Se cumplen cien años del nacimiento de esta figura seminal de la cultura mexicana del siglo XX. Imágenes inéditas se muestran en la librería Rosario Castellanos del FCE
Ciudad de México (N22/Karen Rivera).- Imágenes en las que se puede observar a Juan José Arreola en su bicimoto por las Calles de Zapotlán el Grande, en 1980; o vendiendo sandalias colimenses de puerta en puerta, cuando estudiaba en la Escuela de Teatro de Bellas Artes, en 1937; o en su primer encuentro con Jorge Luis Borges, en 1966, integran la muestra que lleva el nombre del escritor mexicano y que exhibe la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica.
“Era un tipo valiente, digamos que no solamente tenía gustos y pasiones sino que se involucraba con valor hasta el fondo, y eso es mucho de lo que se muestra en estas fotografías, su faceta actoral, sus intereses en torno a manualidades, en fin, era un individuo que era activo pero además se hacía cargo de manera muy particular de sus pasiones, en ese sentido la exposición aunque es pequeña es muy puntual”, dice el músico Alonso Arreola, su nieto.
“El valor específico de esta muestra en torno a mi abuelo tiene que ver no sólo con su cercanía y con la importancia de su relación con el Fondo, sino también con los libros que está por sacar el mismo Fondo, tienen mucho material inédito.”
Perdido voy en busca de mí mismo. Poemas y acuarelas; Juan José Arreola. Iconografía; y una nueva edición de Estas páginas mías son los títulos que próximamente publicará el Fondo de Cultura Económica, como parte de la conmemoración del centenario del natalicio, de quien fuera traductor y corrector de pruebas de esta casa editorial durante la primera mitad del Siglo XX.
“En esta exposición indudablemente hay una serie de fotografías que son inéditas y que sólo saldrán en la próxima edición de la iconografía. Digamos que en este par de volúmenes se cumple como un deseo que era no sólo de la familia, sino de muchas otras personas para conocer más de su obra poética, de su obra pictórica, a través de las acuarelas y también de una iconografía que se sospechaba nutrida y muy interesante, puesto que se trató de un hombre que fue sumamente inquieto y que estuvo en la radio, en la televisión, que daba clases, que se involucraba con el pimpón, con el ajedrez y además siempre desde el fondo de las cosas.”