«Una película nueva alimentada con los archivos del pasado». José Ramón Mikelajáuregui, presentó en el FICG la segunda parte de una trilogía concebida con las películas rodadas durante el periodo revolucionario
Guadalajara (N22/Huemanzin Rodríguez).- La Filmoteca de la UNAM posee un archivo con las películas rodadas durante el período revolucionario. Desde 2010, como parte de las actividades para conmemorar el centenario del inicio de la Revolución Mexicana, el cineasta José Ramón Mikelajáuregui intervino ese archivo para crear una película. Así concibió una trilogía que comenzó con La Historia en la mirada (2010), ganadora del Ariel a Mejor Documental en 2011; ahora presenta en el FICG El poder en la mirada. Lo que busca Mikelajáuregui es hacer cine con los archivos históricos.
José Ramón, de inmediato me vino a la mente tu cortometraje documental Planeta Siqueiros (1995), que genera un discurso sin palabras a partir de la obra mural y la música de Gerardo Tamez. Traigo en mente ese corto desde mediados de los noventa y ahora lo he vuelto a ver en El poder de la mirada, usas material documental ya existente, lo intervienes, lo amplificas, te detienes en los personajes y cuentas otra cosa.
El origen de este trabajo que estoy haciendo, fue precisamente por ver los murales. Porque la pintura mural es todo lo contrario a lo que hacemos en el cine, porque el mural es un paquete que concentra a personajes y composiciones que se tienen que dinamizar para que el espectador lo lea. Son como esos grandes compendios de historia, pero es una historia plástica que apela a la impresión. Justamente cuando hice Planeta Siqueiros lo que decidí es que hablaran las pinturas, hay libros que dicen más cosas y preferimos interpretar cinematográficamente la obra. Funcionó y fue un poco de donde partió esto. Aunque es la Historia de México, lo que está detrás son las personas, ahí quedan atrapados los aires de los tiempos, los gestos, las miradas, las posturas. Las energías de la gente viva. Las esencias que se desprenden y quedan en el plano. Hacemos una especie de fusión, porque con el montaje, al contraponer una imagen con otra, salen las esencias. Así es la técnica extractiva para que la gente haga su película, porque de eso se trata el cine: que el espectador complete con su mirada la película. La película sola no es cine.
Las cosas con las que empezamos a trabajar en la Historia en la mirada (2010), son vistas, porque estamos hablando de registros generales como fue el cine en sus inicios, no hay detalles, no hay lenguaje cinematográfico, no hay edición, son grandes vistas que para un historiador son fascinantes, pero para un espectador común puede ser bastante aburrido porque son demasiadas cosas que no todos conocen. Este proyecto nació con la idea de hacer de un archivo, muy importante para la nación que es este de la Revolución Mexicana, que conserva la Filmoteca de la UNAM, un producto que pudiera ver cualquiera. Por eso nos enfocamos en la mirada, en alguien que pudiera ser nuestro bisabuelo que hace lo mismo que nosotros ahora: vivir su vida en una época convulsa y complicada (como ahora).
Así como leíste, lo que hicimos fue crear un lenguaje cinematográfico a partir de dividir, como en un mural, los pedacitos, montarlos y crear esas contraposiciones, oposiciones, juegos dialécticos descifrables para un espectador. Y así generar una emoción porque lo que nos interesa es el viaje del espectador más que la clase de Historia.
Tienes algo de Eisenstein y de Kuleshov, dos propuestas diferentes de montaje. Comencemos con Lev Kuleshov, dos imágenes con significados diferentes que al juntarse tiene otro significado.
Como a ellos les tocó los inicios del cine experimentaron con el cine, el famoso Efecto Kuleshov es eso: a algo neutro le pongo muchas cosas y significa diferentes cosas, un proceso de adjetivización de la imagen que cambia la oración. En ese sentido, sí es un ejercicio muy cinematográfico porque vamos creando, con un contenido que ya está ahí en bruto, una experiencia al espectador, porque les vamos contando un cuentito que es uno de los miles posibles. La iniciativa tiene dos filos: restaurar ese material de archivo y luego divulgarlo con una interpretación subjetiva. Porque también utilizamos una herramienta bastante potente que es la música de Eduardo Gamboa que realmente es la que da el ritmo de la experiencia. Como es un cine mudo, decidimos que no hubiera más que los elementos de la época original: música (en ese tiempo en vivo), intertextos, que cuentan un poco lo que ocurre, aquí nosotros decidimos tenerlo como subtítulos y luego la música con la imagen, es un concierto cinematográfico.
A eso me refería con Eisenstein, su montaje y el contrapunto musical. Recordé un poco la versión de ¡Que viva México! editada por Oleg Kovalov que llamó Fantasía mexicana (1998). A partir de la teoría de Eisenstein propone con los rollos del rodaje una historia determinada por la música, los sonidos incidentales (como si fuera una radionovela) vinculado con el montaje. Entonces tienes el Efecto K y el contrapunto.
Así es, no es un sonido que pretenda recrear la realidad sonora del momento, sino crear sensaciones. Otro reto que tuvimos es que las películas fueron rodadas en diferentes formatos y velocidades y había que ajustarlos para que no se vieran “chistosas”, caminando rápido como cuando vemos a Chaplin. Se ajustó el ritmo de la imagen con la música para dinamizar la sala. Esta es una película nueva alimentada con los archivos del pasado, que está al servicio de esos archivos. Dividimos el material, lo dividimos en tercios para poder trabajarlos mejor y luego los juntamos. Es una técnica que comencé a usar con Planeta Siqueiros.
