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La categoría ha destacado la mirada incisiva de los documentalistas mexicanos ante la desbordada realidad del país
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Imagen: El lugar más pequeño, 2012
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Ciudad de México (N22/Julio López).- Desde principios de este siglo el documental mexicano poco a poco ha cobrado relevancia entre el gusto del público y la aprobación de la crítica especializada. Uno de los casos más sobresalientes es el de Del olvido al no me acuerdo (1999), dirigida por Juan Carlos Rulfo. En el año 2000, en la 42 entrega del Ariel, este trabajo obtuvo siete nominaciones a los premios que otorga la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, finalmente se llevó cuatro: Mejor Fotografía, Edición, Sonido y Ópera Prima.
Durante dos años la categoría se declaró desierta siendo hasta 2003 que Señorita extraviada (2001), de Lourdes Portillo, se impuso a otros tres trabajos. Un año más tarde, en 2004, Everardo González debutaba y ganaba el premio al Mejor Largometraje Documental con la Canción del pulque (2003). En 2005 Felipe Cazals se coronaba con Digna: Hasta el último aliento y, en 2006, se llevaba el galardón Tin Dirdamal por De Nadie.
En la 49 Edición de los Premios Ariel nuevamente Juan Carlos Rulfo dominaba la escena del documental con El Hoyo, obtuvo cuatro nominaciones y de las que ganó tres: Mejor Documental, mejor edición y mejor sonido. En 2008 destacaba dentro de las nominadas Los ladrones viejos, de Everardo González; nuevamente un documental era considerado en la categoría a la mejor película.
La historia se repitió por partida doble en 2009. Los Herederos, de Eugenio Polgovsky, obtuvo seis nominaciones y cosechó dos reconocimientos. Las intimidades entre Shakespeare y Víctor Hugo, de Yulene Olaizola, fue postulada en cuatro categorías y se llevó una estatuilla. Ambos filmes disputaron el Ariel de Oro a la Mejor cinta.
Desde entonces, la categoría a mejor documental se ha vuelto una de las más reñidas, trabajos como Flores para el Soldado (Francisco Javier Garza), La historia en la mirada (José Ramón Mikelajáuregui), y el El lugar más pequeño (Tatiana Huezo), dan cuenta de las duras batallas que se han librado en los últimos años.
Los documentalistas mexicanos se han convertido en los grandes cronistas de nuestros tiempos. A veces dan cuenta de la falta de agua en un pueblo nómada como en Cuates de Australia (Everardo González), y otras se convierten en detectives implacables que logran dar con el paradero de un niño actor, como sucede en Quebranto (Roberto Fiesco). Cineastas extranjeros han quedado maravillados por los personajes que aquí pueden encontrar, como Enrique Metinides, protagonista de El hombre que vio demasiado (Trisha Ziff). Sin lugar a dudas, la realidad mexicana supera a la fantasía.
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