El escurridizo Tim Burton

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Crónica del recuerdo de una entrevista a contrarreloj

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Ciudad de México (N22/Huemanzin Iyolocuauhtli).- Estaba en el lugar y a la hora acordada para la entrevista con Tim Burton, el sitio era muy tranquilo y con poca gente, algo extraño porque a 500 metros estaban todos los fans del cineasta, disfrazados de sus personajes favoritos del universo Burton. Ninguno de ellos sabía que a unos pasos, en un lugar privado, su ídolo daría entrevistas.

-¿Ya llegó Burton? -pregunté al jefe de prensa.

-No tarda -me contestó, sin poder ocultar la preocupación en su rostro.

Tim Burton había sido invitado a Guanajuato por el festival de cine en 2007, mucho trabajo les costó convencerlo porque a Tim no le gustan los festivales y los tumultos, le pesa la fama y ese niño tímido no siempre logra sobrellevar bien toda esa atención. Yo tenía la primera entrevista con Burton, hace una década a los festivales no les importaban los “likes” ni los mediocres “influencers” y sí les importaba generar nota periodística. Ahora más que antes se usa a los medios (muchos se ofrecen) como una extensión de la promoción y con las nuevas tecnologías cualquier “selfie” puede llegar a ser nota. Con mis compañeros de equipo montamos las luces, mismas que prestaríamos a los siguientes colegas de televisión que habían sido seleccionados para un tête à tête. Éramos pocos, y Burton no llegaba.

Había observado toda la dinámica del festival durante la presencia de Burton, en México se le da al cine un glamur que no tenemos y que resulta ya anacrónico pues ya no tenemos a figuras como Figueroa, Rodríguez, Fernández, Buñuel, Félix, Del Río, Infante o Negrete. Ese glamur de posguerra ya no tiene lugar. Nuestro glamur actual está más cercano a nuestras inmensas expresiones del clasismo, que al espíritu de las grandes producciones o enormes monstruos de la actuación. Así pasa en la posmodernidad, lo grandote se ofrece como grandioso, a la celebridad se le trata como célebre, y muchos que sólo tienen el mérito de burlar a la muerte, se les convierte en célebres por escalafón. Burton se cuece aparte, no es la piedra angular de la cinematografía pero es innegable su contacto con el público a través de un universo personal, sí, es mainstream, pero honesto.

Un día antes de nuestra cita, Burton fue invitado a la ceremonia de entrega del reconocimiento anual que entrega Mujeres en el Cine y la Televisión A.C., que reconoce la trayectoria de personajes importantes del medio. La ceremonia fue en los bellos jardines de la ex Hacienda de San Gabriel de Barrera. A los representantes de medios de comunicación nos pusieron en un corral donde todos hablan de Burton.

-Dile que estoy con Tim Burton, sí, Tim, se escribe B-U-R-T-O-N… Tú así dile, sí dile que estoy con él.

Curioso diálogo por teléfono celular de un reportero de espectáculos que presumía “estar” con Burton, con alguien que no sabía quién es Burton. Así son los festivales de cine, por estar cerca de las luminarias, se suele creer que nuestras palabras también alumbran. Nos es como el poema “Memorabilia” de Robert Browning (1812-1889) sobre Shelley, donde dice con pasión que él ha sido con Shelley porque ha conocido a alguien que antes estuvo con él, es gracias a la pluma del águila que sé que existió, entonces, soy con ella, con él. No, es así, es más como en Celebrity de Woody Allen.

Frente a nosotros pasó Tim, rápido, despeinado, con gafas oscuras y agobio en su rostro, con un par de asistentes del festival en cada brazo que parecían más policías con un ladrón capturado. Empezó la comida, el premio se entrega en una comida, los pocos reporteros debíamos esperar junto a las mesas, de pie, bajo el sol. En México la democracia se confunde con espacio para todos, nos cuesta trabajo entender a la figura de personas representativas, en nuestra democracia de sombrerazos todos debemos tomar la palabra, no importa que no se exprese idea o concepto alguno, lo importante es hablar, hablar, hablar… Las entregas de premios y conferencias de prensa son iguales en el espectáculo y la política (¿hay diferencia?).

Todos tienen un discurso que casi siempre otra persona escribió, hay que demostrar que somos cultos aunque no sepamos de lo que hablamos, valoramos públicamente la cultura aunque no la apoyemos, otro elemento más de nuestro clasismo. Tim Burton lo padeció, alto como es, en una silla, sentado con las piernas abiertas en una mesa redonda de honor, con mantel blanco y vajilla y cristalería hermosas, sin poder comer porque debía paciente escuchar en español todos los discursos de quienes creyeron teníamos que escucharles, quienes hemos estado en estos actos sabemos que la mesura no existe. Pasan el representante de turismo, el del municipio, el del gobierno del estado, la directora del festival, la directora de la asociación, el amigo de la premiada, la premiada, el discurso más corto duró 15 minutos, no recuerdo ninguno. El rostro de Tim se notaba más impaciente y ¡eureka!, le vino la solución. Se levantó para ir a los sanitarios, había que caminar 100 metros y subir unas escaleras que encaminan a los jardines. Se escabulló. Lo seguía con la cámara porque hasta ese momento no tenía aclarado si tendría un entrevista con él, pero mi gafete tenía accesos restringidos. Sólo pude ver cómo se perdió entre los árboles y cómo, con forzada discreción, gente del festival lo buscaba.

