Una reseña sobre el largometraje de Guillaume Gallienne

Los
chicos y Guillermo, ¡a la mesa!
Por
 Verónica Lugo (@bretanicsgirl)

Ciudad de México, 22/ 09/14, (N22).- En un  camarote,
apenas iluminado, un hombre de semblante triste se observa frente al espejo.
Del tocador, que está justo frente a él, toma un par de pañuelos y presuroso desmaquilla
su rostro para salir a escena y contarle a la audiencia, sin tapujos o máscaras
de cualquier tipo, un poco de sí mismo. Precisamente en este punto empieza la
narración de una historia que recurre a la comedia para contar un impresionante
drama acerca de la condición humana, la construcción de la sexualidad y la
búsqueda de la identidad.

A través de esta hilarante historia,
adaptada de manera acertada al cine, Guillaume nos lleva a un viaje por varios
pasajes de su vida para contarnos diversas situaciones bochornosas por las que
pasa debido a la idealización y afición que siente hacia su madre aflorando
hacia ella un sentimiento de ofuscado amor.
Los
chicos y Guillermo, ¡a la mesa! (
Les garçons
et Guillaume, à table!) 

tuvo su origen a modo de monólogo teatral iconoclasta para un sin número de
parisinos; aunque podríamos afirmar que el nacimiento de esta idea surgió en
realidad en las terapias a las que se sometió Guillaume Gallienne, director de este largometraje, para terminar con
sus malestares y conflictos internos, los cuales serían retomados en lo que se
convirtió en la mejor película francesa de 2013, obteniendo cinco premios
Césares incluido el premio al mejor actor.
Lo que hace único a este
largometraje es la forma en la que Guillaume concibe a su familia y sobre todo
a su madre, convirtiéndola en una especie de ídolo incapaz de albergar algún
defecto; olvidando por completo que ésta, al igual que cualquier ser humano
está supeditada a prejuicios y carencias de toda índole.
A lo largo de esta historia,
la venda que cubre los ojos del protagonista, del mismo modo que el Pedro de la
novela cumbre del francés Georges Bataille (novela que relata lo terrible que
puede llegar a ser la madre), se cae por completo dejándole ver que la opinión
que tiene su madre sobre el mismo pesa demasiado en la búsqueda de su camino, llegando
incluso a manipularlo, tal vez de manera inconsciente, haciéndolo albergar
prejuicios o sentimientos errados sobre sus preferencias sexuales y sobre quién
es.
En
definitiva, la ópera prima de Gallienne es
mucho más que una comedia que muestra las insuficiencias de cada personaje, es
un himno a la verdad, es la búsqueda de eso que no sabemos que buscamos y un homenaje
a los orígenes teatrales del actor. La
comedia de Guillaume es la historia un chico que tuvo que aprender a aceptar su
heterosexualidad en una familia que había decidido que era homosexual.

Es por este motivo que  Los
chicos y Guillermo, ¡a la mesa!
es la mejor comedia francesa de su tiempo, una excepcional
obra de arte conformada, además, por una doble actuación sin precedentes; donde
el actor principal se interpreta a sí mismo y a su madre, por una dirección de
cámaras limpia y sobre todo compuesta de un enérgico guión lleno de guiños intelectuales
que sólo el buen lector podrá vislumbrar.
14MAG 

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