Las búsquedas y angustias de los adultos contemporáneos, su miedo a comprometerse, a ser felices o a estar solos, dan forma a la ópera prima del mexicano Axel Muñoz Barba
Imagen: Danpetris
Ciudad de México (N22/Ana León).- Julio (Hoze Meléndez) es un joven que habita la vida de otros por pequeños lapsos de tiempo y de manera indistinta, hombres y mujeres despiertan su curiosidad en la misma medida: ¿qué leen?, ¿qué escuchan?, ¿cómo viven?, ¿qué comen? Así, de día o de noche, en sus tiempos libres, cuando no trabaja (en una tintorería), se introduce en las casas de dichas personas y roba sus vidas por un instante, pues ¿qué más personal que el espacio interior que habitamos? Ésta es la historia de Noches de Julio, ópera prima de Axel Muñoz Barba que tras haber estado a cargo de la edición de sonido de varios proyectos fílmicos debuta como director con esta cinta que surge “a partir de las búsquedas y angustias de los adultos contemporáneos, su miedo a comprometerse, a ser felices o a estar solos, y de cómo a las demás personas les cuesta trabajo entender estas decisiones”, en palabras de Muñoz.
Escrita por Claudia Garibaldi, la cinta se estrenó en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Guanajuato y tras ser vendida a Japón se estrenará allá en octubre, y se espera que se estrene en México en febrero o marzo del siguiente año.
Julio es un chico que por decisión vive en la pobreza, no aspira a más y prefiere vivir la vida de otros, momentáneamente, en vez de afrontar la suya. Lleva una vida anodina, se pensaría, hasta que conoce a Mara (Florencia Ríos) alguien que hace con él lo que él hace con otros. ¿Quiénes son estos casi fantasmas? ¿Cómo llegaron a ser tus personajes principales?
El motor principal es la confrontación con las presiones y preceptos sociales donde Julio y Mara son presionados, por decidir algo, respecto a su vida: Julio no quiere nada más que vivir sus fantasías y se conforma con lo poco que tiene, la ilusión y fantasías de lo que pudiera ser y mejor estar así que arriesgarse a herir y ser herido.
Hay dos elementos omnipresentes: los espacios interiores y el sonido. Lo primero como el lugar donde sucede todo, ya que las salidas y el “estar afuera” funcionan como pequeños puentes, momentos que conectan la trama, las historias, a sus protagonista. Lo segundo, me parece tal vez un poco más relevante, pues la película casi no tiene diálogos y es el detalle del sonido el que funciona casi como un metalenguaje.
La película es de interiores, si Julio es atraído por conocer la vida de las personas, el espacio personal es lo mejor para conocerlos. Julio parte de una timidez y una enorme curiosidad por el comportamiento humano, y los espacios personales tenían que hablar muy claramente desde la primera vez que entrara él. La labor realizada por Liz Medrano, la diseñadora de producción, fue muy importante para lograr estos mundos privados y ser espiados y conocidos, para Julio y en consecuencia para todos nosotros. En relación con el sonido se planteaba el cómo sonaba cada espacio y su contexto y, por supuesto, todos los sonidos exacerbados de parte de Julio o Mara ante su soledad en el espacio.
Y en este sentido, leí que en tus influencias están George Cukor y Polansky, pero mientra veía la cinta no podía dejar de pensar en Peter Strickland, justo por el sonido, con su Berberian Sound Studio y The Duke of Burgundy sino también por la creación de situaciones extrañas que no siempre deben tener una razón de ser ni una solución o que quedan en el aire. ¿Hay algo de eso?
Strickland definitivamente es uno de los mejores directores en explorar el sonido, pero la verdad no lo tenía tan presente cuando la filmé y la postproduje. La referencia de situaciones extrañas sin solución (y que tampoco la trama depende de la solución sino funciona como dispositivo para perfilar a los personajes) es algo que me gusta ver y me emociona como espectador, es un recurso sin duda, con un sentido del humor que se referencía desde Hitchcock o los hermanos Coen, quienes han influido mucho a nuestra generación.
Juegas con el tiempo o por lo menos a mí me parece eso porque si no fuera por el celular de la jefa de Julio da la impresión de que estamos en el México de los ¿ochentas?, también por el tipo de filtro y la luz. ¿Cuál es la razón para dejar la trama suspendida en una especie de indeterminación temporal?
Por un lado es una nostalgia a la privacidad pre-Internet, donde cualquiera podía mandar todo al carajo y desaparecer, y tomaría un tiempo para que mucha gente alrededor tuyo se diera cuenta. Salvo Glenda (la dueña de la Tintorería) o César (el músico) ningún personaje usa celular y la película bien podría suceder en 1992. También este desapego material de Julio o Mara les permite tener esa libertad y decisión de cazar y acechar a cualquier personaje, permanecer más en el anonimato, vaya. Este factor también influye a una posible sensación del no paso del tiempo entre los personajes, la vida sigue y ellos estân, o han estado, cómodos con su forma de vida desde hace mucho.