-Ya no tarda, es que está un poco cansado -me dijeron mientras esperábamos la entrevista.

-Debe de estar desvelado –respondí. Lo vi a la medianoche caminando por los túneles.

Por la reacción en sus ojos, creo que no lo sabía. Me dio la impresión de que en la noche anterior Burton se volvió a dar a la fuga, pues lo vi solo en los túneles y alguien importante o famoso nunca anda solo, siempre habrá personas dispuestas a encender el cigarrillo de la fama, como narra Gay Talese en su memorable crónica “Sinatra está resfriado”.

En la noche anterior durante las proyecciones de cortos experimentales en los túneles de Guanajuato, entre los focos amarillentos adorados por mariposas nocturnas, se veía su silueta y cabello a la Robert Smith, poco antes de que éste se pareciera más a la Beba Galván. Muy discreto, caminando entre las pocas personas que a esa hora estaban en las calles. Casi ningún periodista, pues en los festivales de cine a esas horas casi todos están en las fiestas exclusivas y pocos en las funciones, menos si es a la media noche y es cine experimental. Burton estaba ahí. Llegó hasta el templo de San Diego ya pasada la una de la mañana, algunos afortunados se tomaron fotos con él y conversaron. Tim amable y generoso. Yo busqué el perfil bajo. A esa hora ya sabía de mi entrevista con él doce horas después. En este tipo de situaciones prefiero ser testigo, y más respetuoso de la persona, detesto esa idea del periodismo on line que gana una declaración anodina y el dato se convierte en “nota”. Prefiero el tête à tête, ojos a los ojos, en equidad de circunstancias y en ese momento, esas eran mis circunstancias y mi libertad.

-Ayer estuvo en el museo de las momias -me dijo un amigo fotógrafo que en la pantalla de su cámara me mostraba las imágenes.

Siempre me ha parecido patético ese museo, ahora se veía bien con Tim entre las cáscaras de los cadáveres. Me pregunté si había visto el cortometraje Hasta los huesos (2001) de René Castillo, pues si a su Cadáver de la novia le quitamos el ambiente de literatura gótica y obviamos un poco a su protagonista que se parece a un joven Kafka, me parece que tiene muchos guiños, ambos fueron hechos en stop motion.

En esas imaginaciones estaba cuando los rostros de preocupación se disipan, por fin los pulmones respiran profundo y las pupilas se dilatan. Apareció el homenajeado para el rol de entrevistas. Fue graciosa la escena: ¿Se imaginan a un tipo alto en camisa negra desfajada y jeans caminando entre las centenas de fans en el Auditorio del Estado, y atravesar todo el espacio que lleva hasta el Centro de Convenciones sin que nadie notara que ese individuo era Tim Burton?… ¿Cómo fue eso? Sencillo, se puso una máscara de Blue Demon. Dice que las colecciona, que la cultura mexicana siempre estuvo presente en su niñez, que le encantaba la estética de las películas de luchadores, que odiaba sus doblajes. Sí, así llegó. Se desenmascaró frente a nosotros. Vuelve la adrenalina del festival, ya corría el reloj, tenía mis diez minutotes acordados para conversar con Burton.

 

Tim, mucho gusto…

-Mucho gusto…

 -¿Qué piensas de Guanajuato? Te vi anoche, caminando por ahí, entre las sombras mirando las estructuras de los túneles, tomando fotografías… 

Sí, es mi lugar favorito, siempre soñé con venir aquí, y está completamente más allá de lo que creía. Es una bella y misteriosa ciudad. La amo. La forma en que proyectan películas en los túneles y en el panteón es una sorprendente manera de ver cine. Le da una emoción distinta al cine. Es grandioso.

 -Tienes muchas actividades aquí en el festival. ¿Estás cansado?…

Sí pero está bien, como debe de ser, estoy celebrando, así que está bien.

 -Traje dos libros. El primero es La melancólica muerte del niño ostra y otras historias, tu libro, pero también tengo Amphigory de Edward Gorey (1925-2000). Cuando vi este libro de Gorey de inmediato pensé en ti, veo tus dibujos y tus historias muy cercanas en las atmósferas de Gorey.

-Él es grandioso, he estado inspirado por él, siempre he estado inspirado por Doctor Susan, y ciertos autores e ilustradores como Gorey, definitivamente me he  inspirado varias veces de ellos, es algo muy cercano y constante.

