eso es apoyo a otro tipo de economía, una economía más local y mucho más solidaria.
Por ejemplo,en Perú, que es otro país que ya tiene este etiquetado, consideró que toda la escuela es un espacio educativo, no únicamente las aulas. Por ende, las cafeterías de las escuelas y las tiendas de las escuelas también debían ser considerados un espacio educativo y debían tener congruencia con los mensajes que se imparten dentro del aula, mensajes de salud. Como las tiendas también son un espacio educativo, las tiendas educan a través de los productos que ofrecen. Ofrecer productos saludables en las escuelas es otro básico.
Algo que también tenemos que realizar y lograr en México es el acceso a agua segura, porque si estamos hablando de que queremos sacar bebidas azucaradas de las escuelas y disminuir el consumo de bebidas azucaradas, tenemos que garantizar este otro derecho que es el derecho al gua, que también es un derecho humano y esto no debe ser negociable. No estamos pensando que deba de disminuir el consumo de botellitas de refresco para subir el consumo de botellitas de agua, porque también esto tiene una dimensión ambiental. Tenemos que garantizar derecho al agua potable, al agua segura, para que cualquier persona la pueda consumir.
10:24 Estamos hablando de que México requiere de una verdadera revolución de sus sistemas alimentarios y una revolución de sus sistemas de salud y de cómo estos dos están ligados.
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Etiquetado de advertencia, ¿qué consumimos en México?
Entrevista a Katia García Maldonado, coordinadora de Salud Alimentaria de la Organización Civil del Poder del Consumidor
Por Ireli Vázquez
Es común, al acudir a la tiendita de la esquina, al supermercado o a una tienda de conveniencia, ver estantes llenos de productos alimenticios y bebidas de grandes empresas. Pocas personas se detienen a leer la información nutrimental que en la parte trasera de sus empaques se ofrecen. Surgen aquí un par de preguntas: ¿cuántas personas se han detenido a pensar si lo que están a punto de consumir puede ser dañino para su salud? Y, sobre todo, ¿cuántas de ellas comprenden el etiquetado que ofrecen las empresas en sus productos?
Tras ver esta situación, en el que las empresas no ofrecen un etiquetado fácil de comprender, se propuso modificar el etiquetado actual que tiene las empresas por uno de advertencia. Esto con el fin de que los consumidores puedan evaluar la calidad de los productos de manera directa sencilla y visible, con un etiquetado en forma de octágonos en los cuales se mencionara sí tiene exceso de calorías, azucares, sodio, grasas saturadas o grasas trans.
«El etiquetado es la única herramienta que tenemos como consumidores para conocer qué es lo que contienen los productos que consumimos, entonces de ahí la importancia de que el etiquetado sea realmente claro y rápido de entender. Por esa razón desde hace ya varios años en la organización hemos denunciado que el etiquetado que tenemos en México no funciona, no nos ayuda a tomar mejor decisiones ni siquiera pasa saber qué contiene lo que estamos comiendo.»
Desde hace unos meses se modificó la Ley General de Salud en materia de etiquetado. El grupo que trabajo para la modificación de la NOM-051 sobre etiquetado de alimentos y bebidas inició sus trabajos desde el 14 de agosto de 2019. La norma busca procurar las medidas que sean necesarias para garantizar que los productos que se comercialicen en territorio nacional cumplan con la información comercial que debe exhibirse en su etiqueta o envase, con el fin de garantizar una efectiva protección del consumidor.
«Otra de las limitantes del etiquetado del GDA es que era un etiquetado engañoso que no seguía las recomendaciones de la propia organización a nivel mundial y que además cuando se diseñó, se diseñó sin seguir la evidencia científica, sin convocar a grupos de expertos para elaborarlo y fue propiamente diseñado por la industria de alimentos y bebidas a favor de intereses comerciales y no a favor de la salud pública.»
Según el reporte «Panorama de Salud 2019» de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), México es el segundo país con la mayor tasa de obesidad y diabetes en adultos.
