“Generación Hip-Hop”, pandillas, grafiti y gangsta

Una charla con su autor, el periodista y crítico de música, Jeff Chang, que hace un estudio de este movimiento musical y social

 

Ciudad de México (N22/Ana León).- “Las generaciones son ficciones”, escribe Jeff Chang (Honolulu, 1950) en el prólogo a Generación Hip Hip. De la guerra de pandillas y el grafiti al gangsta rap, un libro que demoró seis años en escribir (1998-2004), pero en cuya investigación, documentación y trabajo de campo invirtió poco más de una década, pues Chang no sólo mira al género como un fenómeno musical sino que lo hermana con lo histórico, lo político, el diseño del espacio urbano y las luchas afroamericanas, tiene ese mérito. Es justamente la combinación de todo esto, a mediados de los años setenta, en el Bronx, cuando la tasa de desempleo oficial entre los jóvenes llegó al 60% –según datos extraoficiales llegó hasta un 80%– que da origen a este movimiento asociado a la subcultura. “Si la cultura del blues se había desarrollado en condiciones de opresión y trabajos forzados”, escribe Chang, “la cultura del hip-hop surgiría, precisamente, de la falta de trabajo”.

El libro apareció en inglés en 2005 y la editorial Caja Negra lo publicó en español en su colección Synesthesia en 2014 y lo reedita en 2017. Fue presentado en la pasada edición de la FIL Zócalo. A propósito de esto, charlamos con su autor.

Abordas el contexto social en tu libro y vas desgranando la historia para hablar de los músicos, de la música, de las letras y este proceso de trabajo dura diez años, ¿cómo decides que esta sea la estructura, partir de lo general, lo histórico y social para llegar a lo musical?

De hecho, fueron más de diez años. Este fue mi primer libro y la gente dice que el primer libro es siempre autobiográfico, que toma una vida escribirlo. Crecí en una generación posterior a la del activismo por los derechos civiles, el Black Power o del activismo en el arte negro y otras manifestaciones como la de los asiático americanos, el chicanismo, todos ellos son mis mentores. Y lo que siempre me dijeron, no todos ellos, pero lo que siempre me dijeron es “tu generación nunca será tan buena como lo fue la nuestra”, “nunca serán capaces de crear un movimiento o una lucha de la forma en la que nosotros lo hicimos.” Y se referían al hip-hop como sexista, misógino, homofóbico, violento, reaccionario. Esto lo tomé como un reto, quería enseñarles que, en la historia, nuestra generación realmente está comprometida con la cultura, que esa es nuestra contribución.

Me parece muy interesante que justo hayas abordado este punto del costado homofóbico, machista, sexista, en las letras del hip-hop porque resulta un poco contradictorio que este movimiento esté, por un lado, relacionado con las luchas por los derechos civiles, sociales y, por otro lado, está toda esta carga sexista, machista y de violencia.

Sí y justo quería capturar todas estas contradicciones. El hip-hop inicia no como un movimiento social con un manifiesto de lucha conjunta y de pasos a seguir, y creo que es precisamente esto lo que hace que llegue a todo el mundo, porque sólo eran unos cuantos chicos divirtiéndose, chicos que fueron abandonados socialmente desde pequeños, que expresan toda clase de cosas: deseo de justicia social y al mismo tiempo deseo por otras cosas que bien podrían ser materiales, de dominación sobre otro grupo u otra pandilla, sobre las mujeres, sobre el machismo, sobre la masculinidad, todo eso les interesa al mismo tiempo.

Hay otro punto que me parece muy interesante en la forma en que abordas esta historia, y es cómo la reconfiguración de la ciudad de Nueva York en lo arquitectónico y el desarrollo urbano, apegado a la visión de Robert Moses, cambió la dinámica social y dio pie a la generación de estas pandillas que después se convirtieron en estos músicos que empezaron a hacer un reclamo social. Es decir, la relación que hay entre la configuración del espacio y el surgimiento de movimientos sociales y musicales.

Estaba muy interesado en esas fuerzas que transformaron a la ciudad de Nueva York y el resto de las ciudades estadounidenses. Robert Moses fue el ejemplo perfecto de esa clase de poder de cambiar el espacio, incluso hay una novela The Power Broker [Robert Moses and the Fall of New York, de Robert A. Caro, 1974] que reconstruye esa imagen y el proceso de estos niños, esta última generación de marginados en la visión de Moses y la visión de los planes urbanos de todo Estados Unidos. Fui hacia atrás para pensar acerca de qué habría pasado si lo que pasó en Nueva York, en el Bronx, se hubiera propagado en EEUU o en todo el mundo. Esos chicos abandonados de un vecindario como el Bronx, pueden encontrarse también en otros vecindarios del mundo.