 

Edward Gorey nació en Chicago en 1925, fue un personaje más que excéntrico. A los 7 años ya había leído Drácula, Alicia en el país de las maravillas y Frankenstein. Tuvo un paso meteórico por el Instituto de Arte de Chicago y estuvo en un campo militar en los años 40. Estudió Filología Francesa en Harvad y se dedicó a la ilustración, la poesía y la literatura; aunque sólo ganaba dinero como ilustrador gracias a sus fabulosos dibujos y su caligrafías con la diseñaba libros. Un día se pintó de verde las uñas de los pies y caminó descalzo por Manhattan, algo realmente escandaloso para su tiempo. Se hizo editor de sus propios libros en pequeños tirajes, así publicó cuatro novelas entre 1953 y 1959. Su fama como ilustrador le permitió diseñar el vestuario de obras en Broadway y amaba a la danza, y admiraba tanto a Georges Balanchine como a Händel. Escribió historias lúgubres y de humor macabro en verso, que dibujaba a tinta a manera de historieta decimonónica. En sus personajes había visitas inesperadas y objetos insospechados que en un instante, podían quebrar la normalidad de los protagonistas para llevarlos a la muerte o al borde de la locura. Su trabajo tardó en ser aceptado hasta que en 1972 que publicaron su libro primer Amphigorey, una antología de sus cuentos. En 1979 llegó el segundo tomo titulado Amphigorey too y en 1983 Amphigorey also. Nunca se supo si tuvo una relación amorosa con alguna persona, vivió con cinco gatos. Gorey muere en el año 2000. Ese fue el año en que supe de su trabajo, al conseguir sus libros y hojearlos quedé atrapado por sus historias, pero fue en 2002 cuando en L.A. obtuve el libro de Burton The melancholy death of Oyster Boy & other stories que entendí que él venía de Gorey. Aunque en la entrevista no quiso abundar demasiado en ello, sí aceptó su referente.

 

-¿Cuál es la importancia del dibujo para ti?

-Es fundamental, es como empiezo todo. Todo lo que he hecho empieza con un garabato.

-Recuerdo que en 1989, cuando salió tu Batman decías que hiciste el story board.

-Muchos directores han trabajado así. Y es así como yo resuelvo las escenas. En esa película no sabía cuántos extras necesitaba y dibujé las escenas, conté las personas que dibujé y así salieron las escenas del desfile del Joker.

-¿Qué es lo que traes en mente para siguientes proyectos? ¿Alguna animación u otro film de gran presupuesto?…

-He trabajado en una dulzura que verdaderamente no es de gran presupuesto, estaría dentro de los presupuestos medios o bajos de Hollywood. Había pensado en una animación “stop motion” pero toma tanto tiempo integrar todo, porque es poca la gente que lo hace y toma tiempo encontrar a los animadores indicados, es por ello que esos proyectos toman tanto tiempo para comenzar. Eso fue lo que me pasó con El cadáver de la novia, me llevó un par de años prepararla. Necesito un poco más tiempo para las animaciones.

-Todos tus personajes de tus películas y de tu libro, son niñas  y niños extraños y monstruosos, pero todos son buena gente. ¿Por qué?…

-¿Buena gente?… Si, bueno, siempre he visto películas de monstruos. Tú sabes, todo mundo piensa siempre que los monstruos son aterradores, porque son los personajes más emocionales: Frankenstein, King Kong, la Criatura de la laguna negra, a todos los ves el cine como villanos pero en la realidad son los personajes con alma. Siempre he respondido a eso, es como he sentido mi propia vida.

 -¿Qué piensas de la muerte?…

-Trato de no pensar mucho en ella, pero siempre respondo a esto como en tu cultura, porque, en la cultura en la que yo crecí le tienes mucho más miedo y tratas de no hablar de ella, es algo que deprime, obviamente es algo que le ocurre a todo mundo. Creo que la aceptación que ustedes le tienen en su cultura mexicana es más apropiada y es algo más cercano a lo que creo.

 -¿Conoces el Día de Muertos?

-¡Claro! Yo vivía en Los Ángeles, y la cercanía con la cultura mexicana ha sido muy importante en mí y en mi carrera. El Día de Muertos, en especial, es algo que tengo muy presente en mí

 -Una última pregunta Tim ¿por qué viniste Guanajuato? Casi no vas a Festivales.

-Iba a venir en 2006 pero no pude, pero sí quería venir. Es cierto, no suelo ir a muchos festivales, esto es algo excepcional que sólo ocurrirá por un tiempo.

-Gracias, es un placer.

-Igualmente, gracias.

 

Al finalizar las entrevistas Tim se fue, llevando tras de sí al huracán propio de la industria audiovisual. Diez años después vuelve con una exposición en el Museo Franz Mayer, un poco más relajado, hay ciertas cosas que se ganan con el tiempo, no pasa lo mismo con las empresas de comunicación y audiovisuales.

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