Humberto Díaz, “Crisis de fe”

En La Tallera y en una barranca en la ciudad de Cuernavaca, el artista cubano reflexiona sobre los espacios, su configuración desde la fe y lo mítico, pero también su uso humano

 

 

Ciudad de México (N22/Ana León).- En Crisis de fe, exhibición en La Tallera e intervención de sitio específico en la Barranca del Chiflón de los Caldos, en Cuernavaca, el artista cubano, Humberto Díaz, reflexiona sobre los espacios, la configuración de los mismos desde la fe y lo mítico, pero también su uso humano y de su percepción a partir de condicionamientos políticos, económicos y sensoriales.

El trabajo de Félix Candela en la iglesia de Palmira y la labor del sacerdote benedictino, Gregorio Lemercier, en el Monasterio de Santa María de la Resurrección, son puntos nodales en la configuración conceptual de esta muestra que se asienta en lo arquitectónico, el psicoanálisis y la conformación e interacción o superposición de cosmogonías. Es así como la pieza central ubicada en la sala poliangular de este espacio, misma que da nombre a la exposición, Crisis de fe, evoca el paraboloide hiperbólico de Candela, al tiempo que convive y  se contrapone con Serpiente engomada, una línea serpenteante de llantas llenas de tierra que forman caminos que recorren la sala y que te llevan debajo de la misma, un adentro y un afuera que invitan a encontrarse con uno mismo pero que también evocan un discurso de poder.

 

 

En la misma sala coexiste Mental Wall, una celosía de ladrillo que hace referencia al monasterio de Lemercier y que delimita el paso y la visibilidad a otra de las piezas que integran esta muestra, Cihuacóatl, “un paisaje sonoro” y un video que muestran sonidos y una especie de postales de barrancas de Cuernavaca, espacios en los que el artista descubrió la metáfora perfecta de esta ciudad.

 

 

 

La reflexión se completa con Cosmos, una instalación que comprende toda la celosía diseñada por Frida Escobedo, que ha dado identidad a este espacio cultural. En ésta, Humberto Díaz toma como centro de un sistema solar la Sala Poliangular para desplegar una referencia a la cosmogonía maya. Una especie de palimpsesto. Para conocer más de estas intervenciones resultado de la participación del artista, nacido en Cienfuegos, en el programa de Residencias Internacionales del museo, charlamos con el mismo un par de días previo a la inauguración de la muestra ocurrida el pasado 15 de diciembre.

 

Humberto Díaz

En esta exposición hablas de fe, pero, ¿para ti qué es la fe?

La fe es un concepto amplio. Tú sabes cómo define la fe la Biblia: “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Realmente el concepto bíblico no dice que es en Dios, pero para mí la crisis de fe es en un sentido global. Ahora mismo en el momento que están todas las instituciones religiosas, políticas, culturales, todo está en crisis y bueno, lo ecológico. Todos los elementos alrededor de nosotros ahora mismo están en crisis.

Hay un libro que se llama Crisis de fe en un monasterio, que hablaba del mesías y eso fue lo que me dio la base para el título de la exposición y lo traté de abordar desde una visión mucho más amplia que sólo la fe en Dios, está la fe en el hombre mismo, en la naturaleza. Es contradictorio porque el título parece como pesimista pero yo creo que la exposición es optimista, desde mi perspectiva. La exposición habla de cómo importa el pasado, se hace importante el mirar atrás para construir el futuro, para cambiar el presente.

¿Cómo llegas a este lugar? ¿Por qué decides que sea esta barranca y cómo haces el primer contacto con los habitantes?

Cuando llegamos aquí mi primer interés era la parte natural. Estaba buscando un acceso a la parte de la naturaleza que es el video que está en la sala. Y me llamó la atención eso y le hice una foto desde arriba [desde el puente que cruza la barranca]. Estaba trabajando con la idea de la serpiente emplumada y de pronto se reconectaron varios elementos y resultó ser la locación perfecta. Ya luego se reunieron, sin estar yo aquí, con la comunidad y hablaron con ellos. Y empezamos a trabajar como desde hace tres meses.

 

 

En la pieza central de la Sala Poligonal, ¿existe una intención de mirar hacia adentro a través de estos pasadizos, para construir hacia afuera; y en la pieza Cosmos, la mirada desde afuera para llegar hacia adentro otra vez?

Para mí la exposición es muy vivencial. Yo la pienso como un viaje. Las piezas todas se cruzan, la de las gomas (la serpiente engomada que se divide entre la sala y la intervención en la barranca) pasa por debajo de la otra. Pero me interesa que el espectador tenga una vivencia emocional propia. Toda la estructura interior de la pieza central está hecha de cruces de diferente tamaño, de diferentes proporciones, texturas y un poco yo lo asumo como la cruz de cada cual. Cada cual tiene su visión del mundo, de Dios, de su propio cuerpo, de lo que sea. Y para mí es como ese enredo, amasijo. El espectador hace su propio viaje. Y si te das cuenta, al final, cuando sales [de los túneles] estás solo, con un espacio que de alguna manera dejé vacío intencionalmente para que el espectador tuviera un encuentro con él mismo.

¿De qué manera relacionas la fe con las estructuras o con la arquitectura, con la configuración de los espacios?