Pero me interesaba destacar la capacidad creativa de estos jóvenes sin importar sus circunstancias, la capacidad de poder divertirse siempre. La falta de recursos y el hecho de que sea un movimiento surgido en los márgenes le da este poder social y político.

En relación con esto, el movimiento se trasladó de lo musical a lo cultural y es esto lo que le ha permitido llegar a otras partes del mundo, porque hay hip-hop en Perú, en Argentina… y lo que los hermana más allá de lo musical es, precisamente, este reclamo social.

Es sorprendente y siempre inspirador ver cómo tantos jóvenes de todas las clases, culturas, formas de pensamiento, encuentran en el hip-hop un lenguaje para comunicarse incluso más allá de las palabras, con movimientos, con el grafiti. Hay dos cosas importantes para mí sobre el hip-hop: el poder cultural de la juventud, esa presencia en la cultura popular, ese encontrar siempre la manera para poder expresarse. Y la importancia de la cultura afroamericana y de la forma de expresar sus deseos de libertad. Este poder en la búsqueda de la libertad de la cultura afroamericana que produce manifestaciones culturales donde la gente puede encontrar su voz.

Es interesante la forma en la que el movimiento ha desafiado el tiempo y trascendido no de una manera nostálgica como otros movimientos musicales que sólo miran al pasado, sino que sabe negociar el cambio y la continuidad del género, ¿es esto lo que de alguna forma ha asegurado su permanencia, ser una especie de ave fénix?

La forma en la que el hip-hop se mantiene vivo es estando cerca de la juventud, íntimamente relacionado con ésta y reinventándose. Tengo dos hijos, uno de 17 años y otro de 21, y es la edad perfecta de alguna forma para ejemplificar la continuidad y el cambio en el hip-hop, porque cuando eres más joven, en la adolescencia, buscas entre los chicos a tu alrededor un determinado estilo de vestir, una determinada forma de hablar y admiras a esas generaciones mayores. Y mi hijo mayor es el tipo de chico que buscas para imitar mientras que el menor, en cuatro o cinco años será el modelo a seguir de alguien más. Siempre hay una reinvención de estilos, nuevas generaciones y cada una aporta algo nuevo, algo propio. Cuando mi hijo mayor llegó a la mayoría de edad, el movimiento Black Lives Matter cobraba fuerza y esto fue algo decisivo para él, lo influenció profundamente pero buscó ir más allá. Y eso es lo importante de generaciones que crecieron con artistas como Kendrick Lamar, que abordan estos problemas como Black Lives Matter. Llegará un momento en que estas “nuevas” generaciones no aceptarán más los cambios y dirán que el nuevo hip-hop no es más hip-hop, que el hip-hop ha muerto. Pero eso es lo importante de este género, su constante relación con la juventud.

En el pop, por ejemplo, no hay continuidad porque su marcado estilo hace que de cierta manera éste se congele, se quede encasillado a diferencia del hip-hop donde siempre hay un elemento de innovación debido a su propia naturaleza y a su pasado ligado con la estética afroamericana. Este género es muy importante para las generaciones más jóvenes, pues les ofrece una interpretación del mundo, que ni Obama siendo afroamericano pudo ofrecerles respecto a las temáticas que aborda.

Desde Afrika Bambaataa hasta Kendrick Lamar hay una transformación de una figura, digamos más radical a una parte del mainstream, ¿consideras que el género en lo musical y en sus letras se ha domesticado?

Creo que tiene que ver con una discusión de si el mainstream ha traído nuevas ideas al discurso social, esta discusión en torno al poder, la identidad y cómo se refleja en las letras. La forma en que los cambios suceden dentro de éste no es la misma siempre porque así es la cultura, aunque, en es este sentido, el hip-hop siempre será reaccionario al tratar temas de desigualdad cultural y eso es también le da cierto ímpetu, identidad y fuerza en términos políticos al movimiento. El género siempre está buscando que el mensaje esté más allá de quien lo interpreta.

Como humanidad siempre estamos buscando la justicia, la idea de justicia, y el género lo expresa a través de la justicia racial y problemas raciales. Pero la justicia es como el horizonte, cada vez que intentas acercarte se desvanece.

A través del género se han expresado todas las victorias culturales que hemos tenido y sus avances pero, al mismo tiempo, hay gente que dice que no se ha progresado y esas personas que apuntan a aquello que está mal, hacen que el género avance, que no quede estancado. Es también una reinvención cultural. Supongo que esta idea sobre el hip-hop me convierte en un idealista acerca de éste.