Director del portento El último tango en París y de Novecento, el cineasta que filmó su última cinta, Tú y yo, en silla de ruedas, murió el día de ayer en Roma a los 77 años
Ciudad de México (N22/Redacción).- Para algunas generaciones el nombre de Bernardo Bertolucci estará asociado a aquella cinta emblemática que planteaba una particular visión del mayo del 68 y en la que la magnífica Eva Green lucía aún pueril, Dreamers (2003). También lo asociarán a su última cinta basada en una novela de Nicolò Ammaniti, Tú y yo, estrenada en 2012. Pero Bertolucci fue más que eso. Hoy se dio a conocer su muerte ocurrida el día de ayer en Roma, en su casa del barrio Monteverde Vecchio, a los 77 años.
Desde hace tiempo el cineasta se debatía con la enfermedad. Es, fue y seguirá siendo una de las figuras seminales del cine italiano. Inició en la poesía siguiendo los pasos de su padre, el gran poeta Attilio Bertolucci y aunque su trabajo en In cerca del mistero le valió el Premio Viareggio, se alejó de la escritura porque en sus palabras “él [su padre] era demasiado bueno y no podía ganarle.” A su fuerza poética se sumaron entonces, su relación con el Partido Comunista al que defendía de manera contundente; y sus lecturas marxistas y del psicoanálisis que marcarían su obra fílmica.
Cineasta de la izquierda italiana, Bertolucci nos lega cintas emblemáticas como la grandiosa El último tango en París, Novecento o El último emperador. Amigo íntimo de Pasolini, en su obra reconoció la influencia de éste a lo largo de sus quince películas en las que también se cuelan las innovaciones de la Nouvelle Vague Francesa.
Al final, no había dejado la poesía del todo pues la buscaba a través del cine en el que retrataba también la destructiva relación del hombre con el poder. Sin embargo, miraba siempre al presente: “Yo miro mucho al presente. Miro sin estar presente. Veo muchas cosas.”