El reporte indica que México se encuentra por encima del promedio, ya que el 72.5% de los adultos tienen sobrepeso u obesidad, cuando el promedio es de 55.6%, mientras que en el caso de las niñas y niños la cifra es de 37.7%, frente a un promedio de 31.4%. Este problema representa el desafío más grande para el país en materia de salud ya que es un factor de riesgo para afecciones crónicas, como la diabetes, enfermedad en la que se tiene la tasa más alta de ingresos hospitalarios.
Asimismo, de acuerdo a un reporte de la Organización Panamericana para la Salud, México es uno los mayores consumidores de alimentos y de bebidas ultraprocesados en toda América Latina y el cuarto a nivel mundial, Katia Maldonado mencionó que «ahí está un tema clave, se busca la disminución del consumo de alimentos y de bebidas ultraprocesadas; con este nuevo etiquetado se busca un cambio al consumo de alimentos naturales, de comida de verdad, aquella que viene de nuestros pequeños productores, que viene del campo y que ha quedado a un lado por el consumo de comida chatarra. ¿Por qué?, porque está en todas las tienditas, incluso en las poblaciones más alejadas.»
Este Ley ha sido implementado en otros países como en Perú, como en Chile y próximamente en Uruguay. En Chile, por ejemplo, después de esta implementación hubo una disminución en bebidas azucaradas en un 25% y de cereales de desayuno en un 14%, «sí es una medida que funciona, que tiene cambios en la mayoría de la población», explicó.
Cambiar formas de pensar
«Las etiquetas van a estar solamente con estos sellos octogonales. Por ejemplo, lo que sucede con productos que superan los límites recomendados como: jugos, néctares, yogurt, cereales para el desayuno, que por lo general tienen una asociación positiva y que la gente puede pensar que porque el empaque tiene frutas o porque mencionan que contienen vitaminas y minerales, realmente son saludables, es que son mensajes muy contradictorios, cuando la realidad contienen cantidades muy altas de azúcares. Este nuevo sello de advertencia, cuando vas a ver un cereal, un yogurt, un néctar, con el sello de «alto en azúcares» por lo menos te empieza a alertar y a decirte “ok, no es lo que yo pensaba”», mencionó Katia Maldonado.
Publicidad que atrapa
La publicidad juega un papel importante dentro de la forma en que la población consume ciertos productos. La publicidad se dirige a las emociones, los afectos y la emotividad. Por eso, ofrece imágenes estimulantes, mensajes positivos, belleza, satisfacción, felicidad.
Con esta nueva ley se pretende que «la publicidad tendría que ser eliminada, por ejemplo, estos cereales de desayuno con el tigre ya no tendrían al personaje, nada más sería el puro cereal con el sello, lo que quiero decir es que el empaque tendría por supuesto la marca del producto y el sello. Ya no habría todos estos elementos persuasivos y llamativos para niñas y niños que son a los que tenemos que proteger más.»
Lo que se busca es disminuir y prevenir, sobre todo en la población infantil, los índices de obesidad y futuras enfermedades, «los niños y las niñas que van a estar expuestos ahora a este nuevo etiquetado, lo que se pretende es que cuando ellos vayan al supermercado o las tienditas y vean estos productos con sellos, puedan ver otro ambiente. El etiquetado es una de las medidas más efectivas, costo-efectivas, para poder atacar este ambiente que nos está haciendo que comamos o que tengamos elecciones cada vez más orilladas a estos productos altos en azúcares, en grasas saturadas, en sal, en calorías, y seguir consumiendo lo que producimos en el campo. No se trata de incentivar el consumo de comida procesada, sino de consumir lo natural», mencionó.
Una de las cosas más importantes que propone esta norma es que cuando un producto tenga uno o más sellos, no podrá tener ningún aval de ninguna asociación médica. «Había productos que decían “avalado por el Instituto Nacional de Pediatría o la Federación Mexicana de Diabetes”, entonces sería muy raro que un producto que tuviera un sello en alto en azúcar o grasas, estuviera avalado por uno de estos instituto. También se propone en esta norma que si un producto tiene un sello no pueda tener declaraciones nutrimentales», concluyó Coordinadora de Salud Alimentaria del Poder del Consumidor.