“La desaparición de las luciérnagas”

Una cinta del cineasta y guionista canadiense Sébastien Pilote sobre la exigencia de una certeza de futuro a la juventud

Ciudad de México (N22/Ana León).- Léonie está a punto de terminar la educación secundaria y se enfrenta a la proyección de un futuro que parece poco halagüeño, incierto, borroso. Las pláticas con los adultos cercanos giran en torno a ello. ¿Por qué esa necesidad de tener una certeza?

Viviendo en una ciudad industrial de Quebec en la que por una lado la perspectiva parece no tener fin: una bahía; y por el otro, parece ser un callejón sin salida, esta joven canadiense se enfrenta con molestia, y a veces furia, a la construcción de un futuro que no tiene muy claro cómo quiere que sea.

Parte de la Semana de Cine Canadiense, que luego de proyectarse en la Ciudad de México, ahora puede verse en el interior del país, la cinta La desaparición de las luciérnagas, se toma su tiempo para desarrollar con claridad el personaje de Léonie (Karelle Trembley), una chica inteligente y sarcástica de clase media con un padre exiliado por un conflicto sindical en la ciudad y una madre y su nuevo novio, estrella de la radio local, con los que ha tenido que vivir ante la partida del padre.


¿Qué enfurece tanto a esta adolescente que no tiene ninguna necesidad económica y que, sin embargo, vive odiando constantemente todo lo que la rodea? Dirigida por Sébastien Pilote, éste nos presenta un retrato de la juventud canadiense lejano de realidades con violencia o pobreza, pero aún así frente al conflicto de todo ser humano: definirse como individuo, construir una personalidad, cultivar gustos, encontrar una vocación y decidir si permanecer en la cotidianidad de un pequeño poblado o migrar a una ciudad.

En medio de todo ese caos emocional, bastante controlado, Léonie conoce a Steve (Pierre-Luc Brillant), un maestro de guitarra mayor que ella, que vive en casa de su madre y pasa los días sin mayores ambiciones que tocar en casa y enseñar a otros a manejar dicho instrumento. La vida es así para él: su música, las clases, ¿por qué tiene que ambicionar más? ¿Quién dice que debe hacer más si lleva una vida cómoda? A estas disyuntivas se enfrenta esta chica: la ambición desmedida del padrastro, una madre ausente que sigue a pie juntillas las formas y maneras de la sociedad en la que vive; y un padre que decidió irse. Una realidad de la que intenta escapar, que no quiere seguir.

Al inicio de la cinta, el padrastro cuenta una historia en su programa de radio matutino: hace años las luciérnagas que solían verse en la ciudad desaparecieron. No es que se hayan extinguido, sólo un día no volvieron más. La partida y el regreso de estos bichos de luz como metáfora de la pérdida y la permanencia de la identidad más allá de las etiquetas sociales.