Toda la arquitectura religiosa desde el medioevo y mucho antes, trabaja con la idea de hacer sentir al creyente pequeño ante la grandeza de Dios. Pero yo utilicé ésta en específico, la capilla de Palmira de Félix Candela, porque es muy revolucionaria. Parte de conceptos no de la tradición católica, sino de la concepción de la fe de las culturas primigenias. Ahí el creyente no está dentro de la iglesia. Hay una plataforma donde los creyentes se sientan y tu techo es el cielo y estás rodeado de árboles. Esa visión responde no a la visión tradicional. Para mí esa arquitectura es revolucionaria en términos de fe, de cómo aborda la fe, porque la aborda pensando en el creyente de acá, no en el creyente europeo. Me pareció un ejemplo genial para utilizar pero yo sí meto al espectador dentro, como metido ahí con Dios, la divinidad o lo que sea.

 

 

También mencionas la cosmogonía maya…

Sí. Y también trato de jugar con lo histórico. Una de las muchachas que hizo el recorrido me decía que ella sentía que estaba metida en las excavaciones. Y de alguna manera el hecho de que la construcción religiosa está como flotando en este túnel donde el espectador se mete, también refiere a todas estas superposiciones de poder. Donde al poder religioso, ancestral, por decir así, que existía aquí antes de que llegaran los españoles, se demolió, se destruyó y sobre esas bases se construyeron los pilares del catolicismo. Creo que hay muchas referencias históricas que utilizo, pero que tampoco me interesa que sean “en tu cara”, tan obvias.

 

 

¿Cómo eliges los materiales y qué significado tienen para ti, porque está el hule, la tierra, la madera, los ladrillos, que se repiten en varios detalles de la exposición?

Bueno, yo estudié cerámica, vamos a partir de ahí. Y mi primera serie de obras conceptuales partían de la idea, usando la imagen de la Biblia, de que del polvo de la tierra Dios hizo al hombre, de hecho se llamaba El polvo de la tierra.  Toda esa serie utiliza elementos de la cerámica pero vinculados a la vida del hombre: ladrillo, tuberías de barro… hubo una conexión ahí, en esa época de mi trabajo. Y luego la idea de la tela que alude también a la Sábana Santa, me interesaba también que fuera como una imagen que pudiera recordar un ave o un pez, que son elementos relacionados con la simbología pero de manera muy abstracta. Y luego la idea de que son cruces, pero literalmente no entiendes que son cruces hasta que no las detallas, sino que parece como una estructura que está sosteniendo la construcción [en referencia a la pieza central, Crisis de fe].

 

 

Por otro lado, ¿qué simboliza la barranca para ti, porque es también un espacio límite, limítrofe, y al mismo tiempo un espacio para encontrar comunidad, para hacer comunidad?

Cuernavaca es muy especial. Tiene cosas que, personalmente, no he vivido en otros lugares del mundo donde he ido. Aquí existen dos mundos: el mundo de la ciudad arriba y este submundo donde lo mismo estás allá abajo y hay pajaritos y no escuchas el sonido de un auto, sólo el agua. Eso me parecía maravilloso. Y luego, en ese propio recorrido encontré que también hay seres humanos que viven aquí, que viven en cuevas y me interesaba, de alguna manera, conectar esos mundos. La barranca es Cuernavaca, para mí.

 

 

Me llama mucho la atención que reflexionas sobre el poder de la arquitectura y las construcciones o la no construcción, pero en Cuba se construye muy poco. Está lo que se construyó desde hace más de cincuenta años y apenas se empiezan a construir algunas cosas, pero la disciplina de la arquitectura es algo casi inexistente, no?

Subutilizada totalmente. En Cuba lo que se hace es que se reutilizan los espacios. Hay bancos que terminaron siendo parqueos de carros y luego oficinas… Y la construcción que se ha hecho, por lo menos masivamente, es muy básica. Los edificios tienen una arquitectura pésima. Yo crecí en uno de esos edificios, por cierto, que son edificios multifamiliares, todos son iguales, y respondía también a una cosa ideológica de equiparar a toda la sociedad. Pero, bueno, así es como es Cuba. Por ejemplo, proyectos como esto [la intervención en la barranca] no tendrían sentido porque la realidad es otra y ahí hablo de los mismos temas, pero desde un acercamiento diferente: sobre las ruinas, las estructuras que se están destruyendo. Tengo varias obras que reutilizan materiales de edificios que se cayeron. Ahí mi acercamiento tiene más que ver con el olvido.

Cambiando un poco de tema, para ti como creativo y como artista, ¿qué significa un decreto como el 349?

Bueno, al final decidieron que van a reestudiarlo y a reestructurarlo. Yo creo que casi cada artista cubano se ha manifestado contra eso. Aparentemente la intención es proteger a los artistas pero el decreto está redactado de una forma muy ambigua. Entonces, la ambigüedad no pega con un decreto que pretende, supuestamente, según el discurso oficial, proteger. Y bueno, yo estoy incluido entre los que se manifestaron. Nos reunimos en el Ministerio de Cultura con el ministro y lo discutimos, dijimos nuestros puntos. Hay otros artistas que han hecho otro tipo de campañas más mediáticas. Creo que lo bonito es que todos los artistas, desde los que hacen arte más convencional o arte más político, todos se han unido en un solo frente desde diferentes puntos de vista. Espero que si sale algo, sea algo muy diferente de lo que hoy mismo se está proponiendo.

 

Todas las imágenes: © Ireli Vázquez