Después La Historia en la mirada tuve una afortunada invitación para asistir a la proyección de los rollos completos utilizados en esa película, comentados in situ con un micrófono por Eduardo Matos Moctezuma y el desaparecido historiador, Álvaro Matute. Fue absolutamente revelador ver los minutos completos de cada toma, que era más o menos lo que duraba cada rollo silente.
Cada rollo era un tiro completo.
Exacto. Recientemente murió el maestro Matute y es una de las personas que asesoraron históricamente el guión.
Qué bueno que tuviste el gusto de conocer al maestro Matute, con él y también con Carlos Martínez Assad, hicimos ejercicios interesantes. Ellos dos, Álvaro y Carlos, son de esos historiadores cinéfilos. Con ellos tuvimos conversaciones muy abiertas para revisar los archivos desde una perspectiva cinematográfica más que histórica, aunque con un rigor serio de la Historia. Especialmente porque hay personajes que no sabes quién es, qué es lo que está pasando y tienes cierto rango de posibilidades. Entonces la mirada de historiadores como Álvaro Matute es fundamental, es la guía en este mundo de ciegos. A partir de eso nosotros nos ocupamos de la historia con minúscula, es decir, de los “cuentitos”, qué poder contar con lo que tenemos en el archivo fílmico. Con el montaje sugerimos cosas, pero es el público el que completa las historias. Por eso hicimos esto, porque no todo mundo podía ver esto junto a un especialista como Matute, y así hacer suyo ese archivo que todos conocemos en pedazos para ilustrar cosas, siempre al servicio de un discurso ajeno. En dejar que los archivos hablen y no imponerlos. Y no fue fácil, porque había otras disciplinas con propuestas diferentes para acercarse al archivo, fue el Dr. Narro cuando estaba como rector que la vio y decidió que así continuara el proyecto.
Hay un poema con el siempre pienso en el cine, por esa mirada que se mira como en el cine verdad del Hombre detrás de la cámara (Dziga Vertov, 1929). Es de Antonio Machado y viene en Proverbios y cantares:
El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas;
es ojo porque te ve.
Lo recordé con tu película, a lo largo de ella te detienes en las miradas de esas personas de entonces que se posan en la lente de la cámara. Están repartidas en lapsos que permiten cierto ritmo y nos acercan, pareciera que a través del cine podemos vernos más allá del tiempo con aquellas personas comunes y aquellos personajes poderosos de la historia, donde la fuerza es recíproca. Miro a alguien que no soy yo pero ahora es parte de mí.
Así es. Cuando conversamos con alguien inmediatamente nos identificamos en la mirada. Cuando estás frente a un documental hay tantas miradas que no sabemos a quién atender. Pero aquí lo que queríamos es poner al espectador frente a una mirada específica, no sabemos quién diablos es, pero al mirarlo a los ojos ya no es un desconocido, ya no existe esa persona, pero sí nos mira. Eso es lo cinematográfico, esa otredad es lo que tiene que estar en juego con el cine. Los cineastas somos intérpretes para que conecten unos con otros.
Eso pensé también, es como un ejercicio democrático, porque en El poder de la mirada les miramos los ojos a los anticatólicos de Villahermosa, a los cristeros del Bajío, a los dolientes de Zapata y a Amado Nervo, a los hijos de Álvaro Obregón, a los obreros de las petroleras transnacionales, a Plutarco Elías Calles. Miradas diversas y antagónicas que nos confrontan con lo que no somos, lo que no creemos, lo que no nos gusta. A veces siento que hoy, muchas veces, nos negamos la mirada.
Todos ellos hicieron cosas que nosotros vivimos hoy sus consecuencias. Es un documental, son los reales. Ahí están sus familias viviendo en el Castillo de Chapultepec. Hay mucha violencia y sangre, como viste hay cinco grandes funerales: los de Zapata, de Carranza, de Amado Nervo, de Villa y de Obregón. A estos tipos podemos mirarles a la cara.
La Historia en la mirada (2010), El poder en la mirada (2019), ¿qué sigue?
Estamos trabajando en uno que se llama La nación en la mirada, porque consideramos con estas discusiones que hemos tenido con los historiadores, que las demandas revolucionarias populares culminan con el cardenismo, porque habían sido escatimadas con los norteños: Carranza, Obregón y Calles que impusieron otro modelo y derrotaron a los ejércitos populares. Y con Cárdenas la Revolución ahí estuvo y logró permear en el país. Tú ves ese país que está retratado y es un país convulsionado, en construcción, ¡hay unas energías bárbaras!, a costa de mucha sangre y mucho dolor. Se ve la construcción de un país. La primera película revisa un período de doce años a partir del final del porfiriato hasta la promulgación de la Constitución de 1917; en la segunda retomamos a Carranza presidente hasta la fundación del PNR (Partido Nacional Revolucionario, simiente del PRI) y ahora vamos con el Maximato y cómo lo derrota finalmente Cárdenas. Y retomamos la pregunta ¿somos un país militarista o civilista? Fue muy importante para México que ganaran los civiles; el ejército tomó otro lugar importante también. Cárdenas es un civil que se volvió general como los otros, pero un general de la Revolución con convicciones populares, por eso es muy importante que cerremos el ciclo ahí. Vamos a tener una película muy diferente, así han sido todas porque aunque tienen los mismos principios los resultados son otros y en la que viene vamos a tener sonido, porque el cine de ese momento ya cuenta con sonido, así que el resultado será diferente.
Imagen de La Historia en la mirada